El que escoge al consejero escoge el consejo

Esta imagen hacía tiempo que quería compartirla.

En consulta suelen decirme: «Cuando estoy mal, hablarlo con alguien me va fenomenal»… y sí, hablar con alguien es ventilar y eso es estupendo, pero tengo varias cosas que decir al respecto:
Una de ellas es que como bien dice mi madre: «El que escoge al consejero escoge el consejo», que me parece una realidad aplastante.

Muchas veces hablamos con quien sabemos que nos dirá la verdad nos guste o no, (fantástico), pero en otras ocasiones, consciente o inconscientemente, escogemos a quien sabemos que piensa como nosotros para que reafirme nuestros pensamientos, (sean éstos ciertos o completamente erróneos o improductivos), y eso ya no es tan fantástico…

Así bien, hablarlo con alguien es bueno siempre y cuando valoremos si realmente esa conversación nos dará frutos, porque si en realidad en lo que va a contribuir esa charla es en alimentar nuestro pensamiento negativo, nuestra venganza, nuestro malhumor, nuestro sentimiento de víctima o de miedo… entonces, quizás sería bueno hacer otra cosa…

Este punto es el primero. El segundo es que aunque hablar las cosas con los demás sea bueno, también es cierto que muchas personas sienten que «necesitan» la opinión de los demás para gestionarse, que sin eso no saben por dónde tirar, piensan que por sí solos no saben qué escoger, qué hacer, qué pensar… Hay personas que creen necesitar de los demás para todo y eso ocurre porque ni siquiera se dan la oportunidad de demostrarse que por ellas mismas pueden salir airosas.

¿Cuánto tiempo hace que no te demuestras que puedes con mucho más de lo que te crees?

¿Cuánto tiempo hace que no resuelves tus problemas sin necesidad de recurrir a otras personas? 

No es que quiera animar a nadie a guardarlo todo para dentro y a no compartir, no me malinterpretéis, no es eso en absoluto, pero sí que es cierto que a veces, lo que necesitamos de verdad es detenernos, reflexionar para ver dónde está el problema, para ver si existe, qué podemos hacer con él, cuánto de grave es… y después si eso, hablarlo. Muchas veces dedicamos tanto tiempo a hablar del problema que cada vez parece mayor y más grave, cuando en realidad quizás no lo es en absoluto.
Como dice la frase es bueno que meditemos en nuestra intimidad acerca de lo que nos inquieta y que compartamos lo bueno con los demás. Muchas veces dedicamos muchísimo tiempo a expresar lo malo y ni la mitad para hablar de lo bueno, damos por hecho que así debe ser, que lo bueno, «debe ser», y no es así, también hay que dedicarle su espacio, incluso más.
Es bueno que aprendamos a escucharnos, a discutirnos, a hacernos buenas preguntas, a encontrar respuestas y a buscar soluciones. Y es maravilloso contar con personas que nos ayuden, pero no podemos infravalorarnos, no podemos convencernos de que nosotros no somos un buen apoyo, no podemos demostrarnos una y otra vez que por nosotros mismos no nos valemos.

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