relación de pareja

Yo no doy el primer paso, que lo de él, que lo de ella… y la quietud se hace eterna

By | Solución de problemas | No Comments

Curioso el ser humano… Muchos os veréis reflejados en esta imagen. Muy probablemente habréis vivido situaciones similares, momentos en los que queremos mucho a alguien y en realidad lo que más desearíamos sería acercarnos y arreglar ese problema que nos mantiene alejados y que nos tiene enfadados cuanto antes, pero al mismo tiempo, algunas de nuestras emociones o de nuestros pensamientos nos impiden llevar a cabo ese acercamiento. Al final somos como la pareja de la foto. «Debería» acercarse él…. «Debería» acercarse ella… Y al final, unos por otros la distancia se alarga y el malestar aumenta y se prolonga, en algunos casos llega a durar días, semanas o inclusos meses y/o años, y al final, ¿para qué? ¿Qué obtenemos del orgullo y de la cabezoneria?


Hay parejas, amorosas, de amig@s, de herman@s, de compañer@s de trabajo, etc., que llegan a distanciarse eternamente por negarse a dar un paso hacia delante, por creer que es la otra persona la que «debe» darlo.
Jamás he sido fan del orgullo, entre otras cosas porque me gusta sentirme en paz con mi conducta y porque si alguien me importa de verdad, me importa lo suficiente como para no querer vivir con él/ella situaciones tan incómodas como la de la imagen.
Cuidarse a uno mismo al final también incluye hacer que las relaciones que nos importan mucho funcionen. Si la otra persona es más terca vale la pena dar ese paso, al final el malestar nos lo ahorramos nosotros mismos y además colaboramos en ahorrárselo a esa persona valiosa para nosotros.
Todos tenemos momentos de no acuerdo, faltaría más, pero al final, hablando se entiende la gente, ¿no? Desde luego mirando cada uno hacia un lado difícil encontrar soluciones eficaces a nuestros problemas.
Apartarse un poquito si es que estamos realmente «muy enfadados» para dejar que baje tanta emoción antes de hablar bien, pero una vez reducida, ¡Resuelve!

Valorarse es entender que si te van a querer a ratos, es mejor que no te quieran

By | Autoestima, Confianza en uno mimso, pareja | No Comments

El refuerzo intermitente, el ahora sí que te quiero y ahora no, el ahora te presto atención y te trato bien y ahora no, existe. Muchos lo han vivido en sus propias carnes y saben lo perturbador que puede llegar a ser.


Un día te hacen sentir super bien, pero al otro te ignoran, un sin sentido que como siempre, pretendemos entender y dar con el sentido.
Queremos que nos quieran de continuo, no a ratos, pero no todas las personas están dispuestas a ello, ni saben cómo hacerlo. La única persona que puede garantizarse el quererse más y mejor somos nosotros mismos. Valorarse es entender que si te van querer a ratos, mejor que no te quieran, eso ya lo hacemos nosotros. más no nos hace falta.
Cuidado con esos refuerzos intermitentes porque generan adicción, son tóxicos, nos invitan a rumiar, a la búsqueda incesante del por qué ocurre lo que ocurre y nos enseñan a esperar lo bueno, porque parece que la otra persona también sabe cómo generárnoslo, lo ha hecho, sabe hacerlo, ¿y si cambia?, ¿y si no cambia?
¡Cuidado!, de momento no parece que pretenda llevarlo a cabo, al menos hasta dónde has compartido no lo hace, así que acláralo y si no hay intención de cambio y un giro total de conducta posterior, valora si realmente lo que andas buscando es un amor a ratos, recuerda que el amor añade bienestar y calma….

El amor se cocina con calma

By | Amor, pareja, Terapia de pareja | No Comments

El amor… tan ansiado por todos y a la vez tan temido.

Ayer le explicaba a una paciente que las emociones intensas, las desmesuradas, no son buenas ni cuando nos referimos a emociones «negativas» como la tristeza o el enfado, ni cuando hablamos de las «positivas» como la alegría o el amor. Ese descontrol de emoción nos lleva a tener conductas impulsivas, que en ambos casos, pueden ser nocivas para nuestro buen funcionamiento en la vida.  Explicaba que por ejemplo una persona que se inunda de amor en cuatro días puede tomar decisiones precipitadas como casarse, tener un hijo o irse a vivir con ese/a completo/a desconocido/a, algunas de esas decisiones tienen «fácil» arreglo, pero otras como tener un hijo ya te atan de por vida. Éste es un ejemplo de cómo ese desbordamiento de emoción positiva puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas.

Si nos centramos en al amor, qué difícil es poner los pies en el suelo sin volar ningún día, todos los que saben lo que es estar enamorado entenderán esto que digo, ese éxtasis que parece que de pronto te forma en el que pierdes la noción del tiempo, del quién eres, del realismo y de la concentración. Ese éxtasis en el que de pronto no hay más vida que la otra persona, no hay más ganas que las de compartir y pensar en planes.

Sí, es cierto, el amor es un huracán que no deja a nadie ileso, en todos surge y genera cambios y alteraciones. En cualquier caso, al tener tanto poder hemos de tratar de vigilarle si no queremos que se apodere de nosotros nublándonos todo rastro de sentido común.

El amor se cocina con calma, igual que en la cocina o en tantos otros oficios. Hay platos que a simple vista parecen deliciosos, pero que luego les falta sustancia o algún punto de sal y nos decepcionan. Hay vinos con buenas etiquetas y buen color, pero que después están picados aunque no lo pudiésemos imaginar. Con las personas pasa lo mismo, al conocer a alguien hemos de darnos calma, a simple vista, (sobre todo si la persona lo que desea es agradarte), muy probablemente llame nuestra atención y nos guste, pero sólo con el tiempo podremos valorar si realmente nos encaja tanto como para elegirle y emprender un camino juntos lleno de amor y alguna que otra riña. 😉

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Sólo con tiempo podremos ver todas las caras que definen a esa persona, y sólo entonces tendría sentido dejarse llevar por el amor. Sólo cuando de verdad entendiésemos que esa persona, al menos a día de hoy, (quizás luego cambie o bien lo hagamos nosotros), es fantástica con sus defectos y virtudes para nosotros, sólo cuando con datos pudiésemos valorar que nos vale la pena arriesgar, seamos sinceros, cuando dejamos que alguien entre en nuestra vida y en nuestro corazón, le damos cierto poder para alterar para bien o para mal nuestra calma, hay que elegir bien qué debilidad puede terminar con nosotros.

En consulta vemos a muchas personas que se han enamorado locamente en poco tiempo y que lo han hecho sin llegar a conocer quién es verdaderamente la persona que desean que comparta sus vidas, a menudo están muy tristes, desolados porque no entienden la reacción que ha tenido esa persona al decidir terminar la relación, ni tampoco el por qué lo ha hecho. Lo entiendo, de veras, cuando conocemos a alguien generamos expectativas de cómo creemos que es esa persona, y también de cómo nos gustaría que fuese, la mayoría de las veces esas expectativas las hemos construido en base a la cara que esa persona ha querido mostrarnos en los inicios, pero lo cierto es, que una persona no es sólo lo que muestra en una cara, tiene más, la decepción llega porque no queremos creer que esa persona que nos gustaba tanto y que nos parecía tan perfecta para nosotros no lo sea, nos negamos a ver la realidad, ya hemos decidido y ahora no queremos cambiar.

¿Por qué no cambiar cuando realmente vemos que no es para nosotros?

¿Por qué seguir queriendo estar con alguien que no nos valora lo suficiente, o que nada tiene que ver con nosotros más que lo que nos quería hacer creer que tenía?

La respuesta suele ser sencilla, hemos volado en vez de caminar, hemos construido castillos en el aire, nos hemos dejado llevar por esas primeras impresiones sin darnos tiempo para comprobar si realmente el plato es tan bueno como parece, sin probarlo hemos decidido que es el mejor que jamás hemos visto, nos hemos precipitado en la elección y en el juicio.

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Si estáis de lleno en ese momento de conocer a alguien, hacerlo, sin duda, vivirlo y disfrutarlo, no lo penséis ni analicéis todo, ese es un error, pero daros tiempo para conocer, caminar con los pies tanto como sea posible en la tierra, deciros la verdad: «de momento me gusta y me apetece seguir conociéndole/a para valorar si es así de verdad», «de momento le gusto y le apetece seguir conociéndome para ver si realmente quiere elegirme o no».

Contemplar que ambos estáis en el mismo momento, decíroslo de vez en cuando por si finalmente no ocurre lo que esperabais ni deseabais, que os guste no quiere decir que terminéis eligiéndola/o, que le gustes no quiere decir que finalmente decida que quiere compartir su vida contigo.

Deseo que la vida os ponga a personas valiosos de frente, personas que además enseguida valoren que sois lo que andaban buscando, y que además sepan cuidarlo y cultivarlo, pero también deseo que si os pone a una que no os hará felices sepáis despedirla sin sentir que os falte el aire.

¡FELIZ FIN DE SEMANA!

 

Y ahora a conocer de nuevo a alguien

By | Aceptar la realidad, Autoestima, pareja | No Comments

Se dice que para que una pareja funcione hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona. Eso es precioso, algo a lo que muchos aspiran, lo que nos han dicho que debe ocurrir y que debe formar parte de nuestra vida, «debes encontrar una pareja con la que crear un futuro y compartir la vida». Insisto, es muy bonito, sí, pero no siempre ocurre, ni todos aspiran a ello, eso también hay que aceptarlo y respetarlo.

A veces ya no nos gusta la persona que nos acompaña en este viaje, independientemente de la cantidad de tiempo que hayamos caminado juntos, a veces, también ocurre que somos nosotros los que ya no despertamos en el otro esas sensaciones que le enamoraban.el-amor-hace-pasar-el-tiempo-el-tiempo-hace-pasar-el-amor

La realidad actual es que muchas personas ya no se conforman, sí, es cierto que otras no es que no se conformen sino que al mínimo problema huyen como si aquí no hubiese pasado nada o como si nada se pudiese hacer para resolverlo, pero hoy en día, sabemos «algo más» de lo que debería implicar el tener una pareja, de lo que somos, de lo que buscamos en la vida y de lo que queremos o no sentir. Es por esto, que si de pronto nos encontramos con que la persona que comparte nuestra vida y nuestros sueños o nuestro valioso tiempo ya no nos enamora, somos más capaces de ponerle fin a la relación.

Hoy en día somos más conscientes de que nuestra vida no termina ahí, ni debe hacerlo y que nosotros podemos encargarnos de seguir con nuestro camino hasta que sintamos que estamos dónde verdaderamente queremos estar.

Hasta ahí todo bien, hemos renunciado a la idea de soportar cualquier cosa por estar en pareja, trabajamos en el encontrar y disfrutar de las virtudes de la soledad controlada y hacemos por garantizarnos lo mejor mientras estamos vivos. Pero a veces, una vez sientes que ya estás preparado para conocer personas y comienzas a hacerlo es cuando empieza el problema.

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Nos encontramos con una población en la que hay muchísimos adultos separados, divorciados, solteros, con hijos, sin hijos, etc., y cada uno tiene su realidad, su historia, su manera de responder ante la vida y sus miedos, normal, sin duda, el kit de la cuestión está en cómo dar con la persona que encaje con nosotros.

Los que quieren conocer de nuevo a alguien y reencontrarse una vez más con lo bueno del amor de una pareja tropiezan a menudo con muchos obstáculos. Encuentran personas sinceras, personas que mienten, personas que dicen saber lo que quieren y lo que son y que a veces demuestran que nada tiene que ver con la realidad que te han contado. Conocer personas es fácil, congeniar con ellas es otro cantar, y sobre todo cuando uno ya sabe perfectamente qué quiere y que no quiere.

Muchos adultos parten ya de una creencia errónea: «no voy a encontrar a nadie, no voy a gustar a nadie, quién va a fijarse en mi teniendo hijos…». La realidad es que como dice mi madre e imagino que muchas madres del mundo «siempre hay un roto para un descosido», hay que tener paciencia, optimismo, calma y sobre todo amor hacia uno mismo, nada de tener fe ciega y  nada de autoenengañarse convenciéndose de que esa persona es para nosotros si realmente vemos y sentimos que no lo es.

Es complicado a veces, sí, lo es, pero desde el pesimismo, la desconfianza o el miedo lo es más aún.

Sé quién tú eres, no cometas el error de querer convertirte en lo que crees que el otro espera de ti, valórate, no ruegues, no enfermes, sigue tu camino y dale tiempo al tiempo, llegará quien no tenga duda alguna del tesoro que escondes en tu interior, llegará quien se enamore de todas tus imperfecciones y quien como dice Luis Brea: «después de ver todos tus defectos aún crea que le gustas más». No te conformes con otra cosa, eso existe. No trates de hacer entrar en razón a alguien para que vea todo lo que hay en ti, si no lo ve, no quieras enseñárselo a fuego, eres «perfect@» para alguien.

 

Obstáculos en el fluir de las parejas

By | Amor, pareja, Terapia de pareja | No Comments

Sabemos que mantener un amor no es tarea fácil, el día a día, la rutina, los problemas, el estrés, la falta de tiempo, etc., se convierten en obstáculos para cultivar el amor en una relación de pareja.

Eso es cierto, completamente cierto, pero también lo es el hecho de que nadie nos obliga a estar en una relación de pareja y que al iniciarla ya sabíamos que implicaría esfuerzos, por no decir que nos comprometimos a hacer que funcionase.

Estar en una relación de pareja por estar, simplemente dejando pasar los días sin más, sin sorpresas, ni intimidad, ni pasión termina convirtiéndose en un calvario para ambos y sin duda acaba con la relación siempre que ambos tengan la fuerza para hacerlo, o siempre que no sean conscientes de que necesitan activarse y hacer cambios para que la relación no termine.

La indiferencia llega en forma de falta de intimidad y falta de momentos compartidos, en forma de falta de cuidados, sorpresas, afecto, mimos, dedicación y tiempo de calidad. Como decía, es cierto que mucho tiempo a veces no encontramos en el día a día, pero hemos de ser conscientes de que el tiempo está en función de nuestras prioridades y que la relación de pareja debe ser una de ellas. Cuando empezamos a sentir indiferencia por la relación y/o por el otro, o lo paramos y hacemos algo o al final la desilusión nos embriagará, cuando uno pierde el sentido de mantener ese compromiso, la cosa empieza a estar muy mal, uno está en una relación porque entiende lo que le aporta y eso le llena y le hace sentirse feliz, cuando pierdes ese sentido empieza la montaña rusa a ir sólo hacia abajo, cada vez más en picado.

Vuelvo de nuevo a la falta de tiempo, sí, quizás no podemos encontrar tiempo a diario para hacer grandes planes, pero, ¿cuánto tiempo se necesita para decir te quiero? ¿o para preguntar qué tal te ha ido el día y escucharlo atentamente? ¿cuánto tiempo se necesita para dar algún beso, abrazo, caricia o mirada cómplice? ¿cuánto tiempo se necesita para poner una vela en la cena o abrir un vino aunque sea lunes? ¿Cuánto tiempo se necesita para dar algún pequeño detalle a la relación de pareja?

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No nos engañemos, el amor inicial no lo puede todo, las relaciones de pareja que funcionan son aquellas que entienden que el amor como decía Erich Fromm es un arte y como tal, hay que practicarlo y perfeccionar la técnica para que el resultado siempre sea una gran obra.

Si hace tiempo te importó la persona que tienes al lado recuerda qué te enamoró de ella y piensa en cuántas de esas cosas aún siguen presentes hoy en ella. Si descubres que aún te importa, sentaros y hablar de la necesidad de cultivar de nuevo vuestra relación, plantearos cambios y no los pospongáis, el tiempo vuela, la oportunidad de mantener ese compromiso la tenéis en el ahora.

Si tienes una relación de pareja y sientes que empiezas a sentir indiferencia por la otra parte o tú mismo, detente, escucha esas señales, no dejes que la desilusión se apodere de ti, es normal pasar por etapas de mayor o menor amor hacia uno mismo, el otro y la relación, eso no siempre es sinónimo de que la cosa vaya mal.

El amor no lo puede todo, pero la suma de las ganas, la actitud y el amor pueden generar maravillosos cambios en tu vida.

¡Ánimo, a por ellos!

 

¿Cómo expresar emociones negativas?

By | comunicación, expresar emociones negativas, pareja | No Comments

Una de las áreas que más nos cuesta gestionar en la comunicación interpersonal, es la de expresar emociones negativas, comunicar aquello que nos desagrada con respeto, a menudo se convierte en una gran dificultad que conlleva muchos problemas en la relación, y también con uno mismo

Aunque todos creemos saber comunicar, expresar sentimientos negativos es una difícil habilidad de comunicación. Los sentimientos negativos incluyen: enfado, decepción, irritación, rabia, tristeza, ansiedad, malestar, o frustración. Los psicólogos, los llamamos sentimientos negativos no porque intrínsecamente sean perjudiciales, sino por su asociación coloquial de emociones desagradables.

Hay que recalcar, que los sentimientos negativas son tan importantes y naturales en una pareja como los sentimientos positivos, forman parte de la vida, y por lo tanto no están excluíos en la pareja, cuando surjan, hay que darles el valor que tienen, ni más ni menos, el suyo, pero claro, todo lo mejor posible.

Ya sea en pareja, en amigos, en familia o en cualquier otro contexto social, nos encontramos ante grandes dificultades para hacer llegar el mensaje sin convertirlo en un reproche o en una culpa, a menudo nos dejamos llevar por la emoción y actuamos de forma impulsiva, lo que nos lleva posteriormente, a nuevas emociones negativas, algunas de ellas son: vergüenza, arrepentimiento o tristeza.

Lo cierto es que como decía un profesor mío: «la discusión crea la comunicación«, es necesario expresar aquello que nos desagrada, sobre todo si el hecho de no hacerlo, conllevará un problema en la relación.

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¿Qué vemos a menudo en consulta?

Vemos parejas, que o no comunican lo que les molesta a la otra parte, o bien lo expresan mediante constantes acusaciones buscando un culpable desde la posición de víctima, o bien lo dicen atacando. Sin duda, a ésto no se refería mi profesor, eso no es comunicación, son más bien monólogos agresivos que en algunos momentos respetan el turno de palabra. Cuando expresamos esos menajes, ¿cuál es nuestro propósito? ¿qué queremos conseguir?, imagino que hacérselo saber al otro y mejorar o cambiar la situación ¿verdad? Bien, para poder lograr un cambio, siempre es mejor expresar esos sentimientos negativos por vías que provoquen cambios constructivos en la relación de pareja.

No saber comunicarnos con nuestra pareja, suele llevarnos a mayores discusiones, a eternas peleas y a nuevos problemas, multiplicamos las acusaciones y al final el resultado es que no resolvemos nada, y empeoramos la calidad de la relación llegando incluso a propiciar una posible ruptura. Comunicar sentimientos negativos no es comenzar una batalla por desprenderse de la culpa, al contrario, se trata de resolver.

Como ya he dicho, nos cuesta expresar lo que no nos gusta, y aunque en consulta lo vemos en todos los contextos, en el que más se repite es en el de la pareja, encontramos muchas parejas que gestionan mal la comunicación negativa, y que debido a ello acuden a consulta desbordados y con un estado de ánimo muy negativo.

La distinción entre una expresión directa y constructiva de emociones negativas y una expresión perjudicial y dañina es la siguiente:

                     Adecuada

De forma directa

Confesando los sentimientos propios

Aplazando el mensaje hasta que estemos más tranquilos

Expresándolos en el momento que ocurre el problema

Expresándolos de forma asertiva

Describiendo la conducta del otro

  Inadecuada

De forma indirecta

Acusando a la otra persona de algo

De forma espontánea, impulsiva

Guardándolos, acumulando carga

Expresándolos  de malas formas o agresivamente

Interpretando las motivaciones del otro para hacer determinada conducta

Ejemplos:

– La música tan alta me molesta en los oídos, por favor, bájala.

¿No crees que la música está muy alta?

– Me da miedo cuando conduces tan deprisa. ¿podrías ir más despacio?

¿Por qué corres tanto?

– Levantarme la voz y amenazarme sólo hace que enfurezca y entristezca. No puedo decir nada cuando me siento así.

¡Eres un violento, cascarrabias y quejica, te pareces a tu padre!

Tomémonos 10 minutos para calmarnos y luego hablamos.

-Cuando llevas esa ropa tan vieja con amigos, hace que yo mismo me sienta mal. me sentiría mejor si comprases ropa nueva.

¿Por qué siempre te vistes como un pordiosero?

 

La fórmula para expresar sentimientos negativos incluye tres pasos:

  1. Expresar la conducta del otro que ha causado sentimientos negativos.
  2. Describir y confesar los sentimientos negativos.
  3. Hacer una petición que pueda mejorar la situación y tus sentimientos pidiéndole al otro:
    1. cambiar palabras o conductas en el presente o en el futuro.
    2. ayuda para resolver el problema.
    3. tiempo para llegar a un consenso, compromiso o clarificación.

Cuando uno de los miembros de la pareja tiene un tema que es importante para él/ella pero que no se resuelve en la comunicación, reaparecerá una y otra vez, y cada vez generará mayor hostilidad, malestar y desunión en la pareja.

Vuelvo a recordar que una pareja es una elección personal, nadie nos obliga a tenerla, pero si la tenemos, hemos de ser conscientes del compromiso que hemos adquirido y trabajar porque prospere y que nos compense estar en ella. ¿Empezamos por aprender a comunicar y resolver problemas? ¡Ánimo! ¡Se puede!

 

En el mundo moderno, la calidad de vida es la calidad de la comunicación. Tonny Robins

La comunicación funciona para los que trabajan en ella. John Powell

 

 

 

¿Qué más puedo hacer para que lo valores?

By | Amor, pareja, Terapia de pareja | No Comments

¿Qué más puedo hacer para que lo valores?

Nos sorprenden con la luna y sigue sin parecernos suficiente, la queríamos llena y la que nos traen es menguante.

¿Os ha pasado alguna vez, que lo que hacen por vosotros no es lo que «necesitáis» o lo que en realidad deseáis? ¿os ha pasado que parece como si nunca fuese suficiente lo que os aportan?

Cuando nuestra pareja se esfuerza en pensar qué podría hacer para sorprendernos, animarnos o hacernos sentir bien, y haga lo que haga no lo consigue termina frustrándose y perdiendo las ganas. Al mismo tiempo, ser consciente de que haga lo que haga tu pareja tú nunca estás satisfecho, tampoco genera demasiadas buenas sensaciones.

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A veces, nuestro foco atencional se restringe, sólo vemos lo que quisiéramos que ocurriese pero que en realidad no ocurre, nos centramos en la carencia, en el fallo, en el error y de ahí no salimos ni dejamos que nos saquen.

Los demás se esfuerzan por mejorar y por hacer cosas para que nosotros nos sintamos más felices, pero eso ya no lo valoramos, no llegamos a apreciarlo, sólo queremos o necesitamos más de algo o menos de otra cosa.

Cuando hay problemas de pareja éstas deben juntas comenzar a buscarles solución,hacer peticiones de cambio y comenzar a caminar. El problema es que parece como si de repente, se nos olvide que las cosas no cambian de hoy para mañana en su totalidad, y ahora, nuestro trabajo consistirá en aceptarlo y en aprender de nuevo a apreciar, valorar y agradecer lo que los demás hacen por nosotros, disfrutarlo e ir ampliando el foco atencional, atender no sólo a las carencias y fallos sino también a las atenciones y a los gestos que hacen para contribuir en el cambio que demandamos.

Nuestras parejas, amigos o familiares deberán hacer, deberán colaborar, pero nosotros también. No hay que olvidar que el camino se hace al andar y que no solemos caminar dando saltos, sino dando pasos, después del uno, el dos, con paciencia, con actitud, con gratitud y sin olvidarnos de que nosotros también tenemos responsabilidades en nuestra camino a la felicidad, no sólo los demás son los responsables de las situaciones que actualmente vivimos, porque nada pasa en tu vida si tú no lo permites.

¿Realmente es necesario que nuestra pareja nos regale la luna? ¿quizás lo que pides al otro es inalcanzable? ¿puede ser que hayas perdido la capacidad de valorar los pequeños tesoros o detalles que tiene tu pareja?

¿Cuánto tiempo hace que no observas con amor y agradecimiento todas aquellas cosas que te enamoraron de la que hoy es tu pareja?


¿Por qué nuestra pareja no tiene una bola de cristal para leernos la mente?

By | Amor, comunicación, pareja, Solución de problemas | No Comments

Casi en el 100% de las terapias de pareja que se tratan en consulta desde la psicología, vemos que en algún momento los miembros de la pareja incluyen entre sus quejas algún comentario que hace referencia a ese poder de adivinar que le atribuimos al otro.

Las parejas nos hablan a los psicólogos de problemas de los que se englobarían dentro del hecho de pensar que nuestra pareja, por la cantidad de tiempo que nos conoce, tiene que poder leernos la mente.

Es bastante común ver como en pareja, damos por sentado que él o ella, que nos conoce a la perfección, tiene capacidades suficientes como para adivinar cosas como: lo que realmente necesitamos, lo que esperamos de él/ella, lo que queremos que pase, cómo debería comportarse el otro en determinadas situaciones, qué estoy pensando, cómo me siento, qué deseo escuchar, etc. Nuestra pareja parece que tiene la bola de cristal, puede conectar con nuestra mente al instante que quiera, y satisfacer nuestras necesidades en cada momento, y ésto puede hacerlo sin que nosotros le comuniquemos lo que nos está pasando.

10290668_268193253391401_7978371864630714771_n¿Dónde está el problema ahí?, hasta el momento, aún no se me ha presentado ninguna pareja en la que uno de los dos fuera adivino, quizás un día la tengo, quién sabe, sería alucinante, pero de momento, incluso si pienso en todas las personas que conozco a nivel personal, ninguna tiene ese poder, ¿y vosotros, conocéis a alguna?, si la respuesta es no, ¿por qué pensamos que nuestra pareja es una excepción?

¿Y si aceptamos que ni nosotros ni nuestra pareja somos adivinos?, ¿y si aceptamos que de momento si tenemos una bola de cristal, muy probablemente sólo sirve como pisapapeles o como decoración? ¿Y si comenzamos a aceptar que si queremos que el otro sepa algo quizás es bueno hacérselo llegar, comunicárselo?.

Bien, aceptado, nosotros no somos adivinos, ni nuestras parejas, ni nuestros amigos, ni nuestros familiares, por lo tanto, si tengo una necesidad que requiere de la intervención del otro, ¿por qué no la comunicamos?, ¿por qué no decirle al otro qué es lo que nos pasa, o cómo nos sentimos?. 

Si en algo insisto siempre, tanto en terapia como en mi vida personal, es en que nos debemos comunicar, pero comunicar no es simplemente hablar, es hablar con un fin, y tratar de lograr que ese fin se cumpla, contemplar qué queremos decir, cómo lo vamos a decir, cuándo, por qué vía de comunicación, etc. Comunicar tiene que tener un objetivo claro o varios, no es un simple hablar por hablar. 

En pareja, la comunicación puede tener el fin de expresar emociones positivas o negativas, de resolver un problema, de pedir ayuda, de cambiar algo, etc., sea cuál sea el fin que pretendemos, en todos los casos será necesario que nos expresemos con libertad y calma. 

Si el fin de la comunicación es solucionar un problema, propón soluciones, si comenzamos a hablar con nuestra pareja pensando en que realmente, como es adivino, si no hace lo que debería hacer entonces es porque realmente le da igual, en vez de porque no lo sabe, o porque no nos entiende, de nuevo estaremos lejos de alcanzar nuestro objetivo inicial.

Así que, ¡comuniquémonos!, pero recordar cuál es vuestro objetivo y adaptar el lenguaje y el tono, tener en cuenta la situación en la que se produce esa comunicación, cuantas más cosas sean favorables, mejor.

¿Realmente no hay, o nosotros no lo vemos?

By | Amor, pareja, Sin categoría, Solución de problemas | No Comments

10460104_233064293570964_1802679747752483453_nAlgo muy común en las parejas, son las quejas de lo que el otro podría darnos, pero parece que no nos da.

Muchas veces, en realidad el otro da mucho, o lo daría encantado, pero somos nosotros mismos los que no dejamos que dé, o no llegamos a apreciar que realmente sí que está dando pero que somos nosotros que no lo vemos.

Muchas veces esto nos ocurre porque pasamos poco tiempo en el presente, en lo que realmente está pasando, y nos centramos en cómo deberían ser las cosas, en nuestras expectativas.

¿Vemos «todo» lo que nos aporta nuestra pareja o nos centramos tanto en lo que no nos aporta que lo bueno no se aprecia?

En ocasiones, en consulta las parejas se dan cuenta de que su mente, se dirige tanto hacia aquello que esperan que ocurra y no ocurre, que el resto de las cosas no las ven, no las aprecian y eso hace que su sensación de frustración o de tristeza aumente.

Cuando yo actúo bien y tú no lo aprecias, cuando yo no obtengo ningún refuerzo por mi conducta adecuada, lo que se termina consiguiendo es que la probabilidad de que esa acción se repita sin duda sea menor.

Así que valora, ¿realmente no hay nada bueno en mi relación de pareja, o soy yo que no lo veo?, recuerda que «no hay mayor ciego que el que no quiere ver». Valora que tu pareja es mucho más que aquello que tú anhelas, que no sólo es lo que no da, sino también, y mucho más importante, lo que sí que da.
Céntrate en lo bueno y tendrás más bueno.
Da más bueno y tendrás más bueno.
Escucha mejor y te sentirás mejor.
Mira lo bueno y verás más y mejor.

Espera paciente y sé paciente. No podemos pretender cambios de hoy a mañana que se puedan mantener por completo en el tiempo, acéptalo.

Cuesta lo mismo mirar hacia un lado que hacia el otro, pero las consecuencias no son las mismas en absoluto, ni para nosotros, ni para nuestra pareja ni para la relación.
En nuestras manos está, y en nuestros ojos, y en nuestra mente, y en nuestro tono, y en nuestras palabras…

Yo empiezo ya mismo a declinarme por no mirar sólo lo que no hay, es más voy a tratar de centrarme solamente en lo que sí que es real, en lo que sí que puedo ver y sentir, ¿y tú?, ¿te animas, empiezas?.