sentido de vida

No te dejes para después

By | Autoestima | No Comments

Cuántos priorizan miles de cosas o miles de personas antes que ellos, cuántos dicen: es que no tengo tiempo para mi, es que llego tan cansad@ del trabajo, es que mis hij@s me necesitan mucho, es que mis padres me necesitan ahora, es que a mis herma@s no les parece bien, es que mis amig@s no lo entienden, es que…

Hay una diferencia inmensa entre tener en cuenta las necesidades de los otros y hacerlas más importantes que las nuestras.
Tenemos que no sólo tener claro sino además llevar a cabo que si nosotros no nos atendemos como necesitamos, a la larga tampoco atenderemos bien a quienes queremos. Lo decimos, lo entendemos, pero de ahí a que luego lo apliquemos va un mundo y no debería haberlo.

No te dejes para después, NO TENGAS UN ES QUE para ti en todo, haz cosas por y para ti, mímate, atiéndete, hazte regalos, dedícate tiempo, haz cosas que te gusten, la vida no es todo lo que debo hacer, también tiene que tener dosis de lo que me gusta hacer y hago.
NO TE DEJES PARA DESPUÉS, aquí o se prioriza un@ a sí mism@ o mal vamos… OCÚPATE DE TI. 

Saber ser feliz con lo que tienes: eso es la riqueza

By | sentido de vida | No Comments

Aprender a valorar lo que da sentido a nuestra vida, aquellas pequeñas pero a la vez inmensas cosas por las que nuestra vida tiene sentido, aquellas que hacen que nuestro día a día valga la pena y que sin duda, sin ellas no sería lo mismo. Agradecer, centrarnos en lo que funciona, aprender a decir gracias por lo menos el doble de veces de las que hacemos una crítica.
Hacer balance no sólo de lo que nos gustaría obtener, sino también de lo que ya disponemos.
Disfrutar todo lo que hoy nos da la vida. Detenernos por un instante para ser conscientes de lo afortunados que somos.
Ser optimistas y contribuir a que nuestra vida funcione.
Sentirnos en calma con lo que hoy nos rodea, sin que ello implique que renunciemos a tener propósitos. Tenerlos, pero que uno de ellos también sea agradecer.

Calma

By | sentido de vida | No Comments

Calma, calma y más calma. Eso es lo que la mayoría necesitamos y lo que tanto nos cuesta encontrar. Calma para entender que lo que sentimos pasará, calma para entender conductas de otros que no entendemos, calma para entender lo que nos parece injusto, calma para demostrarnos a nosotros mismos que podremos con lo que ahora nos está atormentando, calma para que finalmente podamos ver que lo que ahora sentimos quizás sólo es fruto de las emociones pero no real, calma para poder hacer nuestras cosas, calma para poder hacer aquello que nos apasiona y disfrutarlo, calma para poder dedicarnos a nosotros mismos, calma, algo de lo que todo el mundo habla y que no muchos sienten.
Lo cierto es que es de lo más importante, es de lo mejor a lo que podemos aspirar, a sentirnos bien con nosotros mismos, con nuestra vida y con lo que la forma.
Cuando uno encuentra la calma, entonces realmente sí que es afortunado, pero lo cierto es que para alcanzarla, primero hay que aceptar las montañas rusas que vengan, hay que darles su tiempo y su espacio, hay que permitir que dejen en nosotros lo que tengan que dejar.
Calma, calma, calma. Todo llega, pero para ello uno mismo ha de poner de su parte.

Si no hay razón para quedarse, esa es la razón para irse

By | Aceptar la realidad, Autoestima, pareja | No Comments

En ocasiones no sabemos ni por qué permanecemos en un lugar concreto o al lado de una persona.
El tiempo pasa y uno simplemente está ahí, no se para a valorar los motivos que le invitan a ello.
De pronto, un día paras, reflexionas, valoras qué es lo que te invita a quedarte y por suerte descubres razones de peso que hacen que saques fuerza y energía dónde ya no la encontrabas. Gracias a ella te pones manos a la obra y haces que algo vuelva a resurgir y a ser motivante para ti.
En otros casos, esa reflexión nos descubre que los motivos por los que permanecemos no son «de gran peso», o no deberían serlo, me refiero a que descubrimos que estamos ahí por miedo al cambio, por dependencia, por miedo a la soledad, por vértigo, porque no confiamos en que seremos capaces de adaptarnos a otra cosa, o porque no tenemos muchas esperanzas en que algo bueno pueda aparecernos y sorprendernos. Esos casos en los que asumimos que «más vale malo conocido que bueno por conocer», (aunque en mi humilde opinión poco de cierto hay en ese refrán).
Por último, hay casos en los que uno descubre algo horrorizado que no tiene motivo para quedarse, que nada le invita a seguir ahí, al menos nada que sea importante para uno mismo. Cuando uno de pronto es consciente de que no hay razón para quedarse, entonces descubre, (con miedo o sin él, con tristeza o sin ella), que esa es la razón para despedirse, que esa es la razón para irse ya no sólo en alma, sino también en cuerpo.
Es difícil decir adiós o hasta pronto a las personas o lugares que han formado parte importante de nosotros, pero también es difícil vivir sin aceptar la realidad, sin querer cerrar etapas que ya han llegado a su fin.


En la vida, el «para qué» es vital, nos ayuda a dar sentido a las cosas que pasan a nuestro alrededor, el encontrar para qué estoy aquí, para qué comparto parte de mi tiempo contigo, para qué quiero hacerte entender otra realidad, para qué expresarte mis preocupaciones o necesidades, para qué arriesgar, para qué…
Cuando uno no encuentra ese para qué, es momento de plantearse cosas importantes.
La vida es nuestra, y es breve, tratar de encontrar el sentido de las cosas que nosotros hacemos existir en nuestra vida nos ayuda a lograr la calma, nos hace conscientes de nuestra responsabilidad con nosotros y con la vida.

¿Qué hace a una persona inteligente emocionalmente?

By | Inteligencia emocional | No Comments

«Allí dónde la vida levanta muros, la inteligencia abre una salida» Marcel Proust.

 

Mucho se habla de la Inteligencia emocional, muchos dicen serlo y juzgan que otros no lo son nada. La verdad es que explicar la Inteligencia emocional en un sólo post es no difícil sino más bien imposible, es un tema que recoge muchísima información, pero… por algo se empieza, otros día seguiré hablando del tema.

Es cierto que no todos tenemos las mismas capacidades de Inteligencia emocional, o por lo menos no todos las tenemos tan desarrolladas.

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Las personas que tienen alta inteligencia emocional aplican constantemente ciertos hábitos en su día a día. Algunos de ellos son:

  • Centrarse en lo positivo: Cuando se sienten mal buscan si tienen un problema, si existe se orientan a la búsqueda de soluciones, se centran en sus capacidades más que en sus limitaciones y se ponen manos a la obra. asumen que su vida es suya y que no todo lo que en ella ocurre es negativo.
  • Pensar y mirar hacia delante: Tienen la capacidad de aprender de sus errores aceptándose como humanos y perdonándose por ello, no viven esos errores como algo que sigue hoy en día y que les marcará de por vida. Viven el presente, no están constantemente rememorando el pasado ni ideando el futuro.
  • Rodearse de personas optimistas: Suelen elegir a conciencia a las personas que les rodean, escogen a personas que les aporten confianza, con las que compartir conversaciones enriquecedoras y no mayoritariamente negativas, pesimistas o enjuiciadoras. comparten su vida con las personas con las que pueden ser ellos mismos, con las que se sienten cómodos para expresar lo que sienten, con aquellas con las que encuentran afinidad en la forma de entender el mundo y las relaciones.
  • Marcar límites: Asumen su responsabilidad para garantizar la calma en sus vidas, saben que de ellos depende, que no viene del exterior sino que uno debe colaborar en que el exterior altere cuanto menos. Por ello, son capaces de respetar sus límites, cuando deciden que algo es bueno para ellos tratan de garantizarlo, independientemente de que a otros les parezca o no bien. Saben decir No y lo dicen cuando es necesario, respetan los compromisos que establecen con ellos mismos y con los otros y se dan tiempo cuando lo necesitan. Son educados y considerados, pero sin permitir que crucen los límites que les vulneren. Antes de hablar o de responder impulsivamente tratan de mantener la calma.
  • Elegir en qué invertir la energía: Tienen sus propias opiniones de ellos mismos, de los otros y del mundo y respetan que los demás puedan tener otras opiniones, no juegan a convencer, a criticar ni a manipular, pero al mismo tiempo tampoco permiten que los demás hagan eso con ellos. Deciden en qué invertir su energía emocional y los enfados, la ira o los conflictos no suelen ser sus elegidos. Prefieren invertir su energía en aquellas situaciones que entienden que les suman.11160580_10152880220733131_8677925156218975576_n
  • Aprender de sus pasos y de los pasos de las personas que les rodean: Están abiertos al conocimiento, al aprendizaje, están abiertos a nuevas ideas, escuchan de forma activa aunque también tienen su propio juicio en el cual confían, van aprendiendo conforme les van sucediendo cosas en la vida.
  • Pensar en qué invertir su tiempo: Analizan qué les gusta en la vida, qué les llena, qué les motiva, se lo preguntan regularmente para decidir en base a su propio autoconocimiento. Saben quiénes son, qué les motiva a ellos verdaderamente y por lo tanto se garantizan formas de vivir felices, divertidas y agradables para ellos. Saben que son ellos los que deben dar sentido a su vida y que sólo podrán hacerlo si antes se preguntan qué les mueve personalmente.

 

 

«Una persona inteligente es la que sabe qué hay que decir en cada momento, pero una persona sabia sabe si hay que decirlo o no». 

 

Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo… ¿quién soy?

By | Aceptar la realidad, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, sentido de vida | No Comments
 ¿Somos lo que tenemos?
¿Qué somos en realidad?
Muchos pacientes pierden su sentido de vida, su identidad y la claridad del quiénes son verdaderamente una vez que su realidad ha cambiado, por ejemplo si su relación de pareja se ha roto, si su trabajo ya no es su trabajo, si han abandonado su ciudad o su piso, si alguna de sus amistades ha decidido continuar su camino sin ellos, etc.
Es cierto que los cambios nos hacen replantearnos cosas, suelen provocar eso. También es cierto que si algo no es como quisiéramos que fuese deberemos trabajar el convivir con las emociones negativas que de ello se derivan y también en aceptarlo y relativizarlo, pero ¿qué algo no resulte como nos lo habíamos planeado debe removernos hasta el punto de cuestionarnos quiénes somos sin aquello externo que teníamos?
Muchos se hacen conscientes de que mantenían una relación de dependencia una vez ésta termina y descubren que no saben qué hacer con su tiempo libre y con su vida. Ocurre también que se hacen conscientes de que estaban dedicando su vida al trabajo, a decorar una casa, o a una relación viciada sin saber por qué o para qué, mejor dicho, y esa carencia les devuelve a una realidad en la que tienen que empezar a trabajar y a preguntarse hacia dónde quieren ir y cómo. 
Tenemos que recordar que la autoestima es INTERNA, no puede proporcionárnosla algo externo, esas cosas de fuera de uno, ayudan o no a que el camino sea más o menos fácil, (todos conocemos o sabemos que hay personas que aunque todo a su alrededor sea «favorable» no lo viven así).
Cuidado con las cosas a las que nos apegamos y sobre todo cuidado con el cómo nos apegamos haciendo que nos olvidemos de aspectos valiosos y sobre todo de nosotros mismos.
Seamos lo que somos, seamos todo lo más cercano a lo que nos gustaría ser y abandonemos ese ser lo que tengo, viviremos sin duda mejor, aunque eso no nos libre ni de despidos ni de rupturas ni de finales de contrato de alquiler ni de ninguna otra situación negativa de la vida.
Vivamos lo malo que tengamos que vivir, pero que esas experiencias no nos hagan tambalear en cada ocasión nuestros cimientos. Una cosa es vivir una ruptura con tristeza por ese echar de menos, por ese tener que aceptar que tus planes con esa persona ya no ocurrirán y que tendrás que construir unos nuevos, etc. y otra cosa es que por esa ruptura yo me tenga que cuestionar si valgo o no valgo.
Dediquémos tiempo a saber quiénes somos y quiénes queremos ser y hagamos por que todo aquello ocurra.

Soltar y decidir alejarse de las personas que nos restan

By | Aceptar la realidad, Amor, aquí y ahora, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, Relaciones personales | No Comments

Hace unas semanas que en diferentes situaciones y ante gente distinta se plantea el tema de soltar a aquellas personas que no nos dejan ir para adelante o que nos dificultan ese fluir diario. El tema, sobre todo se me ha planteado en aquellos casos en que esas personas, “supuestamente” deberían sí o sí permanecer siempre en nuestras vidas y además hacerlo siempre sumando, ¿Qué casos son esos? Aquellos en los que se trata de familiares o personas que durante mucho tiempo fueron muy significativas en nuestra vida, bien por la relación que mantuvimos con ellas o por el rol que desempeñan, por su posición.

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Sobre todo en los casos de familiares, soltar resulta muy complicado para aquellas personas que se hacen conscientes de que esa compañía no les hace bien en su vida. Todos pensamos que alejarnos de una madre, un padre, unos hermanos, unos tíos o cualquier otro familiar es casi como anti natural, y sí, parece que en principio con esas personas deberíamos no sólo estar manteniendo una buena relación sino además poder mantenerla siempre.

Sí, eso en principio debería ser lo que ocurriese, o al menos eso nos han contado o hecho creer, pero lo cierto es que: “Bienvenido a la vida adulta, las cosas no siempre son como te gustaría que fuesen”, hay personas que por muy padres, madres, hermanos, hijos, tíos, primos, amigos o lo que sea que sean, no son ni buenas personas ni mucho menos buenas compañías. Cuesta soltar aquello que nos dicen que no debemos soltar o aquello que de alguna forma sentimos que está unido a nosotros, pero ¿Quién decide eso en nuestra vida? ¿Quién decide de quién nos rodeamos y con quién queremos dedicar nuestro escaso tiempo en este viaje?

Hace no mucho fui a la boda de una de mis mejores amigas y allí, sólo habían seres queridos, nadie invitado por compromiso, la anterior a la que había ido estaba llena de personas que no sabían qué hacían allí, yo era una de ellas, después de aquel día, decidí que nunca más iré a un evento así al que no quiera ir y no solamente eso, sino que a mis eventos, no vendría nadie que yo no quisiese que viniese de verdad. ¿Por qué digo esto? Porque forma parte de una de las conversaciones que me ha hecho plantearme este artículo, si mañana te casases ¿querrías verdaderamente invitar a todos tus familiares o a todos tus supuestos amigos? Si la respuesta es no, pregúntate por qué no lo harías, qué hace que no sientas ese vínculo, quién es el responsable de que no exista o de que no se mantenga, quién es el responsable de que no cambie, si verdaderamente te importa que ese vínculo exista y qué has hecho tú por hacer que aporte y sume. Si crees que no te nace, que no te suman, que no te aportan nada bueno ¿Deberías invitarles? ¿Por qué?  ¿Para qué?

Hay veces en las que uno trata de mantener un vínculo, muestra interés sano, trata de cuidar y mejorar una relación, se interesa por ella y por hacer que prospere, pero que uno se esfuerce mucho en que eso ocurra no garantiza nada. En ocasiones la otra parte no comparte en ningún caso ese interés contigo y por lo tanto esa relación al final sólo se mantiene por compromiso, porque se da por hecho que así debe ser aunque la realidad es que a ninguno de los dos les proporciona ninguna satisfacción dedicar ese tiempo al otro, cuando en verdad ambos se sentirían más aliviados deshaciéndose de esa carga que implica el mantener de algún modo ese vínculo.

Si somos conscientes de que nuestra vida es finita, que es nuestra y que podemos elegir con quién compartirla ¿por qué malgastamos tiempo con personas que no nos aportan nada y que no muestran ningún interés real por nosotros? ¿Para qué?

Una cosa muy triste en la vida es esperar eternamente esos gestos de amor de quién crees que debería sentirlos por ti y mostrártelos. La realidad es que en ocasiones esa persona no los siente por ti, porque no quiere, porque no tiene interés o porque no sabe, no me importa, al final es lo mismo, tú esperas y esperas y nada cambia ni llega nunca. Esa sensación de no entender por qué no nos quieren más o mejor cuando así “entendemos” que debería ser, esa sensación de estar eternamente a la espera nos posiciona en un lugar nada agradable que nos va minando y entristeciendo, que nos hace víctimas y nos invita a creer que tenemos que resignarnos y aceptar que esa debe ser la relación ¿Quién dice eso? ¿Por qué no podemos elegir decirle: ¡Adiós! No me haces bien, no vas a hacerlo porque ni sabes ni quieres y yo a mí mismo me quiero regalar lo mejor ¿Por qué tenemos que mantener relaciones que nos hacen entristecer porque supuestamente deberían sumarnos? ¿Por qué tenemos que compartir tiempo con personas que no nos quieren y a las que en realidad nosotros tampoco queremos o sí, las queremos, pero a costa de querernos mal a nosotros mismos?

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¿Es difícil soltar? Bueno, la respuesta depende de cada uno, piensa: ¿cuánto de difícil te resulta mantener esa relación y estar siempre a la espera o en discusiones y decepciones constantes? ¿Para ti tiene más sentido soltar la relación y liberarte de esa carga sobrante o mantener la relación aceptando esos pesos? En base a hacia dónde se decline más la respuesta a tu pregunta costará más o menos entender por qué difícil o no, tenemos que tomar una decisión y llevarla a cabo.

Yo lo tengo claro y creerme si digo que sé de lo que hablo, en la vida, en este corto viaje, lo más importante somos uno mismo, nuestra paz y felicidad y poder compartir nuestra vida con esas personas a las que queremos, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Elígete a ti por encima de cualquier “supuesto compromiso”, no le des el poder a nadie de amargar tus días, y mucho menos a alguien a quién en realidad no le importas o no te importa a ti, con el tiempo te lamentarás de ello, no vale la pena.

La vida es nuestra, es vivirla, sentirla, reírla, amarla, compartirla, disfrutarla, aceptarla con lo bueno y lo mano, lo duro y lo fácil, no seamos los encargados de complicarla de más. Quiérete y quiérela, si te cuidas estarás cuidando todo lo que de verdad te importa. Suelta todo aquello que te impide fluir, toma sabias decisiones escuchando tu corazón y no las voces de los “debería”.

Diferencias entre el perdón y otros conceptos.

By | Aceptar la realidad, Amor, Autoestima, Perdón | No Comments

 

2661773 La realidad es que la vida está llena de aspectos increíbles y fascinantes pero también de decepciones, de cosas que nos duelen y de conflictos, así es, la vida tiene absolutamente de todo, bueno y malo, enfadarse cada vez que algo “malo” nos ocurre o nos hacen es en parte normal, tenemos ciertas resistencias a la hora de aceptar que las cosas no siempre son como nosotros quisiéramos, pero el perdón hacia uno mismo y hacia los otros es básico para el fluir de las relaciones y para poder gozar de la vida.

Es extraño que en las relaciones con los amigos, los conocidos, los familiares o los compañeros de trabajo no existan ofensas interpersonales en forma de desatención, decepción, rechazo o engaño, son muy pocas las personas que a día de hoy pueden afirmar no haber tenido ningún episodio negativo con otra persona en su vida.

Personalmente creo que la sociedad actual, en términos «muy generales», o al menos la población joven, está más o menos acostumbrada ya a leer referencias de la inteligencia emocional, a entender la diferencia entre percepción y realidad, entre pensamiento y emoción, a cuestionarse, etc. y este hecho, nos lleva a que hoy en día ya son muchas las personas que entienden la importancia de incorporar el perdón a sus vidas, que saben que más que un detalle con el otro es un detalle con uno mismo y que por lo tanto vale la pena esforzarse por lograr deshacerse de los pesos de la rabia, el rencor, la culpa, el papel de víctima y el enfado, sobre todo porque los estados a los que nos lleva el no lograr perdonar o perdonarnos nos predisponen a acciones negativas hacia nosotros mismos y hacia los otros o incluso nos llevan a padecer enfermedades fruto de la activación fisiológica.

Todo y que muchos dicen que saben perdonar y que perdonan, en consulta, los psicólogos vemos que hay ciertas confusiones con el término, que algunos sí que lo entienden y además lo saben llevar con más o menos esfuerzo a la práctica, pero otros confunden su definición y/o no saben cómo hacer para perdonar de verdad.

Lo cierto es que el perdón nos permite no sólo liberarnos del pasado sino además nos ofrece la posibilidad de poder vivir una vida más plena en el futuro y eso no puede ser más que interesante para la felicidad de uno mismo.

Como he dicho hay muchos términos que se confunden con el perdón, por lo tanto, a continuación aclararé cada uno de ellos:

El perdón implica un cambio cognitivo, todo y ser conscientes de los hechos negativos que nos han generado malestar dirigimos nuestra atención hacia el lado bueno del ofensor. Esta actitud nos lleva por una parte a la disminución de: la reactividad fisiológica, la frecuencia, intensidad y duración de los pensamientos rencorosos y el anhelo de venganza y por otra parte, nos conduce al aumento de las conductas adaptativas. Aunque puede que no lo olvidemos, sin duda no implica echarlo en cara puntualmente ni hacer sentir mal al responsable de ese dolor. Sorprendentemente, el perdón puede incluso llevarnos a ser comprensivos y generosos con el ofensor dedicándole tiempo y atención contribuyendo a su cambio.  Un ejemplo increíble de esto último que digo de incluso ayudar al agresor lo podemos ver en este vídeo de Human en el que una madre que pierde a su hija en manos del que era su pareja ayuda al asesino de su hija a ser mejor persona y le perdona.

https://www.youtube.com/watch?v=N1WdfVWo1pQ

Aceptar implica indiferencia y una falta de motivación para cambiar los aspectos aversivos del mundo que nos rodea. El perdón deja abierta la opción de luchar por el cambio, la aceptación no busca ese cambio sino el lograr la paz asumiendo la realidad tal y como es. Por ejemplo, podemos perdonar a nuestra pareja o a nuestros hijos por algo que hayan hecho y que nos haya dañado o sentado mal pero al mismo tiempo con intención de hablarlo para minimizar la probabilidad de que vuelva a ocurrir el mismo suceso en el futuro.

Disculpar implica minimización, es como hacer ver que no pasa nada aunque verdaderamente sí que esté pasando algo. Por ejemplo: “sí, es verdad que cuando se enfada grita mucho o pega golpes contra las puertas o lo que encuentre, pero en el fondo eso pasa poco y es muy buena persona, no es grave, hay cosas peores en la vida además intenta no hacerlo y siempre pide perdón”. Disculpar y perdonar no son en absoluto lo mismo, el que perdona admite la existencia de esas conductas negativas y las valora como tal, ni implica ni minimizar el problema ni ignorar la necesidad de buscar soluciones.

Adoptar una postura neutral implica no tomar ningún partido en los conflictos, no posicionarse ni hacia el lado de la víctima ni hacía el lado del agresor, quedarse quieto, hacer como que ese hecho no va con nosotros. La neutralidad puede provocar más problemas en el futuro, hay situaciones en la que sí o sí deberemos posicionarnos y generar cambios para que no vaya a más.

Olvidar perdonar no quiere decir olvidar, este matiz es muy discutido, las personas que son conscientes de que han dañado a menudo repiten frases como: “pero si me has perdonado, ¿por qué no lo olvidas ya?”, no es tan fácil, ni tampoco necesario. El perdón lo que nos permite es cambiar la atención, focalizarla en otros aspectos y reducir nuestras obsesiones en relación a la conducta que nos dañó y hacia el malestar que sentimos por el responsable de ese dolor, hace que ese recuerdo y ese malestar desciendan poco a poco, pero no tiene por qué implicar eliminar ese recuerdo de nuestra historia.  2661783

Justificar implica dar explicaciones a las conductas inadecuadas para restarles importancia. Por ejemplo: “Es que cuando bebe y además tiene problemas en el trabajo se pone agresivo, es el alcohol y el estrés que sufre el que le hace comportarse de un modo distinto a como es en realidad”. El perdón puede implicar un análisis de las causas de la conducta inadecuada, empatizar, entender, etc., por qué se hizo lo que se hizo, pero no con el fin de hacer como que eso no ha ocurrido o no es importante, no con la intención de justificar los actos del otro.

Tranquilizarse es un estado físico, psicológico y emocional previo al perdón, implica poder pensar o hablar del problema con mucha más calma. Ello no significa que el acontecimiento tenga menos importancia para nosotros ni que no tengamos que implicarnos en entenderlo, en solucionarlo o en aceptarlo. Tranquilizarse es muy útil, pero no es sinónimo de perdonar. Parte del perdón incluye tener conciencia de que en la vida existen conflictos y de que hay opciones para resolverlos.

El perdón forzado, las treguas y el pseudoperdón Esto lo vemos mucho en los casos de los niños, cuando están en plena disputa y sus padres o un profesor les dicen que se pidan perdón y que olviden el problema, los niños, con cara de pocos amigos y casi sin mirar al otro dicen: perdón, supuestamente se han perdonado, pero ¿es realmente así? Pasa en adultos también, cuando parece que decidimos darnos una tregua, “Vamos a hacer borrón y cuenta nueva”, ¡como si fuese tan fácil! Lo cierto es que el auténtico perdón implica un proceso de análisis y de reestructuración cognitiva por las partes ofendidas, hay que darse un tiempo para tranquilizarse y para evaluar si realmente hay un problema, si no lo hay, si puede o no solucionarse, etc.

El deseo de justicia, de compensación y de sentirse bien:

En cuanto al deseo de justicia o de compensación, esta opción implica que el que se siente víctima sólo se sentirá bien cuando haya podido ejercer su revancha. El perdón no implica ese ojo por ojo, no implica necesariamente una compensación, puede que al hablarlo se llegue a algún acuerdo y que el que dañó quiera de algún modo compensarlo, pero no es un requisito obligatorio.

En cuanto a sentirse bien, el perdón puede o no llevarnos a sentirnos bien, perdonar no implica necesariamente que no sigas sintiéndote mal por algo que ha conllevado la acción del que te hirió, por ejemplo en el caso de un atropello por negligencia con el alcohol en el que hay una muerte de un ser querido, perdonar no hace que ese duelo desaparezca, sin duda nos quita un sentimiento negativo, pero no los otros. Además, teniendo en cuenta que el perdón requiere de tiempo, en el transcurso de ese tiempo puede crecer y decrecer.

Condenar implica culpar y censurar al agresor, algo muy alejado del auténtico perdón. condenar nos aleja de la paz interior y el perdón nos acerca, así que no pueden ser lo mismo en absoluto. muchos aquí dicen: si siente lo que yo sentí me sentiré mejor, pero preocupémonos si pensamos así, no es bueno ese deseo de venganza.  además de que el dolor que hemos sentido no se diluye porque otro sienta otro, eso no es cierto, nuestro dolor es nuestro y todo y que otro sufra nuestro dolor seguirá ahí y seguirá siendo nuestro. 2662026

Como habéis podido ver, hay muchos términos que entendemos como perdón y que en realidad no lo son. El perdón tiene múltiples beneficios tanto para uno mismo como para las relaciones interpersonales que mantiene, hay que trabajar en él, no basta con aceptar que a uno le cuesta y que lo ve complicado sin ni siquiera intentarlo.  Vale la pena, se vive mejor soltando las emociones negativas que realmente sobran, ya convivimos con algunas de las que no podemos deshacernos tan fácilmente porque nos toca vivirlas, hay que trabajar en no regalarnos más emociones negativas de las necesarias, hay que trabajar en el “humanizarnos”, en el entender y aceptar que el ser humano se equivoca, que no es perfecto, que comete errores y que sus actos tienen consecuencias, sí, pero que no hace falta ni recordarlo eternamente, ni hacerlo pagar, ni culparle y hacerle cargar con ello eternamente.

Es necesario que hagamos más ejercicios de amor de verdad, hacia la vida, hacia las personas y hacia nosotros mismos.

¡Ánimo! Vale la pena!

 

Fuente para la realización de este post: el libro «El manejo de la agresividad» de Howard Kassinove y Raymond Tafrate.

 

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

By | Autoestima | No Comments

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

¿Por qué siento que no doy valor a lo realmente importante?

 ¿Por qué doy mucho valor a aspectos que realmente no lo tienen?

¿Qué me está impidiendo ser feliz?

¿Puedo hacer algo para serlo?

Algunas de estas preguntas obtienen su respuesta cuando trabajamos nuestro sentido de vida y conectamos con él.
¿Cómo afecta a la psique humana el no saber cuál es el sentido de su vida, o el saberlo y no darle el valor que realmente merece?
Una vez hemos reflexionado y detectado el sentido que tiene amar la vida, uno decide entonces, si quiere evolucionar con ese aprendizaje, amar para lograr su felicidad, su calma y su paz, o no. Aquí viene algo realmente importante, empezamos a hablar de una decisión personal y consciente, de una actitud, o decides cambiar y ayudarte a caminar consecuentemente con tu sentido de vida y tienes una actitud orientada al respeto por uno mismo, o estarás de nuevo ignorando lo que realmente es importante para ti, y dándole ese valor, a aspectos que no lo tienen.

Cuando no colaboras en tu propio bienestar, sientes desgaste de energía vital, te sientes triste, decepcionado, frustrado, impaciente, furioso, depresivo, poco válido, incapaz, ansioso, etc. y por lo tanto, muy lejos de sentirte en paz y feliz.
Tener un propósito en la vida, proyectarnos al futuro es buenísimo, uno necesita a veces saber hacia dónde va, pero, centrarse sólo en el futuro, en «cuando tenga esto», «cuando consiga aquello…» nos hace olvidarnos de que hoy, también podemos hacer cosas que nos dan felicidad, el presente no puede ser exclusivamente un medio para un fin. La vida, de momento, es hoy.
La atención cada vez la ponemos más lejos de nuestro interior. Somos nuestros propios desconocidos, hasta que un día, el alma nos hace “toc toc” y no sabemos interpretar quién nos llama.
Yo hablo siempre de nuestras responsabilidades en la vida, de ser consciente de que tenemos un papel protagonista en ella, hay personas que esto aún no lo han integrado. Si yo elijo sentirme bien, deberé actuar consecuentemente, tendré que dar sentido a mi sentido, tendré que integrar en él lo que verdaderamente es importante, crearlo, mejorarlo, transmitirlo. Tengo una responsabilidad enorme conmigo mismo, puedo garantizarme el tratarme bien, independientemente de lo que ocurra a mi alrededor, yo puedo seguir cuidándome y deseándome lo mejor, entonces, ¿por qué no hacerlo?

En ocasiones resulta útil hacer un cambio en los valores, no basarlos tanto en aspectos materiales y superficiales de la vida como pueden ser tener trabajo, dinero, una gran casa, éxito, una cara sin arrugas, un cuerpo perfecto, etc. Sino en aspectos más importantes, más sensitivos.

Personalmente, como este tema me apasiona, lo suelo trabajar en consulta, al final del tratamiento, es mi regalo para los pacientes, les invito a que hagan esa reflexión. Cuando lo trabajo, temas que suscitaban conflicto durante la terapia con uno mismo, o con sus relaciones personales, dejan de provocarlo. Por ejemplo, si discuto mucho con mi pareja por el dinero, por la limpieza, o por quién se acerca antes para resolver un problema, si esos detalles no están incluidos en mi sentido de vida, me hago consciente de que en realidad, les estoy dando un valor que realmente no tienen y que eso, hace que se lo reste a otras cosas que quizá sí que son muy importantes para mí, por lo tanto, aspectos que hasta ahora nos generaban malestar ya no nos lo generan, o por lo menos, ya no con la misma intensidad.

El sentido de vida se ha investigado mucho observando y aprendiendo de experiencias cercanas a la muerte y en moribundos, y es que hay tener en cuenta que la vida es finita, y que por lo tanto, si hoy tienes la suerte de vivir, quizás deberías pensar en lo que es realmente importante y hacer que esos aspectos adquieran la importancia que de verdad han de tener en nuestra vida.

No hay que tener miedo a la muerte, pero hay que ser consciente de que la vida es limitada, y que la muerte puede ser inminente, por lo tanto, vale la pena plantearse: ¿qué es importante para mí? y dedicarnos a cumplirlo, o por lo menos tratar de garantizarlo.

Alguna vez en consulta he preguntado: ¿qué querrías que recordasen de ti cuando mueras? ¿cómo te gustaría que te definieran?, esas cualidades que desearías que recordasen al pensar en ti, deben estar presentes en la actualidad, y si no es así, hay que empezar a crearlas en nosotros. En cambio, las que no queramos que relacionen con nosotros, hay que trabajarlas para que no lo estén, vuelvo a recordar que somos libres para decidir, y por lo tanto somos responsables de nuestras decisiones.

El sentido de la vida es escucharse a uno mismo, hacerse caso, cuidarse, amarse y amar bien a todas las cosas/personas que se ama, sentirse en paz con uno mismo. Es saber quién eres, qué cualidades humanas te parece que son necesarias de cultivar. Una vez detectadas, tengo que buscar cómo crearlas, y no sólo conmigo mismo, sino también con las personas que componen mi sentido de vida.
Para lograrlo, lo importante es aprender a amar, a amarnos, a amar a la vida, a las personas, a la naturaleza, etc., y una vez lo hemos aprendido, hemos de colaborar en mantenerlo y ser consecuentes con ese aprendizaje.
Finalmente, el sentido de la vida, para mí se resume en sentirme en paz, sentirme bien conmigo misma, aceptar que todo y que pueda tener problemas, la vida es una maravilla y es mía, la vivo yo, la puedo elegir, la puedo cambiar y puedo escoger también cómo sentirla.

Para ti, ¿en qué se resume tu sentido de vida? ¿colaboras con él? ¿qué te lo impide?