Cuando un paciente nuevo llega a Queralt siempre se le entrega su primera tarea, una historia personal, un archivo en el que se les pregunta por todas las áreas de su vida y por todos aquellos problemas que les han hecho decidir venir a vernos. La historia personal es una de las tareas más largas de todo el tratamiento. Se les explica que si rellenan esos folios con ganas obtendremos mucha información valiosa de ellos y que por lo tanto todo eso ya no será necesario preguntarlo en sesión. Con ella podremos agilizar el tiempo que compartimos y con esto tratar de ponernos antes manos a la obra para ir buscando soluciones a sus problemas. Además de ser verdad, también se les dice que si lo cumplimentan bien será como si se ahorrasen más de cuatro sesiones. Para algunos de los pacientes esos motivos son suficientes como para tomarse su tiempo en cumplimentarla para traerlo en la siguiente sesión. Otros, en cambio, o no lo traen en varias sesiones o lo traen de forma qeu ambos somos conscientes de que muchas ganas no se le ha puesto.

 

Del mismo modo que en consulta los psicólogos a veces queremos ayudar pero no podemos, en el día a día ésto también nos ocurre a muchos. ¿Cuántos no se han visto queriendo hacer ver a otro que realmente vale mucho, o que sus problemas al final no eran tan graves, o que sus problemas tenían solución, o que valía la pena luchar, etc.?, lo que sea, ¿cuántos no se reconocen intentando ayudar a otros que o bien no quieren o bien aún no están preparados para salir de ese lugar oscuro en el que se encuentran?

La realidad es que en consulta, los pacientes que se implican, lo traen todo hecho, practican lo aprendido y se niegan a seguir colaborando en esa oscuridad que les contagia son lo que mejoran rápido y pronto obtienen el alta.

Suele pasar que los pacientes que no traen esas tareas, no practican, cancelan sesiones de forma recurrente, siempre encuentran motivos para justificar el porqué no lo han hecho o porqué no lo han traído, o porqué no pueden venir, etc., terminan abandonando el tratamiento psicológico y manteniendo y aumentando su problema en el tiempo.

Esas situaciones son «difíciles» para el psicólogo, quiere ayudar, sabe que tiene herramientas para que la vida del paciente mejore, pero sabe que sin su colaboración ese trabajo muy difícilmente tendrá buenos resultados. En los inicios tratas de ser un buen pigmalión positivo (http://queraltcentrosanitario.com/la-profecia-autocumplida-o-efecto-pigmalion/), le refuerzas, le haces saber que crees en él y en que podrá salir de esta, le haces saber que le necesitas, pero todo eso, no siempre surge efecto, no siempre les invita a sacar fuerzas para dar ese primer paso tan importante que abre la posibilidad de cambiar.

Del mismo modo que ocurre en las consultas de psicología pasa en la vida. No podemos ayudar a alguien que no quiere ni cambiar ni que le ayuden. Nos cueste más o menos aceptarlo y/o sobrellevarlo lo tendremos que hacer, hay que respetar los tiempos de cada uno. Si te empeñas en sacarle caerás con él. Si hay que salvar a alguien en la vida, que siempre sea a nosotros mismos.

 

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