Category Archives: Aceptar la realidad

¿Qué es fracasar?

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Últimamente no paro de escuchar la palabra «Fracaso» a la hora de referirse a rupturas de pareja.
En sí odio la palabra fracaso, sí, la odio, no me gusta nada. Denota negatividad por todas partes, es como muy indefinida, amplia, lo abarca todo y da a entender que hemos perdido lo miremos por donde lo miremos.
¿Qué quieren decir las palabras fracaso, fracasar o fracasado?
¿No es un auténtico disparate pensar que hemos fracasado si algo cambia con el tiempo?
Cuando las cosas cambian y hemos de tomar decisiones que no entraban en nuestros planes tiempo atrás, ¿entonces es que hemos fracasado?
¿No es una auténtica locura lamentarnos y culparnos porque algo no ha salido como habíamos planeado?
No me gustan nada estos términos, diría que podrían eliminarlos del diccionario y más aún «deberíamos», (sabiendo que eso es irracional total), eliminarlos de nuestra mente a la hora de referirnos a nosotros mismos y a nuestra vida, sobre todo a la hora de referirnos a nuestras relaciones importantes.


Terminar una relación no es un fracaso, en todo caso lo sería el continuar en una relación insana, improductiva y carente de posibilidad de evolución. (Eso si contemplase la palabra en sí, que no lo hago). En mi opinión es sano aceptar que las expectativas ahí juegan un importante papel. Que yo tuviese en mente estar con alguien eternamente no implica que eso fuese un buen planteamiento, hay que aceptar que una cosa es que lo deseemos hoy y otra que podamos llegar a cumplirlo a lo largo del tiempo, y que cumplirlo sea una buena decisión para nuestro bienestar o para el de las personas que nos rodean. Que yo quisiese cumplir con ese deseo antes no implica que tenga que cumplirlo al precio que sea.
Se dicen frases como: «El fracaso no es una opción», “El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”, «No puedes lograr el éxito si te vistes de fracaso»…
Hay 3000 frases que hablan del fracaso y no llego a entender ninguna de ellas.
¿Que las cosas salgan de un modo distinto al deseado tiempo atrás no es una opción? ¿por qué? ¿Tenemos que cumplir con las cosas que antes nos emocionaban aunque hoy ya no lo hagan, aunque hoy nos causen infelicidad? ¿Qué sentido tiene eso? ¿El hombre no está hecho para equivocarse? De verdad que no lo entiendo, ni lo comparto.
La vida implica cambio, siempre van de la mano. Si hoy nuestra realidad nos mueve hacia uno de ellos ¿por qué no deberíamos dejarnos llevar por ello? ¿por qué deberíamos culparnos o culpar a otros? ¿por qué evaluar lo vivido como un fracaso? ¿por que no valorar lo vivido y aceptar que las cosas cambian igual que lo hacemos nosotros? ¿por qué no aceptar que aunque sea duro eso no implica que nosotros hayamos fracasado?

Si no hay razón para quedarse, esa es la razón para irse

By | Aceptar la realidad, Autoestima, pareja | No Comments

En ocasiones no sabemos ni por qué permanecemos en un lugar concreto o al lado de una persona.
El tiempo pasa y uno simplemente está ahí, no se para a valorar los motivos que le invitan a ello.
De pronto, un día paras, reflexionas, valoras qué es lo que te invita a quedarte y por suerte descubres razones de peso que hacen que saques fuerza y energía dónde ya no la encontrabas. Gracias a ella te pones manos a la obra y haces que algo vuelva a resurgir y a ser motivante para ti.
En otros casos, esa reflexión nos descubre que los motivos por los que permanecemos no son «de gran peso», o no deberían serlo, me refiero a que descubrimos que estamos ahí por miedo al cambio, por dependencia, por miedo a la soledad, por vértigo, porque no confiamos en que seremos capaces de adaptarnos a otra cosa, o porque no tenemos muchas esperanzas en que algo bueno pueda aparecernos y sorprendernos. Esos casos en los que asumimos que «más vale malo conocido que bueno por conocer», (aunque en mi humilde opinión poco de cierto hay en ese refrán).
Por último, hay casos en los que uno descubre algo horrorizado que no tiene motivo para quedarse, que nada le invita a seguir ahí, al menos nada que sea importante para uno mismo. Cuando uno de pronto es consciente de que no hay razón para quedarse, entonces descubre, (con miedo o sin él, con tristeza o sin ella), que esa es la razón para despedirse, que esa es la razón para irse ya no sólo en alma, sino también en cuerpo.
Es difícil decir adiós o hasta pronto a las personas o lugares que han formado parte importante de nosotros, pero también es difícil vivir sin aceptar la realidad, sin querer cerrar etapas que ya han llegado a su fin.


En la vida, el «para qué» es vital, nos ayuda a dar sentido a las cosas que pasan a nuestro alrededor, el encontrar para qué estoy aquí, para qué comparto parte de mi tiempo contigo, para qué quiero hacerte entender otra realidad, para qué expresarte mis preocupaciones o necesidades, para qué arriesgar, para qué…
Cuando uno no encuentra ese para qué, es momento de plantearse cosas importantes.
La vida es nuestra, y es breve, tratar de encontrar el sentido de las cosas que nosotros hacemos existir en nuestra vida nos ayuda a lograr la calma, nos hace conscientes de nuestra responsabilidad con nosotros y con la vida.

Ama tu cuerpo aunque tenga imperfecciones

By | Aceptar la realidad, Autoestima, Confianza en uno mimso | No Comments

Ama tu cuerpo aunque tenga imperfecciones, quiérete aunque no seas perfecto, aunque haya alguna parte de ti que no te agrade tanto, o que haya cambiado de un modo que no compartes.

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¿Quién hay perfecto lo mires por dónde lo mires?
Algunos, los que ya son conscientes de ver lo perfecto de lo imperfecto, dirán que sin duda conocen a muchas personas así.
Para aquellos que aún no se encuentran en ese punto, por lo menos tratad de ser conscientes de que una persona no es sólo aquello que no le agrada de su cuerpo, es infinitamente más.

Sin duda sabemos que el ser humano no se cansa de desear lo que no tiene y que además abusa de la comparación, «yo querría tener el pelo más liso, o más rizado o más voluminoso», «me gustaría ser más alt@, más baj@», «ojalá tuviese la cara menos redonda o más redonda»… La cuestión siempre es comparar aquello que no nos gusta de nosotros con lo que nos gusta de otros, ahora bien, ¿cuántas veces nos alegramos de aquello que nosotros tenemos bonito?, ¿cuántas veces lo agradecemos?

Aunque es real que existe la perfección de la imperfección y que podemos llegar a creer en ello, y a vernos y sentirnos así, aceptando quiénes somos y agradeciéndolo, mientras tanto, quizás sería bueno entender y aceptar que nadie es exactamente igual a como le gustaría y que no por ello no es maravilloso, que no por ello debe rechazarse ni entender que los demás le rechazan seguro. Cada uno es como es, y en algunos aspectos no puede cambiarse, ¿Y qué? ¿es por ello menos válido? ¿es por ello por lo que su vida no puede ser placentera? Sin duda no, o por lo menos no debería ser así.

A veces cuesta aceptarse cuando hay cosas que no nos gustan de nosotros, a veces cuesta valorarse, pero sólo depende de nosotros, sólo uno mismo decide quién es, qué es lo más valioso que puede ofrecer, a qué o a quién quiere darle el poder de menospreciarle o de hacerle creer que la vida no vale la pena o que no es valioso.
Sólo uno mismo puede hacer que se fijen sólo en lo imperfecto de nosotros o que ni siquiera lo noten.

¿Qué es realmente lo más importante a la hora de evaluar la belleza de un ser humano?
Diría, que encontrar si tiene algún aspecto que podría mejorar, no es la respuesta..

Amar a la persona correcta

By | Aceptar la realidad, Amor, Autoestima, pareja, Relaciones tóxicas | No Comments

Mireia es que le/la quiero tanto….

Ésta es una frase muy repetida en consulta, y yo me alegro cuando veo que es real, pero no cuando percibo que se trata de una dependencia a una relación tóxica. Aman a personas que constantemente les hacen sufrir, que les causan vivir arrastrad@s en su propio llanto, que no les atienden, que no les priorizan, que no les suman.

¿Cómo podemos querer tanto a personas que desde que aparecieron en nuestras vidas hicieron que perdiésemos el norte?

¿Cómo podemos querer tanto a personas a las que valoramos por encima de nuestra calma y nuestro bienestar?


El refuerzo intermitente, ese en el que hoy te quieren y mañana no, o el chantaje emocional y el menosprecio encubierto con frases como: «lo hago por tu bien», «yo sólo quiero lo mejor para ti»… mal enganchan, confunden y destruyen.

Los sentimientos a veces nos engañan, porque a veces esos sentimientos están basados en pensamientos irracionales que nosotros mismos estamos alimentando.

Del mismo modo que no podemos creer todo lo que pensamos porque los pensamientos sólo son eso, pensamientos, Tampoco podemos creer como ciertos todos los sentimientos que tenemos. a veces, nos sentimos de una determinada manera y lo vivimos completamente así, pero en realidad nada tiene que ver con la realidad. Por ejemplo, la persona que se siente sola aunque esté rodeada de gente, la persona que se cree enferma aunque no lo esté, la persona que se cree inferior a cualquiera aunque en verdad valga un imperio y hayan miles de motivos por los que justificar todo lo que vale. 

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Ocurre, en ocasiones sentimos algo como cierto y no lo es. Con el amor también ocurre, nos queremos poco cuando en realidad somos valiosos o queremos mucho a alguien que en realidad no es valiosos para nosotros, quizás sí para otros, pero no para nosotros.


Si por un momento detectas que ese es tu caso, que lo que te une a esa persona es tu sentimiento de amor pero que no encuentras los motivos que justifican ese amor, date la oportunidad de desengancharte de esa particular y nociva «relación de pareja», date tiempo para reconstruir tus pensamientos, para identificar los ciertos y los inciertos y verás como esos sentimientos aunque hoy los sientas como profundamente verdaderos no lo eran tanto.
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uánto puedes amar a la persona correcta, ahora date la oportunidad de amarla. Empieza amándote a ti, todo empieza por ahí. 

Y ahora a conocer de nuevo a alguien

By | Aceptar la realidad, Autoestima, pareja | No Comments

Se dice que para que una pareja funcione hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona. Eso es precioso, algo a lo que muchos aspiran, lo que nos han dicho que debe ocurrir y que debe formar parte de nuestra vida, «debes encontrar una pareja con la que crear un futuro y compartir la vida». Insisto, es muy bonito, sí, pero no siempre ocurre, ni todos aspiran a ello, eso también hay que aceptarlo y respetarlo.

A veces ya no nos gusta la persona que nos acompaña en este viaje, independientemente de la cantidad de tiempo que hayamos caminado juntos, a veces, también ocurre que somos nosotros los que ya no despertamos en el otro esas sensaciones que le enamoraban.el-amor-hace-pasar-el-tiempo-el-tiempo-hace-pasar-el-amor

La realidad actual es que muchas personas ya no se conforman, sí, es cierto que otras no es que no se conformen sino que al mínimo problema huyen como si aquí no hubiese pasado nada o como si nada se pudiese hacer para resolverlo, pero hoy en día, sabemos «algo más» de lo que debería implicar el tener una pareja, de lo que somos, de lo que buscamos en la vida y de lo que queremos o no sentir. Es por esto, que si de pronto nos encontramos con que la persona que comparte nuestra vida y nuestros sueños o nuestro valioso tiempo ya no nos enamora, somos más capaces de ponerle fin a la relación.

Hoy en día somos más conscientes de que nuestra vida no termina ahí, ni debe hacerlo y que nosotros podemos encargarnos de seguir con nuestro camino hasta que sintamos que estamos dónde verdaderamente queremos estar.

Hasta ahí todo bien, hemos renunciado a la idea de soportar cualquier cosa por estar en pareja, trabajamos en el encontrar y disfrutar de las virtudes de la soledad controlada y hacemos por garantizarnos lo mejor mientras estamos vivos. Pero a veces, una vez sientes que ya estás preparado para conocer personas y comienzas a hacerlo es cuando empieza el problema.

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Nos encontramos con una población en la que hay muchísimos adultos separados, divorciados, solteros, con hijos, sin hijos, etc., y cada uno tiene su realidad, su historia, su manera de responder ante la vida y sus miedos, normal, sin duda, el kit de la cuestión está en cómo dar con la persona que encaje con nosotros.

Los que quieren conocer de nuevo a alguien y reencontrarse una vez más con lo bueno del amor de una pareja tropiezan a menudo con muchos obstáculos. Encuentran personas sinceras, personas que mienten, personas que dicen saber lo que quieren y lo que son y que a veces demuestran que nada tiene que ver con la realidad que te han contado. Conocer personas es fácil, congeniar con ellas es otro cantar, y sobre todo cuando uno ya sabe perfectamente qué quiere y que no quiere.

Muchos adultos parten ya de una creencia errónea: «no voy a encontrar a nadie, no voy a gustar a nadie, quién va a fijarse en mi teniendo hijos…». La realidad es que como dice mi madre e imagino que muchas madres del mundo «siempre hay un roto para un descosido», hay que tener paciencia, optimismo, calma y sobre todo amor hacia uno mismo, nada de tener fe ciega y  nada de autoenengañarse convenciéndose de que esa persona es para nosotros si realmente vemos y sentimos que no lo es.

Es complicado a veces, sí, lo es, pero desde el pesimismo, la desconfianza o el miedo lo es más aún.

Sé quién tú eres, no cometas el error de querer convertirte en lo que crees que el otro espera de ti, valórate, no ruegues, no enfermes, sigue tu camino y dale tiempo al tiempo, llegará quien no tenga duda alguna del tesoro que escondes en tu interior, llegará quien se enamore de todas tus imperfecciones y quien como dice Luis Brea: «después de ver todos tus defectos aún crea que le gustas más». No te conformes con otra cosa, eso existe. No trates de hacer entrar en razón a alguien para que vea todo lo que hay en ti, si no lo ve, no quieras enseñárselo a fuego, eres «perfect@» para alguien.

 

Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo… ¿quién soy?

By | Aceptar la realidad, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, sentido de vida | No Comments
 ¿Somos lo que tenemos?
¿Qué somos en realidad?
Muchos pacientes pierden su sentido de vida, su identidad y la claridad del quiénes son verdaderamente una vez que su realidad ha cambiado, por ejemplo si su relación de pareja se ha roto, si su trabajo ya no es su trabajo, si han abandonado su ciudad o su piso, si alguna de sus amistades ha decidido continuar su camino sin ellos, etc.
Es cierto que los cambios nos hacen replantearnos cosas, suelen provocar eso. También es cierto que si algo no es como quisiéramos que fuese deberemos trabajar el convivir con las emociones negativas que de ello se derivan y también en aceptarlo y relativizarlo, pero ¿qué algo no resulte como nos lo habíamos planeado debe removernos hasta el punto de cuestionarnos quiénes somos sin aquello externo que teníamos?
Muchos se hacen conscientes de que mantenían una relación de dependencia una vez ésta termina y descubren que no saben qué hacer con su tiempo libre y con su vida. Ocurre también que se hacen conscientes de que estaban dedicando su vida al trabajo, a decorar una casa, o a una relación viciada sin saber por qué o para qué, mejor dicho, y esa carencia les devuelve a una realidad en la que tienen que empezar a trabajar y a preguntarse hacia dónde quieren ir y cómo. 
Tenemos que recordar que la autoestima es INTERNA, no puede proporcionárnosla algo externo, esas cosas de fuera de uno, ayudan o no a que el camino sea más o menos fácil, (todos conocemos o sabemos que hay personas que aunque todo a su alrededor sea «favorable» no lo viven así).
Cuidado con las cosas a las que nos apegamos y sobre todo cuidado con el cómo nos apegamos haciendo que nos olvidemos de aspectos valiosos y sobre todo de nosotros mismos.
Seamos lo que somos, seamos todo lo más cercano a lo que nos gustaría ser y abandonemos ese ser lo que tengo, viviremos sin duda mejor, aunque eso no nos libre ni de despidos ni de rupturas ni de finales de contrato de alquiler ni de ninguna otra situación negativa de la vida.
Vivamos lo malo que tengamos que vivir, pero que esas experiencias no nos hagan tambalear en cada ocasión nuestros cimientos. Una cosa es vivir una ruptura con tristeza por ese echar de menos, por ese tener que aceptar que tus planes con esa persona ya no ocurrirán y que tendrás que construir unos nuevos, etc. y otra cosa es que por esa ruptura yo me tenga que cuestionar si valgo o no valgo.
Dediquémos tiempo a saber quiénes somos y quiénes queremos ser y hagamos por que todo aquello ocurra.

¿Le ayudamos o no?

By | Aceptar la realidad, Autoestima, clínica de psicología, Consulta de psicología, Cuidarse a uno mismo, terapia psicológica | No Comments

Cuando un paciente nuevo llega a Queralt siempre se le entrega su primera tarea, una historia personal, un archivo en el que se les pregunta por todas las áreas de su vida y por todos aquellos problemas que les han hecho decidir venir a vernos. La historia personal es una de las tareas más largas de todo el tratamiento. Se les explica que si rellenan esos folios con ganas obtendremos mucha información valiosa de ellos y que por lo tanto todo eso ya no será necesario preguntarlo en sesión. Con ella podremos agilizar el tiempo que compartimos y con esto tratar de ponernos antes manos a la obra para ir buscando soluciones a sus problemas. Además de ser verdad, también se les dice que si lo cumplimentan bien será como si se ahorrasen más de cuatro sesiones. Para algunos de los pacientes esos motivos son suficientes como para tomarse su tiempo en cumplimentarla para traerlo en la siguiente sesión. Otros, en cambio, o no lo traen en varias sesiones o lo traen de forma qeu ambos somos conscientes de que muchas ganas no se le ha puesto.

 

Del mismo modo que en consulta los psicólogos a veces queremos ayudar pero no podemos, en el día a día ésto también nos ocurre a muchos. ¿Cuántos no se han visto queriendo hacer ver a otro que realmente vale mucho, o que sus problemas al final no eran tan graves, o que sus problemas tenían solución, o que valía la pena luchar, etc.?, lo que sea, ¿cuántos no se reconocen intentando ayudar a otros que o bien no quieren o bien aún no están preparados para salir de ese lugar oscuro en el que se encuentran?

La realidad es que en consulta, los pacientes que se implican, lo traen todo hecho, practican lo aprendido y se niegan a seguir colaborando en esa oscuridad que les contagia son lo que mejoran rápido y pronto obtienen el alta.

Suele pasar que los pacientes que no traen esas tareas, no practican, cancelan sesiones de forma recurrente, siempre encuentran motivos para justificar el porqué no lo han hecho o porqué no lo han traído, o porqué no pueden venir, etc., terminan abandonando el tratamiento psicológico y manteniendo y aumentando su problema en el tiempo.

Esas situaciones son «difíciles» para el psicólogo, quiere ayudar, sabe que tiene herramientas para que la vida del paciente mejore, pero sabe que sin su colaboración ese trabajo muy difícilmente tendrá buenos resultados. En los inicios tratas de ser un buen pigmalión positivo (http://queraltcentrosanitario.com/la-profecia-autocumplida-o-efecto-pigmalion/), le refuerzas, le haces saber que crees en él y en que podrá salir de esta, le haces saber que le necesitas, pero todo eso, no siempre surge efecto, no siempre les invita a sacar fuerzas para dar ese primer paso tan importante que abre la posibilidad de cambiar.

Del mismo modo que ocurre en las consultas de psicología pasa en la vida. No podemos ayudar a alguien que no quiere ni cambiar ni que le ayuden. Nos cueste más o menos aceptarlo y/o sobrellevarlo lo tendremos que hacer, hay que respetar los tiempos de cada uno. Si te empeñas en sacarle caerás con él. Si hay que salvar a alguien en la vida, que siempre sea a nosotros mismos.

 

Soltar y decidir alejarse de las personas que nos restan

By | Aceptar la realidad, Amor, aquí y ahora, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, Relaciones personales | No Comments

Hace unas semanas que en diferentes situaciones y ante gente distinta se plantea el tema de soltar a aquellas personas que no nos dejan ir para adelante o que nos dificultan ese fluir diario. El tema, sobre todo se me ha planteado en aquellos casos en que esas personas, “supuestamente” deberían sí o sí permanecer siempre en nuestras vidas y además hacerlo siempre sumando, ¿Qué casos son esos? Aquellos en los que se trata de familiares o personas que durante mucho tiempo fueron muy significativas en nuestra vida, bien por la relación que mantuvimos con ellas o por el rol que desempeñan, por su posición.

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Sobre todo en los casos de familiares, soltar resulta muy complicado para aquellas personas que se hacen conscientes de que esa compañía no les hace bien en su vida. Todos pensamos que alejarnos de una madre, un padre, unos hermanos, unos tíos o cualquier otro familiar es casi como anti natural, y sí, parece que en principio con esas personas deberíamos no sólo estar manteniendo una buena relación sino además poder mantenerla siempre.

Sí, eso en principio debería ser lo que ocurriese, o al menos eso nos han contado o hecho creer, pero lo cierto es que: “Bienvenido a la vida adulta, las cosas no siempre son como te gustaría que fuesen”, hay personas que por muy padres, madres, hermanos, hijos, tíos, primos, amigos o lo que sea que sean, no son ni buenas personas ni mucho menos buenas compañías. Cuesta soltar aquello que nos dicen que no debemos soltar o aquello que de alguna forma sentimos que está unido a nosotros, pero ¿Quién decide eso en nuestra vida? ¿Quién decide de quién nos rodeamos y con quién queremos dedicar nuestro escaso tiempo en este viaje?

Hace no mucho fui a la boda de una de mis mejores amigas y allí, sólo habían seres queridos, nadie invitado por compromiso, la anterior a la que había ido estaba llena de personas que no sabían qué hacían allí, yo era una de ellas, después de aquel día, decidí que nunca más iré a un evento así al que no quiera ir y no solamente eso, sino que a mis eventos, no vendría nadie que yo no quisiese que viniese de verdad. ¿Por qué digo esto? Porque forma parte de una de las conversaciones que me ha hecho plantearme este artículo, si mañana te casases ¿querrías verdaderamente invitar a todos tus familiares o a todos tus supuestos amigos? Si la respuesta es no, pregúntate por qué no lo harías, qué hace que no sientas ese vínculo, quién es el responsable de que no exista o de que no se mantenga, quién es el responsable de que no cambie, si verdaderamente te importa que ese vínculo exista y qué has hecho tú por hacer que aporte y sume. Si crees que no te nace, que no te suman, que no te aportan nada bueno ¿Deberías invitarles? ¿Por qué?  ¿Para qué?

Hay veces en las que uno trata de mantener un vínculo, muestra interés sano, trata de cuidar y mejorar una relación, se interesa por ella y por hacer que prospere, pero que uno se esfuerce mucho en que eso ocurra no garantiza nada. En ocasiones la otra parte no comparte en ningún caso ese interés contigo y por lo tanto esa relación al final sólo se mantiene por compromiso, porque se da por hecho que así debe ser aunque la realidad es que a ninguno de los dos les proporciona ninguna satisfacción dedicar ese tiempo al otro, cuando en verdad ambos se sentirían más aliviados deshaciéndose de esa carga que implica el mantener de algún modo ese vínculo.

Si somos conscientes de que nuestra vida es finita, que es nuestra y que podemos elegir con quién compartirla ¿por qué malgastamos tiempo con personas que no nos aportan nada y que no muestran ningún interés real por nosotros? ¿Para qué?

Una cosa muy triste en la vida es esperar eternamente esos gestos de amor de quién crees que debería sentirlos por ti y mostrártelos. La realidad es que en ocasiones esa persona no los siente por ti, porque no quiere, porque no tiene interés o porque no sabe, no me importa, al final es lo mismo, tú esperas y esperas y nada cambia ni llega nunca. Esa sensación de no entender por qué no nos quieren más o mejor cuando así “entendemos” que debería ser, esa sensación de estar eternamente a la espera nos posiciona en un lugar nada agradable que nos va minando y entristeciendo, que nos hace víctimas y nos invita a creer que tenemos que resignarnos y aceptar que esa debe ser la relación ¿Quién dice eso? ¿Por qué no podemos elegir decirle: ¡Adiós! No me haces bien, no vas a hacerlo porque ni sabes ni quieres y yo a mí mismo me quiero regalar lo mejor ¿Por qué tenemos que mantener relaciones que nos hacen entristecer porque supuestamente deberían sumarnos? ¿Por qué tenemos que compartir tiempo con personas que no nos quieren y a las que en realidad nosotros tampoco queremos o sí, las queremos, pero a costa de querernos mal a nosotros mismos?

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¿Es difícil soltar? Bueno, la respuesta depende de cada uno, piensa: ¿cuánto de difícil te resulta mantener esa relación y estar siempre a la espera o en discusiones y decepciones constantes? ¿Para ti tiene más sentido soltar la relación y liberarte de esa carga sobrante o mantener la relación aceptando esos pesos? En base a hacia dónde se decline más la respuesta a tu pregunta costará más o menos entender por qué difícil o no, tenemos que tomar una decisión y llevarla a cabo.

Yo lo tengo claro y creerme si digo que sé de lo que hablo, en la vida, en este corto viaje, lo más importante somos uno mismo, nuestra paz y felicidad y poder compartir nuestra vida con esas personas a las que queremos, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Elígete a ti por encima de cualquier “supuesto compromiso”, no le des el poder a nadie de amargar tus días, y mucho menos a alguien a quién en realidad no le importas o no te importa a ti, con el tiempo te lamentarás de ello, no vale la pena.

La vida es nuestra, es vivirla, sentirla, reírla, amarla, compartirla, disfrutarla, aceptarla con lo bueno y lo mano, lo duro y lo fácil, no seamos los encargados de complicarla de más. Quiérete y quiérela, si te cuidas estarás cuidando todo lo que de verdad te importa. Suelta todo aquello que te impide fluir, toma sabias decisiones escuchando tu corazón y no las voces de los “debería”.

Diferencias entre el perdón y otros conceptos.

By | Aceptar la realidad, Amor, Autoestima, Perdón | No Comments

 

2661773 La realidad es que la vida está llena de aspectos increíbles y fascinantes pero también de decepciones, de cosas que nos duelen y de conflictos, así es, la vida tiene absolutamente de todo, bueno y malo, enfadarse cada vez que algo “malo” nos ocurre o nos hacen es en parte normal, tenemos ciertas resistencias a la hora de aceptar que las cosas no siempre son como nosotros quisiéramos, pero el perdón hacia uno mismo y hacia los otros es básico para el fluir de las relaciones y para poder gozar de la vida.

Es extraño que en las relaciones con los amigos, los conocidos, los familiares o los compañeros de trabajo no existan ofensas interpersonales en forma de desatención, decepción, rechazo o engaño, son muy pocas las personas que a día de hoy pueden afirmar no haber tenido ningún episodio negativo con otra persona en su vida.

Personalmente creo que la sociedad actual, en términos «muy generales», o al menos la población joven, está más o menos acostumbrada ya a leer referencias de la inteligencia emocional, a entender la diferencia entre percepción y realidad, entre pensamiento y emoción, a cuestionarse, etc. y este hecho, nos lleva a que hoy en día ya son muchas las personas que entienden la importancia de incorporar el perdón a sus vidas, que saben que más que un detalle con el otro es un detalle con uno mismo y que por lo tanto vale la pena esforzarse por lograr deshacerse de los pesos de la rabia, el rencor, la culpa, el papel de víctima y el enfado, sobre todo porque los estados a los que nos lleva el no lograr perdonar o perdonarnos nos predisponen a acciones negativas hacia nosotros mismos y hacia los otros o incluso nos llevan a padecer enfermedades fruto de la activación fisiológica.

Todo y que muchos dicen que saben perdonar y que perdonan, en consulta, los psicólogos vemos que hay ciertas confusiones con el término, que algunos sí que lo entienden y además lo saben llevar con más o menos esfuerzo a la práctica, pero otros confunden su definición y/o no saben cómo hacer para perdonar de verdad.

Lo cierto es que el perdón nos permite no sólo liberarnos del pasado sino además nos ofrece la posibilidad de poder vivir una vida más plena en el futuro y eso no puede ser más que interesante para la felicidad de uno mismo.

Como he dicho hay muchos términos que se confunden con el perdón, por lo tanto, a continuación aclararé cada uno de ellos:

El perdón implica un cambio cognitivo, todo y ser conscientes de los hechos negativos que nos han generado malestar dirigimos nuestra atención hacia el lado bueno del ofensor. Esta actitud nos lleva por una parte a la disminución de: la reactividad fisiológica, la frecuencia, intensidad y duración de los pensamientos rencorosos y el anhelo de venganza y por otra parte, nos conduce al aumento de las conductas adaptativas. Aunque puede que no lo olvidemos, sin duda no implica echarlo en cara puntualmente ni hacer sentir mal al responsable de ese dolor. Sorprendentemente, el perdón puede incluso llevarnos a ser comprensivos y generosos con el ofensor dedicándole tiempo y atención contribuyendo a su cambio.  Un ejemplo increíble de esto último que digo de incluso ayudar al agresor lo podemos ver en este vídeo de Human en el que una madre que pierde a su hija en manos del que era su pareja ayuda al asesino de su hija a ser mejor persona y le perdona.

https://www.youtube.com/watch?v=N1WdfVWo1pQ

Aceptar implica indiferencia y una falta de motivación para cambiar los aspectos aversivos del mundo que nos rodea. El perdón deja abierta la opción de luchar por el cambio, la aceptación no busca ese cambio sino el lograr la paz asumiendo la realidad tal y como es. Por ejemplo, podemos perdonar a nuestra pareja o a nuestros hijos por algo que hayan hecho y que nos haya dañado o sentado mal pero al mismo tiempo con intención de hablarlo para minimizar la probabilidad de que vuelva a ocurrir el mismo suceso en el futuro.

Disculpar implica minimización, es como hacer ver que no pasa nada aunque verdaderamente sí que esté pasando algo. Por ejemplo: “sí, es verdad que cuando se enfada grita mucho o pega golpes contra las puertas o lo que encuentre, pero en el fondo eso pasa poco y es muy buena persona, no es grave, hay cosas peores en la vida además intenta no hacerlo y siempre pide perdón”. Disculpar y perdonar no son en absoluto lo mismo, el que perdona admite la existencia de esas conductas negativas y las valora como tal, ni implica ni minimizar el problema ni ignorar la necesidad de buscar soluciones.

Adoptar una postura neutral implica no tomar ningún partido en los conflictos, no posicionarse ni hacia el lado de la víctima ni hacía el lado del agresor, quedarse quieto, hacer como que ese hecho no va con nosotros. La neutralidad puede provocar más problemas en el futuro, hay situaciones en la que sí o sí deberemos posicionarnos y generar cambios para que no vaya a más.

Olvidar perdonar no quiere decir olvidar, este matiz es muy discutido, las personas que son conscientes de que han dañado a menudo repiten frases como: “pero si me has perdonado, ¿por qué no lo olvidas ya?”, no es tan fácil, ni tampoco necesario. El perdón lo que nos permite es cambiar la atención, focalizarla en otros aspectos y reducir nuestras obsesiones en relación a la conducta que nos dañó y hacia el malestar que sentimos por el responsable de ese dolor, hace que ese recuerdo y ese malestar desciendan poco a poco, pero no tiene por qué implicar eliminar ese recuerdo de nuestra historia.  2661783

Justificar implica dar explicaciones a las conductas inadecuadas para restarles importancia. Por ejemplo: “Es que cuando bebe y además tiene problemas en el trabajo se pone agresivo, es el alcohol y el estrés que sufre el que le hace comportarse de un modo distinto a como es en realidad”. El perdón puede implicar un análisis de las causas de la conducta inadecuada, empatizar, entender, etc., por qué se hizo lo que se hizo, pero no con el fin de hacer como que eso no ha ocurrido o no es importante, no con la intención de justificar los actos del otro.

Tranquilizarse es un estado físico, psicológico y emocional previo al perdón, implica poder pensar o hablar del problema con mucha más calma. Ello no significa que el acontecimiento tenga menos importancia para nosotros ni que no tengamos que implicarnos en entenderlo, en solucionarlo o en aceptarlo. Tranquilizarse es muy útil, pero no es sinónimo de perdonar. Parte del perdón incluye tener conciencia de que en la vida existen conflictos y de que hay opciones para resolverlos.

El perdón forzado, las treguas y el pseudoperdón Esto lo vemos mucho en los casos de los niños, cuando están en plena disputa y sus padres o un profesor les dicen que se pidan perdón y que olviden el problema, los niños, con cara de pocos amigos y casi sin mirar al otro dicen: perdón, supuestamente se han perdonado, pero ¿es realmente así? Pasa en adultos también, cuando parece que decidimos darnos una tregua, “Vamos a hacer borrón y cuenta nueva”, ¡como si fuese tan fácil! Lo cierto es que el auténtico perdón implica un proceso de análisis y de reestructuración cognitiva por las partes ofendidas, hay que darse un tiempo para tranquilizarse y para evaluar si realmente hay un problema, si no lo hay, si puede o no solucionarse, etc.

El deseo de justicia, de compensación y de sentirse bien:

En cuanto al deseo de justicia o de compensación, esta opción implica que el que se siente víctima sólo se sentirá bien cuando haya podido ejercer su revancha. El perdón no implica ese ojo por ojo, no implica necesariamente una compensación, puede que al hablarlo se llegue a algún acuerdo y que el que dañó quiera de algún modo compensarlo, pero no es un requisito obligatorio.

En cuanto a sentirse bien, el perdón puede o no llevarnos a sentirnos bien, perdonar no implica necesariamente que no sigas sintiéndote mal por algo que ha conllevado la acción del que te hirió, por ejemplo en el caso de un atropello por negligencia con el alcohol en el que hay una muerte de un ser querido, perdonar no hace que ese duelo desaparezca, sin duda nos quita un sentimiento negativo, pero no los otros. Además, teniendo en cuenta que el perdón requiere de tiempo, en el transcurso de ese tiempo puede crecer y decrecer.

Condenar implica culpar y censurar al agresor, algo muy alejado del auténtico perdón. condenar nos aleja de la paz interior y el perdón nos acerca, así que no pueden ser lo mismo en absoluto. muchos aquí dicen: si siente lo que yo sentí me sentiré mejor, pero preocupémonos si pensamos así, no es bueno ese deseo de venganza.  además de que el dolor que hemos sentido no se diluye porque otro sienta otro, eso no es cierto, nuestro dolor es nuestro y todo y que otro sufra nuestro dolor seguirá ahí y seguirá siendo nuestro. 2662026

Como habéis podido ver, hay muchos términos que entendemos como perdón y que en realidad no lo son. El perdón tiene múltiples beneficios tanto para uno mismo como para las relaciones interpersonales que mantiene, hay que trabajar en él, no basta con aceptar que a uno le cuesta y que lo ve complicado sin ni siquiera intentarlo.  Vale la pena, se vive mejor soltando las emociones negativas que realmente sobran, ya convivimos con algunas de las que no podemos deshacernos tan fácilmente porque nos toca vivirlas, hay que trabajar en no regalarnos más emociones negativas de las necesarias, hay que trabajar en el “humanizarnos”, en el entender y aceptar que el ser humano se equivoca, que no es perfecto, que comete errores y que sus actos tienen consecuencias, sí, pero que no hace falta ni recordarlo eternamente, ni hacerlo pagar, ni culparle y hacerle cargar con ello eternamente.

Es necesario que hagamos más ejercicios de amor de verdad, hacia la vida, hacia las personas y hacia nosotros mismos.

¡Ánimo! Vale la pena!

 

Fuente para la realización de este post: el libro «El manejo de la agresividad» de Howard Kassinove y Raymond Tafrate.