Algunas personas vienen a consulta y me dicen cosas como: «Si es que… ya sé que mi error es darlo todo cuando quiero a alguien», «ya sé que debo dar menos» «es que soy tonto/a», «es que debo aprender a ser más desconfiado/a»…
Personalmente, no sé si mis amigos, conocidos o desconocidos psicólogos compartirán mi opinión, pero para mi, dar lo mejor de uno nunca puede ser una mala decisión, del mismo modo que tampoco lo es pensar bien de las personas de antemano.
Es evidente que el precio de entregarse es poder sufrir más de lo deseado, pero cada uno/a debe saber quién es y quién quiere ser, cada uno/a debe saber qué actos quiere que le definan, y cada persona debe pensar en qué debe hacer para ser consecuente consigo misma y por lo tanto poderse acostar cada día en paz. Los demás que se comporten como consideren, pero nosotros/as, independientemente de cómo puedan llegar a sorprendernos las conductas de algunas personas que pasan por nuestra vida necesitamos ser fieles a nuestro yo.
No te arrepientas de haber dado lo mejor de ti, que alguien no haya sabido apreciarlo no implica que haberlo dado haya sido una mala decisión.
No permitas que las conductas de otras personas modifiquen tu esencia, y menos aún si en realidad lo que en verdad desearías encontrar es una persona que viva la vida y las relaciones como tú.
(¡Cuidado! No olvidemos que darlo todo está fenomenal, sobre todo si eres de esas personas, pero recuerda que esa práctica nunca puede implicar quedarse sin nada). Entrega lo mejor de ti, pero no olvides cuidarte a ti también.