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Dedica más tiempo a lo nuevo que a lo viejo. Dedica más energía al crear que al recrear. Dedícate más a hacer que a pensar. 

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Es evidente que el mensaje tiene lógica, pero, ¿y lo que nos cuesta dejar de conectar con lo que nos hiere? 


Mis pacientes y todos los que me conocen saben que el concepto ser feliz todo el rato me espanta, no creo en él ni tampoco lo quiero, me temo que sería evidencia de que no vivo en el mundo real. Yo quiero que me pasen cosas, buenas, regulares, malas, las que sean, ¡pero que pasen!

Bien, ser feliz todo el rato no, pero ¿todo el rato triste? ¡Tampoco! 


Tanto bueno como malo, nuestra vida sigue, y nosotros tenemos que seguir con ella, tenemos que dejarla hacer y también tenemos que dejarnos sentir y sorprender. 


Sin duda si ya no podemos cambiar nada del pasado no nos toca nada más que seguir hacia delante.

¿Cómo seguir?

¿Cómo seguir con ese dolor a cuestas?

Lo cierto es que no hay pócima mágica, el único secreto es procurar seguir con nuestro día a día, no abandonar todo lo que nos hacía bien, no dejarnos llevar por el malestar, ni por las rumiaciones, ni por los pensamientos pesimistas, catastróficos o desmoralizadores. Confiar en que de todo se sale y entender la importancia que tienen nuestras acciones en este proceso. Si seguimos mirando lo malo es evidente que no nos estaremos animando para seguir hacia delante y por lo tanto lo de soltar el pasado se hará imposible.


¿Quieres empezar a sentirte mejor?

Dedica más tiempo a lo nuevo que a lo viejo. Dedica más energía al crear que al recrear. Dedícate más a hacer que a pensar. 

Y todo pasa…

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Todo pasa, todo.
Sabemos que al principio vivimos las cosas mucho peor de lo que son, las sentimos así y confundimos lo que sentimos con la realidad, pero al final la experiencia nos enseña que las emociones van cambiando con el paso del tiempo, y que con ese cambio, nuestra percepción de la realidad también va cogiendo otras formas.
En los momentos en los que peor nos encontramos es cuando más tenemos que tener en cuenta esto, si queremos seguir sintiéndonos ancla aunque haya mucha marea, necesitaremos por lo menos ver algo de claridad, puede que no la sintamos ahora, pero por lo menos que podamos creer en que con el tiempo, como tantas otras veces o en tantas otras situaciones, iremos sintiendo otras emociones y por lo tanto veremos que aquello que parecía tan terrible, en realidad no lo era tanto.

Puede que haya alguna que otra tormenta a tu alrededor, pero no dejes que esta te arrastre y lo enfangue todo diciéndote que en esta ocasión será peor.

Seguro que si colaboras y sigues en la medida de lo posible con tu día a día, poco a poco descubrirás que sólo era una experiencia más, verás que como las otras, ésta también termina enseñándote que puedes con esto y con más. 

Confía, se te cierra una puerta y se te abren muchas ventanas.

No dudes que la vida siempre te hace favores, aunque al principio no puedas entenderlo así. 

Aceptarse

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No tiene sentido no hacerlo.
Necesitamos aceptarnos, querernos, respetarnos y valorarnos.
Mark Twain decía que una persona no puede estar cómoda sin su propia aprobación, y tenía razón, sin duda para sentir calma con la vida primero deberemos trabajar la aceptación con nosotros/as mismos/as.
Aceptarnos no implica resignarnos, ni conformarnos, ni no poder cambiar aquello que podemos cambiar. Aceptarnos tampoco implica aprobar ni mantener aquello que no nos agrada y que podría ser de otra manera.
Aceptarnos conlleva NO juzgar nuestras decisiones del pasado con dureza, por el contrario, requiere que comprendamos que en aquel momento éramos quiénes éramos, sentíamos lo que sentíamos, veíamos lo que veíamos y sabíamos lo que sabíamos. No podemos criticar nuestras decisiones pasadas porque a día de hoy entendamos que tomaríamos otras si pudiésemos hacerlo, que a toro pasado todo pueda tener otra claridad no implica que por entonces la hubiese o que pudiésemos alcanzarla. No podemos criticar quiénes fuimos porque ahora seamos de otro modo, podemos, pero no tiene mucho sentido hacerlo, es más es bastante doloroso e improductivo.
Para aceptarnos necesitaremos observar nuestra historia por completo, no sólo centrarnos en aquellos episodios en los que entendemos que fallamos, es evidente que en otros muchos podemos estar orgullosos de nosotros/as mismos/as y merece la pena detenerse también en esos recuerdos.
Para aceptarnos deberemos entender que somos humanos, como todos, y que como tal, nos equivocamos y nos equivocaremos, «el que nunca se equivoca es porque nunca hace nada», no conviene negar esa realidad ni tampoco rechazarla.
Imagina que tienes un coche que te lleva a todas partes pero que ya empieza a darte algún que otro problemilla, quieres un coche nuevo, ¿tiene sentido que puedas quererlo?, sin duda sí, podemos desear un cambio, podemos quererlo e ir a por él, ahora bien, ¿tendría sentido que odiásemos nuestro coche actual, el que nos ha acompañado y permitido tantas aventuras y que lo maltratásemos sólo porque queremos uno nuevo que tiene algunas mejoras? ¿tendría sentido que como ahora queremos otro coche sólo viésemos lo malo del actual? El coche viejo no es solamente los problemillas que pueda habernos ocasionado en el último tiempo, es mucho más que eso.
No sé si os estoy liando, (espero que no), lo que quiero decir es que por mucho que queramos otra realidad, (que podemos quererla y colaborar para que ocurra), mientras vivamos la que vivimos es importante que la amemos, que aceptemos el momento que vivimos y que lo queramos también. Necesitamos aceptar quiénes somos, reconocer nuestras valías y hablarnos con amor, lo necesitamos porque sin eso sólo haremos que construir un nuevo yo que cada día nos gustará menos. Si queremos aceptarnos sólo nos queda tratar de dar lo mejor de nosotros cada día, y para poder hacer eso es esencial tratarnos bien, con cariño, respeto y aceptación.

 

Y lo que pasó ya no habla de nuestro presente

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Entre las cosas que nos hacen perder mucha energía se encuentra el darle vueltas a una situación que no podemos cambiar, el enfadarnos y/o resignarnos con lo inevitable. Sin duda el desgaste físico y mental que eso produce es inmenso, (recuerdo, como apunte, que no tenemos tanto tiempo en la vida como para saber que lo estamos perdiendo y aún así seguir haciendo lo mismo, la cosa no está como para desperdiciar vida, ahí lo dejo).
La esencia de la vida es ir hacia delante, pero a veces nos empeñamos en seguir estando en un lugar que a día de hoy no tiene razón de ser.
Aceptar nuestro pasado es aceptarnos a nosotros mismos, aceptar nuestros actos, nuestros aciertos y nuestros fallos, aceptar nuestras pérdidas o ganancias, aceptar todo lo que ha formado parte de nuestra historia.
Negar nuestro pasado es negar nuestras experiencias, nuestros recuerdos y una parte del quiénes somos hoy.
Es evidente que de unos actos estaremos más orgullosos que de otros.
Es evidente que unas cosas nos generarán un recuerdo más o menos bonito, pero al final, lo que ha sido ha sido, no podemos echar marcha atrás, ahora sólo nos queda seguir hacia delante.
Quedarnos estancados tampoco resulta útil.
Como dicen, no podemos leer el siguiente capítulo de nuestra vida si sólo hacemos que dedicar tiempo a releer el último.  ¿Para qué? ya está, déjalo pasar, suéltalo, llora lo que tengas que llorar, háblalo si lo necesitas, acude a un profesional, viaja, haz algo, lo que sea, pero no conviertas tu vida en un eterno lamento, no te dejes llevar por la inercia y la apatía centrándote sólo en aquello que pasó de un modo distinto a como hubieses deseado, no te hagas eso, seguro que no te lo mereces, seguro que si te lo permites podrás sorprenderte de nuevo al caminar hacia delante.
Aprende de ese pasado, no trates de cambiarlo pero aprende de él. Aprende todas las lecciones que te dé: no eres perfecto/a; las cosas no siempre son como uno desearía; a veces en la vida uno pierde; a veces en la vida uno se equivoca y luego tiene que cargar con las consecuencias… Todo lo que tenga que decirte tu experiencia es conocimiento para ti, ¡úsalo!
Perdona, a quien necesites perdonar, a la vida, a ti, a quién creas que se comportó mal, perdona todo lo que te ancla en el pasado porque hasta entonces no lo podrás soltar y seguirás viviendo como máximo a medias.
Tenemos que tener en cuenta que el pasado es un sitio de referencia, no un sitio de residencia así que para poder vivir en otros lugares, necesitaremos alimentarnos de curiosidad, amor hacia la vida y hacia nosotros, y sobre todo esperanza y compasión, creer en la vida y no culparnos más por lo que no nos agrada.
El pasado siempre va a estar ahí, no podemos borrarlo porque aparece en canciones, en lugares, en frases, en gestos, el pasado constantemente hace pequeñas apariciones, es por esto que no podemos borrarlo, (sería una meta irreal), necesitamos sin duda reconciliarnos con él, permitir que se pasee por nuestra vida cuando tenga que hacerlo pero tener claro que nosotros ya no vivimos allí
Que el pasado haga actos de presencia sólo quiere decir que lo has vivido. Y ahora ya da igual si te gustó mucho o poco. Ahora ya no importa si podías haber hecho algo distinto o si no, ahora ya no estás allí. Ahora tienes otros caminos que recorrer, si te lo permites, claro…

El que siempre busca…

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Frase del maravilloso libro «La biografia del Silencio» de Pablo d’Ors, un clásico y un básico que no debe (a mi entender), faltar en ninguna librería o en ninguna mesita de noche. 

 

Esta semana, dos días consecutivos he hablado de esto con dos pacientes distintas, aunque ambas muy queridas por mi. Realmente es importante saber gestionar esas búsquedas, entenderlas, darles su espacio, permitirlas. (Sin convertirlas en el todo, como siempre con equilibrio).


Cuando nos hacemos conscientes de que en el día a día no cesamos en la búsqueda, podemos deducir que eso es señal de que de momento aún nos falta bastante aceptación de la realidad, no estamos conformes, no nos sentimos cómodos con lo que estamos viviendo, no nos termina de agradar nuestra vida o «X» circunstancia que vivimos.

Si nos falta aceptación puede ser por varias cosas:
1. Aún no sabemos cómo relacionarnos con esa realidad. Quizás nos duele que no sea como nos gustaría, nos da miedo o nos entristece, o no sabemos qué hacer con las emociones que nos dispara y que preferiríamos no tener y/o no vivir para sentirnos mejor.
2. Porque esa realidad en verdad no nos gusta lo suficiente como para aceptarla. Cuando somos conscientes de que no necesariamente tenemos que aprender a vivir en esa realidad porque la vida nos ofrece, (si nosotros lo permitimos) otras opciones. Al descubrir que la realidad no nos agrada podemos dejar de insistir en que esa sea nuestra realidad y abrirnos a vivir otras.
3. No sabemos diferenciar estar bien con conformarse. Tendemos a buscar y buscar el vivir nuevas experiencias, nos cuesta parar y apreciar lo que tenemos sin compararlo con las emociones intensas que podemos tener al descubrir situaciones desconocidas.

Sea por lo que sea, el que busca es porque no está bien con lo que tiene. Si uno se siente en búsqueda constante sería bueno que se plantee qué es lo que busca y por qué. Qué quieren decirle sus ganas de descubrir.

Lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad

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Sufrimos cuando no aceptamos las cosas tal y como son. Sufrimos cuando nos negamos a aceptar que aunque algo no nos agrade puede ocurrir. Sufrimos cuando nos empeñamos en centrar toda nuestra atención en rechazar lo que está pasando y en dedcartar el poder entenderlo.
Sufrimos cuando nos decimos que si yo no lo entiendo entonces es que no puede ser verdad.

Sufrimos cuando entendemos que como yo no lo habría hecho así no puedo aceptarlo, cuando nos decimos que como yo lo habría querido de otro modo o lo habría gestionado completamente distinto entonces no lo acepto porque no lo entiendo.
Sufrimos cuando nos decimos y nos creemos que si algo de lo que ha ocurrido en nuestra vida no lo compartimos, entonces no lo podemos aceptar, que necesitamos pensarlo y pensarlo hasta poder llegar a entenderlo, que si no es así no podemos pasar página.
En la vida las cosas no siempre son como nos gustaría que fuesen, ni tampoco las personas, es más muchas veces las cosas que pasan a nuestro alredrdor no encajan en absoluto con nuestro ideal. Pero en cualquiera de los casos, la verdad es que siempre necesitamos lo mismo, aceptar y seguir con nuestro compromiso, seguir cuidando nos, haciendo lo que esté en nuestras manos por mejorar nuestras realidades y las de los que nos rodean y nos dan sentido; necesitamos sentir, vivir, pero en ningún caso pasar el día pensando y rechazando las cosas, culpando a los otros a nosotros mismos y/o viviendo con rencores y enfados.
La vida es vivirla y no de cualquier manera, es aceptarla y surfearla. 

Consecuencias del perfeccionismo

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El perfeccionismo en sí puede ser dos cosas: una trola que jamás alcanzaremos o la realidad que ahora mismo vivimos, de cada uno depende qué se quiere entender por perfección.
En cualquier caso, la mayoría de personas que se definen como perfeccionistas o que tienen problemas para aceptar la realidad como perfecta, son aquellas que generalmente tienen un ideal claro de cómo deberían ser las cosas, (al menos en ese momento), y si la realidad no encaja con esa pureza, entonces necesitan trabajar en ello, o hacer que otros trabajen en ello para que al final todo sea como les gustaría que fuese, o como muchos sienten o se dicen, «como necesitan que sea para poder sentirse bien».


Las consecuencias de ese perfeccionismo no son muy buenas para las personas, normalmente lo sufren más que otra cosa.
El perfeccionismo suele funcionar como un círculo vicioso del que las personas que lo practican no saben cómo salir de él.
El proceso es el siguiente:
1- Insatisfacción con la realidad + deseo de perfección, (esto así no me gusta y por lo tanto «debería» ser de otro modo, ¿qué puedo hacer para que esto cambie?).
2-Miedo al fracaso o a fallar (¿y si no funciona?, ¿Y si no es suficiente? ¿Y si defraudo? ¿Y si se ríen de mi? ¿Y si me juzgan?…).
3- Postergación. Al final las cosas se van dejando para otro momento o incluso no se hacen. (No sé por dónde empezar, ¡qué dificil! y si…, y si… Bueno, mañana lo pienso o mañana empiezo).
4- Culpabilidad y críticas hacia uno mismo o hacia los demás (Debería haber dicho, hecho, reaccionado…).
5- Ansiedad, enfado, tristeza, desánimo. (El que la realidad no coincida con lo que yo querría y el no encontrar el modo para lograrlo genera emoción negativa en uno).
6- Disminuyen nuestros niveles de autoestima. (No nos sentimos tan capaces de lograr nuestras metas).
7- Aumenta nuestro miedo a equivocarnos. (Como no lo resuelva otro problema más que tendré, pero ¿Cómo lo hago?, no sé hacerlo…).
8- Volvemos a culparnos, ahora más duramente.(Si es que… ya debería, pero soy lo peor, no soy capaz, no soy constante, no tengo personalidad…).
1, 2, 3, 4…. En círculo.
Cuando hacemos esto lo que está claro es que perdemos tiempo, nos enfadamos y entristecemos porque somos muchas veces conscientes de que esa perfección no es necesaria, somos poco efectivos y cada vez toleramos menos el malestar, las diferencias y los fallos, tanto los nuestros como los de los otros. No logramos nuestras metas del día a día y por lo tanto aumentan nuestros sentimientos de frustración.
Cuando nos definimos como perfeccionistas normalmente nos marcamos muy a menudo metas inalcanzables, no nos planteamos si podremos o no lograrlas, si son o no realistas, sólo nos las planteamos y luego al ver que no podemos cumplirlas nos afecta y nos sentimos poco capaces.
¿Qué debería verdaderamente cambiar en tu vida para que ya fuese perfecta?
Hay que tener en cuenta que una vida puede ser perfecta teniendo cosas que no nos agradan, del mismo modo que una persona puede ser perfecta teniendo defectos. La ausencia de malestar no es igual a perfección.

¿Qué es fracasar?

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Últimamente no paro de escuchar la palabra «Fracaso» a la hora de referirse a rupturas de pareja.
En sí odio la palabra fracaso, sí, la odio, no me gusta nada. Denota negatividad por todas partes, es como muy indefinida, amplia, lo abarca todo y da a entender que hemos perdido lo miremos por donde lo miremos.
¿Qué quieren decir las palabras fracaso, fracasar o fracasado?
¿No es un auténtico disparate pensar que hemos fracasado si algo cambia con el tiempo?
Cuando las cosas cambian y hemos de tomar decisiones que no entraban en nuestros planes tiempo atrás, ¿entonces es que hemos fracasado?
¿No es una auténtica locura lamentarnos y culparnos porque algo no ha salido como habíamos planeado?
No me gustan nada estos términos, diría que podrían eliminarlos del diccionario y más aún «deberíamos», (sabiendo que eso es irracional total), eliminarlos de nuestra mente a la hora de referirnos a nosotros mismos y a nuestra vida, sobre todo a la hora de referirnos a nuestras relaciones importantes.


Terminar una relación no es un fracaso, en todo caso lo sería el continuar en una relación insana, improductiva y carente de posibilidad de evolución. (Eso si contemplase la palabra en sí, que no lo hago). En mi opinión es sano aceptar que las expectativas ahí juegan un importante papel. Que yo tuviese en mente estar con alguien eternamente no implica que eso fuese un buen planteamiento, hay que aceptar que una cosa es que lo deseemos hoy y otra que podamos llegar a cumplirlo a lo largo del tiempo, y que cumplirlo sea una buena decisión para nuestro bienestar o para el de las personas que nos rodean. Que yo quisiese cumplir con ese deseo antes no implica que tenga que cumplirlo al precio que sea.
Se dicen frases como: «El fracaso no es una opción», “El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”, «No puedes lograr el éxito si te vistes de fracaso»…
Hay 3000 frases que hablan del fracaso y no llego a entender ninguna de ellas.
¿Que las cosas salgan de un modo distinto al deseado tiempo atrás no es una opción? ¿por qué? ¿Tenemos que cumplir con las cosas que antes nos emocionaban aunque hoy ya no lo hagan, aunque hoy nos causen infelicidad? ¿Qué sentido tiene eso? ¿El hombre no está hecho para equivocarse? De verdad que no lo entiendo, ni lo comparto.
La vida implica cambio, siempre van de la mano. Si hoy nuestra realidad nos mueve hacia uno de ellos ¿por qué no deberíamos dejarnos llevar por ello? ¿por qué deberíamos culparnos o culpar a otros? ¿por qué evaluar lo vivido como un fracaso? ¿por que no valorar lo vivido y aceptar que las cosas cambian igual que lo hacemos nosotros? ¿por qué no aceptar que aunque sea duro eso no implica que nosotros hayamos fracasado?

Me equivocaría otra vez

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Hace unas semanas tuve una charla con amigas en la que salió el tema de repetir o no, aquellas experiencias de nuestra vida que sin duda nos han marcado y nos hicieron daño.
Se cuestionaba el hecho de si pasado el tiempo, creían o no que lo volverían a vivir.
La respuesta fue unánime: ¡SÍ!


¿Qué implica esa respuesta? ¿No haber aprendido de la vida o haber sanado la experiencia y haber aprendido con el paso del tiempo que aquello, (por mucho que implicase dolor), había valido la pena por distintos motivos?
Aprender de la experiencia no implica pensar que fue una locura haberse dejado llevar en aquel momento.
Por aquel entonces, eramos quiénes eramos, vivíamos lo que vivíamos, sentíamos lo que sentíamos y creíamos que en absoluto era una mala idea dejarse llevar. Por lo tanto, ¿pasado el tiempo, deberíamos enfadarnos con nosotros mismos por no haber sabido decir no o por no haber sabido gestionar de otro modo la situación? ¿Para qué?
Parece más sensato, realista y sano entender y aceptar que en la vida a veces uno se deja llevar por la corriente y que por suerte, casi siempre termina saliendo.
Parece más sano entender que en ese momento en realidad, nos escuchábamos a nosotros mismos y nuestra mente, (equivocada o no), nos invitaba a sentir lo que teníamos en frente.
La verdad es que yo me equivocaría otra vez, hoy no volvería a dejarme llevar ante la misma situación, (o eso quiero pensar y creer), , pero porque hoy ya no soy la misma persona, pero sin duda, sintiendo y pensando lo que sentía en el pasado, estoy segura de que dejarme llevar en aquel momento fue una buena elección.
Las aventuras implican muchas veces que el resultado del viaje no sea el esperado, pero no por ello no merecen la pena, al contrario, gracias a ellas hoy somos los que somos.
Tenemos muchas tareas pendientes en la vida, y una de ellas es la de relacionarnos con amor con nuestro pasado, con la persona que eramos y con nuestras decisiones de entonces.

¿Quieres que se hable bien de ti?

By | Aceptación, Autoestima, Confianza en uno mimso | No Comments

 

Hace mucho que quería poner esta imagen, me encanta, la uso un montón en consulta, me parece ¡taaaaan cierta!
Al final, ni haciéndonos el muerto TODOS hablarían bien de nosotros. Hay quien directamente no sabe hablar bien de los demás, bueno, no es que no sepan, es que algunos no quieren tomarse esa molestia, (si supiesen que sobre todo es bueno para ellos…).
No estamos libres de las críticas, no estamos libres de los comentarios o juicios acerca de nuestra persona o de nuestras conductas, pero

¿Hasta qué punto son importantes esas críticas?
¿Hasta qué punto hemos de adaptarnos a los deseos de las otras personas?
¿Hasta qué punto hemos de medir nuestra libertad por agradar a todos?
¿Hasta qué punto es realista nuestra meta, se puede agradar a todo el mundo?
En consulta vemos que se sufre mucho por esto, y lo peor es que en la mayoría de los casos, la preocupación del «qué dirán» no incluye a personas significativas de nuestra vida, sino todo lo contrario, sobre todo parece como que no nos hemos parado a pensarlo, porque en realidad nos preocupa que opinen mal de nosotros personas que no dan mucho o ningún sentido a nuestra vida. ¿Para qué les damos el poder de decidir por encima de nosotros a ellos?
En el caso de las críticas de las personas significativas, de las que sí que nos importan y sí que dan sentido a nuestra vida, obviamente a todos nos gusta agradar, todos tenemos ese propósito consciente o inconsciente de recibir siempre la aprobación, pero una vez más no es realista el pensar que nuestras decisiones siempre gustarán a todos y que por lo tanto tenemos fórmulas para evitar que se pueda hablar mal de nosotros.
Hay que aceptarlo, darle el valor que tiene y no desviarse de la realidad, al final, la calma uno la logra haciendo lo que desde «sus zapatos», siente que es lo mejor en ese momento y eso eso lo que debe hacer si pretende tener una conciencia tranquila.
No estoy invitando a no pensar en nadie más que en uno, en absoluto, pensar en uno también incluye pensar en las consecuencias de nuestras decisiones para las personas a las que queremos, pero… no es buena idea siempre valorar más los intereses de los otros que los propios.
Al final, ni haciéndote el muerto te vas a librar.
¡Feliz fin de semana!