calma

Me equivocaría otra vez

By | Aceptación | No Comments

Hace unas semanas tuve una charla con amigas en la que salió el tema de repetir o no, aquellas experiencias de nuestra vida que sin duda nos han marcado y nos hicieron daño.
Se cuestionaba el hecho de si pasado el tiempo, creían o no que lo volverían a vivir.
La respuesta fue unánime: ¡SÍ!


¿Qué implica esa respuesta? ¿No haber aprendido de la vida o haber sanado la experiencia y haber aprendido con el paso del tiempo que aquello, (por mucho que implicase dolor), había valido la pena por distintos motivos?
Aprender de la experiencia no implica pensar que fue una locura haberse dejado llevar en aquel momento.
Por aquel entonces, eramos quiénes eramos, vivíamos lo que vivíamos, sentíamos lo que sentíamos y creíamos que en absoluto era una mala idea dejarse llevar. Por lo tanto, ¿pasado el tiempo, deberíamos enfadarnos con nosotros mismos por no haber sabido decir no o por no haber sabido gestionar de otro modo la situación? ¿Para qué?
Parece más sensato, realista y sano entender y aceptar que en la vida a veces uno se deja llevar por la corriente y que por suerte, casi siempre termina saliendo.
Parece más sano entender que en ese momento en realidad, nos escuchábamos a nosotros mismos y nuestra mente, (equivocada o no), nos invitaba a sentir lo que teníamos en frente.
La verdad es que yo me equivocaría otra vez, hoy no volvería a dejarme llevar ante la misma situación, (o eso quiero pensar y creer), , pero porque hoy ya no soy la misma persona, pero sin duda, sintiendo y pensando lo que sentía en el pasado, estoy segura de que dejarme llevar en aquel momento fue una buena elección.
Las aventuras implican muchas veces que el resultado del viaje no sea el esperado, pero no por ello no merecen la pena, al contrario, gracias a ellas hoy somos los que somos.
Tenemos muchas tareas pendientes en la vida, y una de ellas es la de relacionarnos con amor con nuestro pasado, con la persona que eramos y con nuestras decisiones de entonces.

¿Quieres que se hable bien de ti?

By | Aceptación, Autoestima, Confianza en uno mimso | No Comments

 

Hace mucho que quería poner esta imagen, me encanta, la uso un montón en consulta, me parece ¡taaaaan cierta!
Al final, ni haciéndonos el muerto TODOS hablarían bien de nosotros. Hay quien directamente no sabe hablar bien de los demás, bueno, no es que no sepan, es que algunos no quieren tomarse esa molestia, (si supiesen que sobre todo es bueno para ellos…).
No estamos libres de las críticas, no estamos libres de los comentarios o juicios acerca de nuestra persona o de nuestras conductas, pero

¿Hasta qué punto son importantes esas críticas?
¿Hasta qué punto hemos de adaptarnos a los deseos de las otras personas?
¿Hasta qué punto hemos de medir nuestra libertad por agradar a todos?
¿Hasta qué punto es realista nuestra meta, se puede agradar a todo el mundo?
En consulta vemos que se sufre mucho por esto, y lo peor es que en la mayoría de los casos, la preocupación del «qué dirán» no incluye a personas significativas de nuestra vida, sino todo lo contrario, sobre todo parece como que no nos hemos parado a pensarlo, porque en realidad nos preocupa que opinen mal de nosotros personas que no dan mucho o ningún sentido a nuestra vida. ¿Para qué les damos el poder de decidir por encima de nosotros a ellos?
En el caso de las críticas de las personas significativas, de las que sí que nos importan y sí que dan sentido a nuestra vida, obviamente a todos nos gusta agradar, todos tenemos ese propósito consciente o inconsciente de recibir siempre la aprobación, pero una vez más no es realista el pensar que nuestras decisiones siempre gustarán a todos y que por lo tanto tenemos fórmulas para evitar que se pueda hablar mal de nosotros.
Hay que aceptarlo, darle el valor que tiene y no desviarse de la realidad, al final, la calma uno la logra haciendo lo que desde «sus zapatos», siente que es lo mejor en ese momento y eso eso lo que debe hacer si pretende tener una conciencia tranquila.
No estoy invitando a no pensar en nadie más que en uno, en absoluto, pensar en uno también incluye pensar en las consecuencias de nuestras decisiones para las personas a las que queremos, pero… no es buena idea siempre valorar más los intereses de los otros que los propios.
Al final, ni haciéndote el muerto te vas a librar.
¡Feliz fin de semana!

Yo no doy el primer paso, que lo de él, que lo de ella… y la quietud se hace eterna

By | Solución de problemas | No Comments

Curioso el ser humano… Muchos os veréis reflejados en esta imagen. Muy probablemente habréis vivido situaciones similares, momentos en los que queremos mucho a alguien y en realidad lo que más desearíamos sería acercarnos y arreglar ese problema que nos mantiene alejados y que nos tiene enfadados cuanto antes, pero al mismo tiempo, algunas de nuestras emociones o de nuestros pensamientos nos impiden llevar a cabo ese acercamiento. Al final somos como la pareja de la foto. «Debería» acercarse él…. «Debería» acercarse ella… Y al final, unos por otros la distancia se alarga y el malestar aumenta y se prolonga, en algunos casos llega a durar días, semanas o inclusos meses y/o años, y al final, ¿para qué? ¿Qué obtenemos del orgullo y de la cabezoneria?


Hay parejas, amorosas, de amig@s, de herman@s, de compañer@s de trabajo, etc., que llegan a distanciarse eternamente por negarse a dar un paso hacia delante, por creer que es la otra persona la que «debe» darlo.
Jamás he sido fan del orgullo, entre otras cosas porque me gusta sentirme en paz con mi conducta y porque si alguien me importa de verdad, me importa lo suficiente como para no querer vivir con él/ella situaciones tan incómodas como la de la imagen.
Cuidarse a uno mismo al final también incluye hacer que las relaciones que nos importan mucho funcionen. Si la otra persona es más terca vale la pena dar ese paso, al final el malestar nos lo ahorramos nosotros mismos y además colaboramos en ahorrárselo a esa persona valiosa para nosotros.
Todos tenemos momentos de no acuerdo, faltaría más, pero al final, hablando se entiende la gente, ¿no? Desde luego mirando cada uno hacia un lado difícil encontrar soluciones eficaces a nuestros problemas.
Apartarse un poquito si es que estamos realmente «muy enfadados» para dejar que baje tanta emoción antes de hablar bien, pero una vez reducida, ¡Resuelve!

Saber ser feliz con lo que tienes: eso es la riqueza

By | sentido de vida | No Comments

Aprender a valorar lo que da sentido a nuestra vida, aquellas pequeñas pero a la vez inmensas cosas por las que nuestra vida tiene sentido, aquellas que hacen que nuestro día a día valga la pena y que sin duda, sin ellas no sería lo mismo. Agradecer, centrarnos en lo que funciona, aprender a decir gracias por lo menos el doble de veces de las que hacemos una crítica.
Hacer balance no sólo de lo que nos gustaría obtener, sino también de lo que ya disponemos.
Disfrutar todo lo que hoy nos da la vida. Detenernos por un instante para ser conscientes de lo afortunados que somos.
Ser optimistas y contribuir a que nuestra vida funcione.
Sentirnos en calma con lo que hoy nos rodea, sin que ello implique que renunciemos a tener propósitos. Tenerlos, pero que uno de ellos también sea agradecer.

¡Tranquilos, nada está bajo control!

By | Aceptación, ansiedad | No Comments

A veces pensamos que si tuviéramos una varita mágica nos gustaría poder controlarlo todo, que las cosas fuesen como a nosotros nos gustaría, que las personas pensasen y reaccionasen como a nosotros esperábamos que lo hicieran, que todo fuese exactamente igual a como es en nuestra mente. Lo cierto es que no nos hemos parado a pensar en la realidad que eso implicaría, ¡menudo rollazo! ¡Nada nos sorprendería! En ocasiones no pensamos realmente en las cosas que llegamos a desear, en las consecuencias que tendría el que nuestro deseo se cumpliese.


¿Calma! Nada está controlado, y eso es justamente lo que hace que la vida pueda tener siempre sorpresas que mostrarnos, eso es lo que hace que tengamos ganas de vivir, de crear, de soñar, de ilusionarnos.
Tendemos a pretender tenerlo todo bajo control, pero, ¿os habéis planteado cuál es el fin que se pretende al ir tras esa meta? ¿os habéis planteado cuáles serían las consecuencias de ocurrir así?
Pretender controlar sólo hace que descontrolarlo todo aún más, cuidado con las metas inalcanzables que nos marcamos, sobre todo si además ni siquiera nos hemos planteado si son buenas o peores.

Calma

By | sentido de vida | No Comments

Calma, calma y más calma. Eso es lo que la mayoría necesitamos y lo que tanto nos cuesta encontrar. Calma para entender que lo que sentimos pasará, calma para entender conductas de otros que no entendemos, calma para entender lo que nos parece injusto, calma para demostrarnos a nosotros mismos que podremos con lo que ahora nos está atormentando, calma para que finalmente podamos ver que lo que ahora sentimos quizás sólo es fruto de las emociones pero no real, calma para poder hacer nuestras cosas, calma para poder hacer aquello que nos apasiona y disfrutarlo, calma para poder dedicarnos a nosotros mismos, calma, algo de lo que todo el mundo habla y que no muchos sienten.
Lo cierto es que es de lo más importante, es de lo mejor a lo que podemos aspirar, a sentirnos bien con nosotros mismos, con nuestra vida y con lo que la forma.
Cuando uno encuentra la calma, entonces realmente sí que es afortunado, pero lo cierto es que para alcanzarla, primero hay que aceptar las montañas rusas que vengan, hay que darles su tiempo y su espacio, hay que permitir que dejen en nosotros lo que tengan que dejar.
Calma, calma, calma. Todo llega, pero para ello uno mismo ha de poner de su parte.

Acostumbrarse a lo que no nos hace bien, ¿para qué?

By | Autoestima | No Comments

Resulta curiosa la capacidad del ser humano para habituarse a cualquier cosa, como llegamos a acostumbrarnos a compartir tiempo con alguien que no nos suma, como llegamos a normalizar situaciones que poco tienen de normal.


Dicen que si el malestar es a cuenta gotas, día a día, no nos damos ni cuenta y con el tiempo un día nos asombramos a nosotros mismos de no haber percibido la realidad de la situación. Pero es cierto, resulta más sencillo detectar algo que no va bien si el malestar se produce de pronto que si se va acumulando poco a poco.
Ocurre que llega un punto en el que uno no sabe por qué está dónde está, por qué normaliza cosas que no le hacen bien, pero en muchas ocasiones, tardamos en hacer el click, nos cuesta ver desde otra perspectiva.
Sólo puedo decir a esto que os escuchéis, que hagáis caso a vuestras emociones, a vuestras sensaciones y a las reacciones que tenéis. Si no os gustan, si no las creéis apropiadas para la situación buscar el problema y darle el valor que tiene. ¿Si un/a amigo/a te explicase lo mismo que tú estás lo viviendo qué le dirías? A veces esa pregunta ayuda a detectar si la normalización que estamos haciendo tiene o no razón de ser.

¡Feliz día!

Soltar y decidir alejarse de las personas que nos restan

By | Aceptar la realidad, Amor, aquí y ahora, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, Relaciones personales | No Comments

Hace unas semanas que en diferentes situaciones y ante gente distinta se plantea el tema de soltar a aquellas personas que no nos dejan ir para adelante o que nos dificultan ese fluir diario. El tema, sobre todo se me ha planteado en aquellos casos en que esas personas, “supuestamente” deberían sí o sí permanecer siempre en nuestras vidas y además hacerlo siempre sumando, ¿Qué casos son esos? Aquellos en los que se trata de familiares o personas que durante mucho tiempo fueron muy significativas en nuestra vida, bien por la relación que mantuvimos con ellas o por el rol que desempeñan, por su posición.

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Sobre todo en los casos de familiares, soltar resulta muy complicado para aquellas personas que se hacen conscientes de que esa compañía no les hace bien en su vida. Todos pensamos que alejarnos de una madre, un padre, unos hermanos, unos tíos o cualquier otro familiar es casi como anti natural, y sí, parece que en principio con esas personas deberíamos no sólo estar manteniendo una buena relación sino además poder mantenerla siempre.

Sí, eso en principio debería ser lo que ocurriese, o al menos eso nos han contado o hecho creer, pero lo cierto es que: “Bienvenido a la vida adulta, las cosas no siempre son como te gustaría que fuesen”, hay personas que por muy padres, madres, hermanos, hijos, tíos, primos, amigos o lo que sea que sean, no son ni buenas personas ni mucho menos buenas compañías. Cuesta soltar aquello que nos dicen que no debemos soltar o aquello que de alguna forma sentimos que está unido a nosotros, pero ¿Quién decide eso en nuestra vida? ¿Quién decide de quién nos rodeamos y con quién queremos dedicar nuestro escaso tiempo en este viaje?

Hace no mucho fui a la boda de una de mis mejores amigas y allí, sólo habían seres queridos, nadie invitado por compromiso, la anterior a la que había ido estaba llena de personas que no sabían qué hacían allí, yo era una de ellas, después de aquel día, decidí que nunca más iré a un evento así al que no quiera ir y no solamente eso, sino que a mis eventos, no vendría nadie que yo no quisiese que viniese de verdad. ¿Por qué digo esto? Porque forma parte de una de las conversaciones que me ha hecho plantearme este artículo, si mañana te casases ¿querrías verdaderamente invitar a todos tus familiares o a todos tus supuestos amigos? Si la respuesta es no, pregúntate por qué no lo harías, qué hace que no sientas ese vínculo, quién es el responsable de que no exista o de que no se mantenga, quién es el responsable de que no cambie, si verdaderamente te importa que ese vínculo exista y qué has hecho tú por hacer que aporte y sume. Si crees que no te nace, que no te suman, que no te aportan nada bueno ¿Deberías invitarles? ¿Por qué?  ¿Para qué?

Hay veces en las que uno trata de mantener un vínculo, muestra interés sano, trata de cuidar y mejorar una relación, se interesa por ella y por hacer que prospere, pero que uno se esfuerce mucho en que eso ocurra no garantiza nada. En ocasiones la otra parte no comparte en ningún caso ese interés contigo y por lo tanto esa relación al final sólo se mantiene por compromiso, porque se da por hecho que así debe ser aunque la realidad es que a ninguno de los dos les proporciona ninguna satisfacción dedicar ese tiempo al otro, cuando en verdad ambos se sentirían más aliviados deshaciéndose de esa carga que implica el mantener de algún modo ese vínculo.

Si somos conscientes de que nuestra vida es finita, que es nuestra y que podemos elegir con quién compartirla ¿por qué malgastamos tiempo con personas que no nos aportan nada y que no muestran ningún interés real por nosotros? ¿Para qué?

Una cosa muy triste en la vida es esperar eternamente esos gestos de amor de quién crees que debería sentirlos por ti y mostrártelos. La realidad es que en ocasiones esa persona no los siente por ti, porque no quiere, porque no tiene interés o porque no sabe, no me importa, al final es lo mismo, tú esperas y esperas y nada cambia ni llega nunca. Esa sensación de no entender por qué no nos quieren más o mejor cuando así “entendemos” que debería ser, esa sensación de estar eternamente a la espera nos posiciona en un lugar nada agradable que nos va minando y entristeciendo, que nos hace víctimas y nos invita a creer que tenemos que resignarnos y aceptar que esa debe ser la relación ¿Quién dice eso? ¿Por qué no podemos elegir decirle: ¡Adiós! No me haces bien, no vas a hacerlo porque ni sabes ni quieres y yo a mí mismo me quiero regalar lo mejor ¿Por qué tenemos que mantener relaciones que nos hacen entristecer porque supuestamente deberían sumarnos? ¿Por qué tenemos que compartir tiempo con personas que no nos quieren y a las que en realidad nosotros tampoco queremos o sí, las queremos, pero a costa de querernos mal a nosotros mismos?

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¿Es difícil soltar? Bueno, la respuesta depende de cada uno, piensa: ¿cuánto de difícil te resulta mantener esa relación y estar siempre a la espera o en discusiones y decepciones constantes? ¿Para ti tiene más sentido soltar la relación y liberarte de esa carga sobrante o mantener la relación aceptando esos pesos? En base a hacia dónde se decline más la respuesta a tu pregunta costará más o menos entender por qué difícil o no, tenemos que tomar una decisión y llevarla a cabo.

Yo lo tengo claro y creerme si digo que sé de lo que hablo, en la vida, en este corto viaje, lo más importante somos uno mismo, nuestra paz y felicidad y poder compartir nuestra vida con esas personas a las que queremos, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Elígete a ti por encima de cualquier “supuesto compromiso”, no le des el poder a nadie de amargar tus días, y mucho menos a alguien a quién en realidad no le importas o no te importa a ti, con el tiempo te lamentarás de ello, no vale la pena.

La vida es nuestra, es vivirla, sentirla, reírla, amarla, compartirla, disfrutarla, aceptarla con lo bueno y lo mano, lo duro y lo fácil, no seamos los encargados de complicarla de más. Quiérete y quiérela, si te cuidas estarás cuidando todo lo que de verdad te importa. Suelta todo aquello que te impide fluir, toma sabias decisiones escuchando tu corazón y no las voces de los “debería”.

Diferencias entre el perdón y otros conceptos.

By | Aceptar la realidad, Amor, Autoestima, Perdón | No Comments

 

2661773 La realidad es que la vida está llena de aspectos increíbles y fascinantes pero también de decepciones, de cosas que nos duelen y de conflictos, así es, la vida tiene absolutamente de todo, bueno y malo, enfadarse cada vez que algo “malo” nos ocurre o nos hacen es en parte normal, tenemos ciertas resistencias a la hora de aceptar que las cosas no siempre son como nosotros quisiéramos, pero el perdón hacia uno mismo y hacia los otros es básico para el fluir de las relaciones y para poder gozar de la vida.

Es extraño que en las relaciones con los amigos, los conocidos, los familiares o los compañeros de trabajo no existan ofensas interpersonales en forma de desatención, decepción, rechazo o engaño, son muy pocas las personas que a día de hoy pueden afirmar no haber tenido ningún episodio negativo con otra persona en su vida.

Personalmente creo que la sociedad actual, en términos «muy generales», o al menos la población joven, está más o menos acostumbrada ya a leer referencias de la inteligencia emocional, a entender la diferencia entre percepción y realidad, entre pensamiento y emoción, a cuestionarse, etc. y este hecho, nos lleva a que hoy en día ya son muchas las personas que entienden la importancia de incorporar el perdón a sus vidas, que saben que más que un detalle con el otro es un detalle con uno mismo y que por lo tanto vale la pena esforzarse por lograr deshacerse de los pesos de la rabia, el rencor, la culpa, el papel de víctima y el enfado, sobre todo porque los estados a los que nos lleva el no lograr perdonar o perdonarnos nos predisponen a acciones negativas hacia nosotros mismos y hacia los otros o incluso nos llevan a padecer enfermedades fruto de la activación fisiológica.

Todo y que muchos dicen que saben perdonar y que perdonan, en consulta, los psicólogos vemos que hay ciertas confusiones con el término, que algunos sí que lo entienden y además lo saben llevar con más o menos esfuerzo a la práctica, pero otros confunden su definición y/o no saben cómo hacer para perdonar de verdad.

Lo cierto es que el perdón nos permite no sólo liberarnos del pasado sino además nos ofrece la posibilidad de poder vivir una vida más plena en el futuro y eso no puede ser más que interesante para la felicidad de uno mismo.

Como he dicho hay muchos términos que se confunden con el perdón, por lo tanto, a continuación aclararé cada uno de ellos:

El perdón implica un cambio cognitivo, todo y ser conscientes de los hechos negativos que nos han generado malestar dirigimos nuestra atención hacia el lado bueno del ofensor. Esta actitud nos lleva por una parte a la disminución de: la reactividad fisiológica, la frecuencia, intensidad y duración de los pensamientos rencorosos y el anhelo de venganza y por otra parte, nos conduce al aumento de las conductas adaptativas. Aunque puede que no lo olvidemos, sin duda no implica echarlo en cara puntualmente ni hacer sentir mal al responsable de ese dolor. Sorprendentemente, el perdón puede incluso llevarnos a ser comprensivos y generosos con el ofensor dedicándole tiempo y atención contribuyendo a su cambio.  Un ejemplo increíble de esto último que digo de incluso ayudar al agresor lo podemos ver en este vídeo de Human en el que una madre que pierde a su hija en manos del que era su pareja ayuda al asesino de su hija a ser mejor persona y le perdona.

https://www.youtube.com/watch?v=N1WdfVWo1pQ

Aceptar implica indiferencia y una falta de motivación para cambiar los aspectos aversivos del mundo que nos rodea. El perdón deja abierta la opción de luchar por el cambio, la aceptación no busca ese cambio sino el lograr la paz asumiendo la realidad tal y como es. Por ejemplo, podemos perdonar a nuestra pareja o a nuestros hijos por algo que hayan hecho y que nos haya dañado o sentado mal pero al mismo tiempo con intención de hablarlo para minimizar la probabilidad de que vuelva a ocurrir el mismo suceso en el futuro.

Disculpar implica minimización, es como hacer ver que no pasa nada aunque verdaderamente sí que esté pasando algo. Por ejemplo: “sí, es verdad que cuando se enfada grita mucho o pega golpes contra las puertas o lo que encuentre, pero en el fondo eso pasa poco y es muy buena persona, no es grave, hay cosas peores en la vida además intenta no hacerlo y siempre pide perdón”. Disculpar y perdonar no son en absoluto lo mismo, el que perdona admite la existencia de esas conductas negativas y las valora como tal, ni implica ni minimizar el problema ni ignorar la necesidad de buscar soluciones.

Adoptar una postura neutral implica no tomar ningún partido en los conflictos, no posicionarse ni hacia el lado de la víctima ni hacía el lado del agresor, quedarse quieto, hacer como que ese hecho no va con nosotros. La neutralidad puede provocar más problemas en el futuro, hay situaciones en la que sí o sí deberemos posicionarnos y generar cambios para que no vaya a más.

Olvidar perdonar no quiere decir olvidar, este matiz es muy discutido, las personas que son conscientes de que han dañado a menudo repiten frases como: “pero si me has perdonado, ¿por qué no lo olvidas ya?”, no es tan fácil, ni tampoco necesario. El perdón lo que nos permite es cambiar la atención, focalizarla en otros aspectos y reducir nuestras obsesiones en relación a la conducta que nos dañó y hacia el malestar que sentimos por el responsable de ese dolor, hace que ese recuerdo y ese malestar desciendan poco a poco, pero no tiene por qué implicar eliminar ese recuerdo de nuestra historia.  2661783

Justificar implica dar explicaciones a las conductas inadecuadas para restarles importancia. Por ejemplo: “Es que cuando bebe y además tiene problemas en el trabajo se pone agresivo, es el alcohol y el estrés que sufre el que le hace comportarse de un modo distinto a como es en realidad”. El perdón puede implicar un análisis de las causas de la conducta inadecuada, empatizar, entender, etc., por qué se hizo lo que se hizo, pero no con el fin de hacer como que eso no ha ocurrido o no es importante, no con la intención de justificar los actos del otro.

Tranquilizarse es un estado físico, psicológico y emocional previo al perdón, implica poder pensar o hablar del problema con mucha más calma. Ello no significa que el acontecimiento tenga menos importancia para nosotros ni que no tengamos que implicarnos en entenderlo, en solucionarlo o en aceptarlo. Tranquilizarse es muy útil, pero no es sinónimo de perdonar. Parte del perdón incluye tener conciencia de que en la vida existen conflictos y de que hay opciones para resolverlos.

El perdón forzado, las treguas y el pseudoperdón Esto lo vemos mucho en los casos de los niños, cuando están en plena disputa y sus padres o un profesor les dicen que se pidan perdón y que olviden el problema, los niños, con cara de pocos amigos y casi sin mirar al otro dicen: perdón, supuestamente se han perdonado, pero ¿es realmente así? Pasa en adultos también, cuando parece que decidimos darnos una tregua, “Vamos a hacer borrón y cuenta nueva”, ¡como si fuese tan fácil! Lo cierto es que el auténtico perdón implica un proceso de análisis y de reestructuración cognitiva por las partes ofendidas, hay que darse un tiempo para tranquilizarse y para evaluar si realmente hay un problema, si no lo hay, si puede o no solucionarse, etc.

El deseo de justicia, de compensación y de sentirse bien:

En cuanto al deseo de justicia o de compensación, esta opción implica que el que se siente víctima sólo se sentirá bien cuando haya podido ejercer su revancha. El perdón no implica ese ojo por ojo, no implica necesariamente una compensación, puede que al hablarlo se llegue a algún acuerdo y que el que dañó quiera de algún modo compensarlo, pero no es un requisito obligatorio.

En cuanto a sentirse bien, el perdón puede o no llevarnos a sentirnos bien, perdonar no implica necesariamente que no sigas sintiéndote mal por algo que ha conllevado la acción del que te hirió, por ejemplo en el caso de un atropello por negligencia con el alcohol en el que hay una muerte de un ser querido, perdonar no hace que ese duelo desaparezca, sin duda nos quita un sentimiento negativo, pero no los otros. Además, teniendo en cuenta que el perdón requiere de tiempo, en el transcurso de ese tiempo puede crecer y decrecer.

Condenar implica culpar y censurar al agresor, algo muy alejado del auténtico perdón. condenar nos aleja de la paz interior y el perdón nos acerca, así que no pueden ser lo mismo en absoluto. muchos aquí dicen: si siente lo que yo sentí me sentiré mejor, pero preocupémonos si pensamos así, no es bueno ese deseo de venganza.  además de que el dolor que hemos sentido no se diluye porque otro sienta otro, eso no es cierto, nuestro dolor es nuestro y todo y que otro sufra nuestro dolor seguirá ahí y seguirá siendo nuestro. 2662026

Como habéis podido ver, hay muchos términos que entendemos como perdón y que en realidad no lo son. El perdón tiene múltiples beneficios tanto para uno mismo como para las relaciones interpersonales que mantiene, hay que trabajar en él, no basta con aceptar que a uno le cuesta y que lo ve complicado sin ni siquiera intentarlo.  Vale la pena, se vive mejor soltando las emociones negativas que realmente sobran, ya convivimos con algunas de las que no podemos deshacernos tan fácilmente porque nos toca vivirlas, hay que trabajar en no regalarnos más emociones negativas de las necesarias, hay que trabajar en el “humanizarnos”, en el entender y aceptar que el ser humano se equivoca, que no es perfecto, que comete errores y que sus actos tienen consecuencias, sí, pero que no hace falta ni recordarlo eternamente, ni hacerlo pagar, ni culparle y hacerle cargar con ello eternamente.

Es necesario que hagamos más ejercicios de amor de verdad, hacia la vida, hacia las personas y hacia nosotros mismos.

¡Ánimo! Vale la pena!

 

Fuente para la realización de este post: el libro «El manejo de la agresividad» de Howard Kassinove y Raymond Tafrate.

 

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

By | Autoestima | No Comments

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

¿Por qué siento que no doy valor a lo realmente importante?

 ¿Por qué doy mucho valor a aspectos que realmente no lo tienen?

¿Qué me está impidiendo ser feliz?

¿Puedo hacer algo para serlo?

Algunas de estas preguntas obtienen su respuesta cuando trabajamos nuestro sentido de vida y conectamos con él.
¿Cómo afecta a la psique humana el no saber cuál es el sentido de su vida, o el saberlo y no darle el valor que realmente merece?
Una vez hemos reflexionado y detectado el sentido que tiene amar la vida, uno decide entonces, si quiere evolucionar con ese aprendizaje, amar para lograr su felicidad, su calma y su paz, o no. Aquí viene algo realmente importante, empezamos a hablar de una decisión personal y consciente, de una actitud, o decides cambiar y ayudarte a caminar consecuentemente con tu sentido de vida y tienes una actitud orientada al respeto por uno mismo, o estarás de nuevo ignorando lo que realmente es importante para ti, y dándole ese valor, a aspectos que no lo tienen.

Cuando no colaboras en tu propio bienestar, sientes desgaste de energía vital, te sientes triste, decepcionado, frustrado, impaciente, furioso, depresivo, poco válido, incapaz, ansioso, etc. y por lo tanto, muy lejos de sentirte en paz y feliz.
Tener un propósito en la vida, proyectarnos al futuro es buenísimo, uno necesita a veces saber hacia dónde va, pero, centrarse sólo en el futuro, en «cuando tenga esto», «cuando consiga aquello…» nos hace olvidarnos de que hoy, también podemos hacer cosas que nos dan felicidad, el presente no puede ser exclusivamente un medio para un fin. La vida, de momento, es hoy.
La atención cada vez la ponemos más lejos de nuestro interior. Somos nuestros propios desconocidos, hasta que un día, el alma nos hace “toc toc” y no sabemos interpretar quién nos llama.
Yo hablo siempre de nuestras responsabilidades en la vida, de ser consciente de que tenemos un papel protagonista en ella, hay personas que esto aún no lo han integrado. Si yo elijo sentirme bien, deberé actuar consecuentemente, tendré que dar sentido a mi sentido, tendré que integrar en él lo que verdaderamente es importante, crearlo, mejorarlo, transmitirlo. Tengo una responsabilidad enorme conmigo mismo, puedo garantizarme el tratarme bien, independientemente de lo que ocurra a mi alrededor, yo puedo seguir cuidándome y deseándome lo mejor, entonces, ¿por qué no hacerlo?

En ocasiones resulta útil hacer un cambio en los valores, no basarlos tanto en aspectos materiales y superficiales de la vida como pueden ser tener trabajo, dinero, una gran casa, éxito, una cara sin arrugas, un cuerpo perfecto, etc. Sino en aspectos más importantes, más sensitivos.

Personalmente, como este tema me apasiona, lo suelo trabajar en consulta, al final del tratamiento, es mi regalo para los pacientes, les invito a que hagan esa reflexión. Cuando lo trabajo, temas que suscitaban conflicto durante la terapia con uno mismo, o con sus relaciones personales, dejan de provocarlo. Por ejemplo, si discuto mucho con mi pareja por el dinero, por la limpieza, o por quién se acerca antes para resolver un problema, si esos detalles no están incluidos en mi sentido de vida, me hago consciente de que en realidad, les estoy dando un valor que realmente no tienen y que eso, hace que se lo reste a otras cosas que quizá sí que son muy importantes para mí, por lo tanto, aspectos que hasta ahora nos generaban malestar ya no nos lo generan, o por lo menos, ya no con la misma intensidad.

El sentido de vida se ha investigado mucho observando y aprendiendo de experiencias cercanas a la muerte y en moribundos, y es que hay tener en cuenta que la vida es finita, y que por lo tanto, si hoy tienes la suerte de vivir, quizás deberías pensar en lo que es realmente importante y hacer que esos aspectos adquieran la importancia que de verdad han de tener en nuestra vida.

No hay que tener miedo a la muerte, pero hay que ser consciente de que la vida es limitada, y que la muerte puede ser inminente, por lo tanto, vale la pena plantearse: ¿qué es importante para mí? y dedicarnos a cumplirlo, o por lo menos tratar de garantizarlo.

Alguna vez en consulta he preguntado: ¿qué querrías que recordasen de ti cuando mueras? ¿cómo te gustaría que te definieran?, esas cualidades que desearías que recordasen al pensar en ti, deben estar presentes en la actualidad, y si no es así, hay que empezar a crearlas en nosotros. En cambio, las que no queramos que relacionen con nosotros, hay que trabajarlas para que no lo estén, vuelvo a recordar que somos libres para decidir, y por lo tanto somos responsables de nuestras decisiones.

El sentido de la vida es escucharse a uno mismo, hacerse caso, cuidarse, amarse y amar bien a todas las cosas/personas que se ama, sentirse en paz con uno mismo. Es saber quién eres, qué cualidades humanas te parece que son necesarias de cultivar. Una vez detectadas, tengo que buscar cómo crearlas, y no sólo conmigo mismo, sino también con las personas que componen mi sentido de vida.
Para lograrlo, lo importante es aprender a amar, a amarnos, a amar a la vida, a las personas, a la naturaleza, etc., y una vez lo hemos aprendido, hemos de colaborar en mantenerlo y ser consecuentes con ese aprendizaje.
Finalmente, el sentido de la vida, para mí se resume en sentirme en paz, sentirme bien conmigo misma, aceptar que todo y que pueda tener problemas, la vida es una maravilla y es mía, la vivo yo, la puedo elegir, la puedo cambiar y puedo escoger también cómo sentirla.

Para ti, ¿en qué se resume tu sentido de vida? ¿colaboras con él? ¿qué te lo impide?