Category Archives: Autoestima

Hazlo, en realidad van a criticarte igualmente

By | ansiedad, Autoestima | No Comments

Es curioso cuántas cosas haríamos y no hacemos por el qué dirán, cuántas personas hay que no fluyen por lo que otros puedan pensar de ellas, cuántos de nosotros quisiéramos decir cosas que no decimos y que quizás nunca diremos por lo que otros, desconocidos o no, puedan interpretar de nosotros. Nos da miedo que nos juzguen, que analicen si están bien o mal nuestros pensamientos, emociones o conductas.

Sin duda no está del todo mal pensar en los otros, lo cierto es que podemos aprender de ellos y con ellos, no hay ningún problema tampoco en que en ciertas ocasiones adaptemos nuestra conducta en base a quién tenemos delante, no es lo mismo estar con un amigo o con nuestra pareja que en una entrevista o con un jefe, pero en cualquier caso, lo cierto es que no estamos en la mente de los otros, no podemos controlar lo que pueden llegar a pensar, y nunca llueve a gusto de todos, es poco probable ser perfecto para todas las personas, que a todos gustemos y que siempre acertemos en nuestras elecciones.

En nuestra consulta de psicología se ven muchos casos de fobia social, muchas personas con miedos en las relaciones sociales, con inseguridades o con una autoestima inestable. La fobia social es, después de la agorafobia-pánico, el segundo trastorno de ansiedad más frecuente.

La fobia social es un miedo irracional y desproporcionado a distintas situaciones que implican interacción social. Las personas que lo padecen están convencidas de que su conducta será inadecuada o ridícula. Cuando tienen estos pensamientos, surgen distintas respuestas fisiológicas que les desagradan, sienten calor, rubor, tensión, temblor, sensaciones en el estómago, mareo, ganas de orinar, etc., su nivel de ansiedad cada vez es mayor.

Puesto que afrontar una situación con esos pensamientos y esas sensaciones no resulta ni fácil ni agradable, a menudo empiezan a intentar controlarlas a toda costa, piensan antes de acudir qué dirán o qué harán, dónde se sentirán más cómodos y dónde no, qué ponerse para que el sudor no se note, etc., a estas estrategias se las llama conductas de seguridad, y sirven «aparentemente» para que los demás no sean conscientes de lo que está pasando realmente por su mente o su cuerpo.

Made with Square InstaPicSi tienen alguna experiencia negativa incluso con conductas de seguridad, o simplemente ellos así lo perciben, comienzan a evitar exponerse a las situaciones sociales a toda costa, cuando dicen no, sienten calma, y eso les hace sentir bien, al menos en el momento presente. El problema está en que con el tiempo, cada vez evitan más situaciones y sus miedos van en aumento, además, cada vez consideran más ciertos sus pensamientos irracionales, cada vez tienen mayor credibilidad y su sentimiento de indefensión a la hora de poder controlar esas situaciones aumenta, sienten que hagan lo que hagan, irá mal, pensarán mal de ellos.

Hay casos de ansiedad social en los que la persona ha vivido alguna experiencia negativa previa en la que alguien ha juzgado sus pensamientos o sus acciones, pero también los hay que no han vivido ninguna situación incómoda, a veces es sólo que siempre han sido tímidos o en casa les han inculcado lo importante que es el «qué dirán», o han comenzado a pensar en lo terrible que sería si alguien pudiese pensar de ellos de forma negativa porque su conducta fuese inadecuada, lo han pensado una y otra vez, han comenzado a evaluar su conducta en las interacciones sociales, a enjuiciarla y criticarla, y al final, realmente sienten que lo que temen que ocurra, terminará sucediendo. A menudo, piensan que no sabrán que decir, que lo que dirán estará mal expresado, que no les entenderán, que se quedarán en blanco, que tartamudearán, que pensarán que son «raritos» o un «coñazo», que nadie hablará con ellos, que lo que digan no interesará, etc.

Los problemas de ansiedad social tienen gran impacto en el bienestar de las personas que la padecen, por una parte, soportan altos niveles de ansiedad, viven estresados por lo que pasó, o puede llegar a pasar.

Además, al sentirse poco o nada capaces de enfrentarse a las situaciones que temen, sus pensamientos devaluativos sobre ellos mismos aumentan, con lo que su autoestima se ve muy afectada, piensan que son aburridos, débiles, inseguros, inútiles, etc. Hay casos en los que padecer este problema durante un largo periodo de tiempo puede provocarnos depresión, también hay casos en los que la depresión nos lleva a tener ansiedad social, puesto que nosotros pensamos mal de nosotros mismos, entendemos que los demás pensarán lo mismo.

Cuando nuestra autoestima empieza a disminuir o a ser muy inestable, empiezan los problemas de estado de ánimo, cada vez tenemos menos ganas de hacer cosas, y nuestro nivel de disfrute puede verse afectado. En muchos casos, hemos de ser conscientes de que una parte de su autoestima la construyen en base a lo que otros hacen y ellos no son capaces de hacer, (o creen no ser capaces de hacer), hemos de recordar que la autoestima no es comparativa, (o por lo menos no debería serlo), la autoestima tiene que ver con uno mismo independientemente de los demás.

Los principales tipos de pensamientos en fobia social son los siguientes:

  • Sobre la propia actuación: No sabré qué decir, no me entenderán, no podré construir una sola frase con sentido, etc.
  • Sobre la percepción de los demás de nuestra actuación: se darán cuenta, daré la nota, sabrán que lo estoy pasando fatal, etc.
  • Sobre el juicio negativo de los demás: Pensarán que no tengo ni idea, que hago el ridículo, que cómo se me ocurre, etc.
  • Sobre ser rechazado: Empezarán a evitarme, no me tendrán en cuenta, dejarán de contar conmigo, me despedirán, etc.
  • Sobre autodesprecio: Lo mío no tiene nombre, qué ridículo soy, esto no se me va a pasar nunca, no sirvo para nada, etc.
  • Sobre reacciones de ansiedad visibles: se nota que tiemblo, ¡qué vergüenza cada vez sudo más!, mi pulso me delata, no podré disimular el rojo de la cara, etc.

Las personas que sufren fobia social empiezan a llenarse de pensamientos anticipatorios sobre lo que sucederá, a criticarse por lo que deberían haber hecho y no hicieron y a limitar sus interacciones sociales, cada vez reducen más su círculo. Convivir con tanto pensamiento negativo, sin duda afecta a nuestro estado de ánimo y a nuestra visión del futuro.

El tratamiento de la fobia social tiene muy buenos resultados y las personas que se enfrentan a sus miedos abandonan el problema y lo eliminan de sus vidas, si te sientes así, no dudes en acudir a un psicólogo para que te ayude con ello.

Lo cierto es que personas que vayan a criticar nuestra conducta siempre van a existir, personas a las que no vayamos a gustarles también, así que, haz lo que quieras hacer, independientemente de ellos, no puedes controlar lo que pensarán, pero si lo que tú pensarás.

¿Podemos escribir cuando nos nace o hay que esperar a que nos escriban antes?

By | Amor, Autoestima, pareja, Sin categoría | 2 Comments
Hace mucho tiempo que tengo ganas de hacer un post sobre este tema, ¿podemos escribir cuando nos nace o hay que esperar a que nos escriban antes? ¿hay que dejar un tiempo prudencial para no parecer un loco desesperado ansioso de contacto o no es necesario? ¿se puede responder al momento? ¿podemos proponer un plan sin que antes nos hayan escrito?, etc.
Todo y que ya hace unos cuantos años que estoy alejada de la adolescencia, no diremos cuántos, (no es relevante), sigo teniendo conversaciones del estilo, en las que me preguntan qué deberían hacer y qué no. Me dicen: Mireia, ¿tú crees que debería escribirle?, ¿pensará que estoy enamorada si le escribo? ¿se agobiará? ¿pareceré una pesada? ¿está bien lo que le he escrito? ¿se rallará? (esta última es muy típica).

Lo lamento, mientras lo escribo lo pienso, pero estás frases son de amigas, casi siempre mujeres, (quiero pensar que algunos hombres habrá que también duden antes de escribir, que no sera sólo una cuestión femenina, pero lo cierto es que hago este post pensando en amigas y pacientes mujeres). Se porque también tengo muchos amigos (hombres) y pacientes que ellos también rumian, eso no es sólo femenino, en absoluto, pero no recuerdo una conversación así con ellos. Si alguno de los que me lee se reconoce, si le apetece, que diga que también les ocurre.

Bien, ¿qué pensáis? ¿hemos de esperar a que nos escriban para poder decir lo que deseemos decir? ¿siempre es el otro quién debe iniciar primero una conversación? ¿Es necesario que dejemos pasar un tiempo antes de contestar o que los otros sean los que lleven el ritmo de la relación?

2349939
Los que me leen, creo que ya deben tener una ligera idea de cuáles serán mis respuestas a estos interrogantes, sin duda, no creo en absoluto que tengamos que esperar a que otros inicien, ni tampoco que nadie tenga que enseñarnos cuál debe ser nuestro ritmo, o lo que podemos o no decir.
Que se asustan, rallan, agobian, saturan, etc., pues, ¡hasta pronto!
Recuerdo muchas historias de contestar un «sms», ahora whatsupp, 3 días más tarde, o incluso una semana o más, ¿en serio, tanto te cuesta pensar en el/la otr@? (Esto ya tengo que ponerlo en los dos sexos porque lo de responder tarde ya lo reconozco tanto en amigas como en amigos).

Creo que no hace falta que diga que es algo que no comparto, no hablo de que haya que responder al instante, parece que desde que tenemos whastupp, etc. hemos de estar conectados 24h, y no es así, pero si alguien nos dice algo que sabemos que es importante, o que le habrá costado decirnos, que menos que no mantenerle eternamente a la espera. Ya sabemos que el que espera, desespera, ¿para qué hacer desesperar a alguien?

Llega un momento en la vida, en el que uno ya ha de saber qué busca y que no, qué acepta y que no, quién es y qué puede hacer, no hace falta que siga las «normas», entre otras cosas porque ¿esas normas quién ha dicho que sean válidas, o que lo sean para todas las personas? o aún más importante, ¿cuánto de identificado se siente uno con comportarse en base a esas normas? ¿hasta que punto uno puede ser como es si tiene en cuenta lo que se debe o no hacer en esos casos?

Alejada de esa adolescencia, creo firmemente que uno ha de ser quién es, y hacerlo saber, y como no, en los tiempos que le parezca, hay tantas formas de comunicar o de enamorar como personas existen en el mundo, seguro que hay a quién eso de que no le escriban o que le contesten tarde le «enganche» o le despierte curiosidad, pero también hay personas que no necesitan ese misterio y que estarán felices de recibir un ¡hola! o un ¿qué tal te va el día? aunque te vieran ayer noche, o aunque no lo hayan hecho antes que tú.

Lo cierto es que las parejas nacen de miles de maneras, se unen por distintos motivos, y es que la variedad entre las personas y en cuáles son sus intereses o lo que les despierta amor, varía, por suerte, no somos ni robots ni máquinas, así que cada uno con sus particularidades y preferencias, pero cada uno sea como es en sí mismo.

Sin duda, cada uno es libre de decidir cómo quiere interactuar con los otros, ahora bien, como consejo, trata de no quedarte con las ganas de lo que deberías haber hecho y no hiciste y  trata de ser tú, si tienes que gustarle le gustarás, y si no, ¡hasta pronto, que te vaya bien, muy bien! No te conformes ya desde el inicio con cosas que no van contigo en absoluto.

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

By | Autoestima | No Comments

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

¿Por qué siento que no doy valor a lo realmente importante?

 ¿Por qué doy mucho valor a aspectos que realmente no lo tienen?

¿Qué me está impidiendo ser feliz?

¿Puedo hacer algo para serlo?

Algunas de estas preguntas obtienen su respuesta cuando trabajamos nuestro sentido de vida y conectamos con él.
¿Cómo afecta a la psique humana el no saber cuál es el sentido de su vida, o el saberlo y no darle el valor que realmente merece?
Una vez hemos reflexionado y detectado el sentido que tiene amar la vida, uno decide entonces, si quiere evolucionar con ese aprendizaje, amar para lograr su felicidad, su calma y su paz, o no. Aquí viene algo realmente importante, empezamos a hablar de una decisión personal y consciente, de una actitud, o decides cambiar y ayudarte a caminar consecuentemente con tu sentido de vida y tienes una actitud orientada al respeto por uno mismo, o estarás de nuevo ignorando lo que realmente es importante para ti, y dándole ese valor, a aspectos que no lo tienen.

Cuando no colaboras en tu propio bienestar, sientes desgaste de energía vital, te sientes triste, decepcionado, frustrado, impaciente, furioso, depresivo, poco válido, incapaz, ansioso, etc. y por lo tanto, muy lejos de sentirte en paz y feliz.
Tener un propósito en la vida, proyectarnos al futuro es buenísimo, uno necesita a veces saber hacia dónde va, pero, centrarse sólo en el futuro, en «cuando tenga esto», «cuando consiga aquello…» nos hace olvidarnos de que hoy, también podemos hacer cosas que nos dan felicidad, el presente no puede ser exclusivamente un medio para un fin. La vida, de momento, es hoy.
La atención cada vez la ponemos más lejos de nuestro interior. Somos nuestros propios desconocidos, hasta que un día, el alma nos hace “toc toc” y no sabemos interpretar quién nos llama.
Yo hablo siempre de nuestras responsabilidades en la vida, de ser consciente de que tenemos un papel protagonista en ella, hay personas que esto aún no lo han integrado. Si yo elijo sentirme bien, deberé actuar consecuentemente, tendré que dar sentido a mi sentido, tendré que integrar en él lo que verdaderamente es importante, crearlo, mejorarlo, transmitirlo. Tengo una responsabilidad enorme conmigo mismo, puedo garantizarme el tratarme bien, independientemente de lo que ocurra a mi alrededor, yo puedo seguir cuidándome y deseándome lo mejor, entonces, ¿por qué no hacerlo?

En ocasiones resulta útil hacer un cambio en los valores, no basarlos tanto en aspectos materiales y superficiales de la vida como pueden ser tener trabajo, dinero, una gran casa, éxito, una cara sin arrugas, un cuerpo perfecto, etc. Sino en aspectos más importantes, más sensitivos.

Personalmente, como este tema me apasiona, lo suelo trabajar en consulta, al final del tratamiento, es mi regalo para los pacientes, les invito a que hagan esa reflexión. Cuando lo trabajo, temas que suscitaban conflicto durante la terapia con uno mismo, o con sus relaciones personales, dejan de provocarlo. Por ejemplo, si discuto mucho con mi pareja por el dinero, por la limpieza, o por quién se acerca antes para resolver un problema, si esos detalles no están incluidos en mi sentido de vida, me hago consciente de que en realidad, les estoy dando un valor que realmente no tienen y que eso, hace que se lo reste a otras cosas que quizá sí que son muy importantes para mí, por lo tanto, aspectos que hasta ahora nos generaban malestar ya no nos lo generan, o por lo menos, ya no con la misma intensidad.

El sentido de vida se ha investigado mucho observando y aprendiendo de experiencias cercanas a la muerte y en moribundos, y es que hay tener en cuenta que la vida es finita, y que por lo tanto, si hoy tienes la suerte de vivir, quizás deberías pensar en lo que es realmente importante y hacer que esos aspectos adquieran la importancia que de verdad han de tener en nuestra vida.

No hay que tener miedo a la muerte, pero hay que ser consciente de que la vida es limitada, y que la muerte puede ser inminente, por lo tanto, vale la pena plantearse: ¿qué es importante para mí? y dedicarnos a cumplirlo, o por lo menos tratar de garantizarlo.

Alguna vez en consulta he preguntado: ¿qué querrías que recordasen de ti cuando mueras? ¿cómo te gustaría que te definieran?, esas cualidades que desearías que recordasen al pensar en ti, deben estar presentes en la actualidad, y si no es así, hay que empezar a crearlas en nosotros. En cambio, las que no queramos que relacionen con nosotros, hay que trabajarlas para que no lo estén, vuelvo a recordar que somos libres para decidir, y por lo tanto somos responsables de nuestras decisiones.

El sentido de la vida es escucharse a uno mismo, hacerse caso, cuidarse, amarse y amar bien a todas las cosas/personas que se ama, sentirse en paz con uno mismo. Es saber quién eres, qué cualidades humanas te parece que son necesarias de cultivar. Una vez detectadas, tengo que buscar cómo crearlas, y no sólo conmigo mismo, sino también con las personas que componen mi sentido de vida.
Para lograrlo, lo importante es aprender a amar, a amarnos, a amar a la vida, a las personas, a la naturaleza, etc., y una vez lo hemos aprendido, hemos de colaborar en mantenerlo y ser consecuentes con ese aprendizaje.
Finalmente, el sentido de la vida, para mí se resume en sentirme en paz, sentirme bien conmigo misma, aceptar que todo y que pueda tener problemas, la vida es una maravilla y es mía, la vivo yo, la puedo elegir, la puedo cambiar y puedo escoger también cómo sentirla.

Para ti, ¿en qué se resume tu sentido de vida? ¿colaboras con él? ¿qué te lo impide?

 

Todos hablamos de la autoestima, pero ¿qué es?

By | Autoestima | No Comments

La autoestima es la visión íntima que tenemos de nosotros mismos es una experiencia íntima que compone lo que yo pienso y siento de mí mismo, no lo que otros piensen y sientan sobre mí. La autoestima es la evaluación que hago yo de mí mismo, en qué grado estoy de acuerdo con respecto a mi autoconcepto.
La autoestima está formada por dos piezas:
– Un sentimiento de capacidad personal y
– un sentimiento de valía personal.
La autoestima es la suma de la confianza y el respeto por uno mismo. Para que tenga lugar, lo esencial son las acciones que realizamos en el día a día, tanto las mentales como las físicas, en función de ellas, promovemos o deterioramos nuestra autoestima.
Lo cierto es, que lo que hacemos o pensamos ente los acontecimientos que vivimos depende en gran medida de quién y qué pensamos que somos. Nuestras elecciones y decisiones desempeñan un papel crucial en el nivel de autoestima que a la larga desarrollaremos.
La autoestima es siempre una cuestión de grado, nadie carece por completo de autoestima positiva, ni nadie es incapaz de desarrollar su autoestima. Ahora bien, todos entendemos que lo interesante es contar con una autoestima positiva, puesto que disponer de ella, es un requisito esencial para poder gozar de una vida plena.
En la autoestima evaluamos dos aspectos:
– La habilidad que tenemos para enfrentarnos a los desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y
– El grado de derecho que tenemos para ser felices (para respetar y defender nuestros intereses y necesidades).
Tener un término medio de autoestima es fluctuar entre sentirse apto y no apto para la vida, acertado y equivocado como persona. Cuando soy incoherente en cuanto a mi conducta, y a veces me cuido y me valoro y otras veces no, a lo que contribuyo es a reforzar mi inseguridad.
Cuanta más alta sea nuestra estima, más alegría experimentaremos por el solo hecho de ser, de despertarnos por la mañana, de vivir…
Cualquiera que haya sido nuestra educación, ya de adultos la cuestión de la autoestima está en nuestras manos. Nadie puede respirar por nosotros, pensar por nosotros, decidir por nosotros, sentir por nosotros, ni imponernos el amor por nosotros. Uno mismo es el responsable de cuidar y fomentar su autoestima positiva independientemente de lo que ocurra a su alrededor.
Puedo ser amado por todos menos por mí mismo. Puedo dar a entender seguridad en mí mismo a los otros y no sentirla cuando estoy en soledad. Puedo satisfacer las expectativas de los demás y no las mías, por poder puedo muchas cosas, ahora bien, lo interesante sería plantearse: ¿con qué fin no me cuido?, ¿con qué fin hago caso a las demandas y a las necesidades de los demás y no a las mías?2398100
Una pareja, un reconocimiento laboral, o de nuestros amigos, un estatus económico, un buen aspecto físico, etc., no generará nuestra autoestima, sí que es cierto que pueden hacernos sentir mejor con respecto a nosotros mismos durante un tiempo, o más cómodos en determinadas situaciones, pero la realidad es que la comodidad no es la autoestima, son cosas distintas.
La mayoría de las personas buscan la autoconfianza y el autorespeto en todas partes menos en sí mismas, y de este modo, fracasan en su búsqueda. Si tenemos en cuenta que la búsqueda es irracional, el anhelo “por algo más” existirá siempre, y por lo tanto: ¿si jamás cubrimos nuestras necesidades cuándo nos sentiremos realmente felices y plenos?
Hay que tener en cuenta que la verdadera naturaleza de la autoestima no es competitiva ni comparativa, no se trata de lo que yo tengo en mayor o menor medida en comparación con los otros, se trata de cómo me siento yo conmigo mismo, independientemente de los otros.

2398106
Una de las características más significativas de una autoestima sana es disponer de un estado en el que no sienta que estoy en guerra ni conmigo mismo ni con los demás, sentirme en paz con lo que pienso y hago.
Idealmente, todo el mundo debería disfrutar de un alto nivel de autoestima que le permitiese disfrutar de la vida y sentirse feliz, pero por desgracia esa no es la realidad, existen muchas personas que cuentan con sentimientos de inutilidad, inseguridad, dudas sobre ellas mismas, culpa y miedo a participar activamente en la vida, no siempre esos sentimientos se reconocen y admiten fácilmente, pero en muchos casos están presentes y causan en las personas un sentimiento de malestar, insatisfacción y tristeza que les condiciona en su día a día.
Todos hemos pasado por momentos en los que nos hemos sentido mejor y/o peor con respecto a nosotros mismos y nos hemos dejado llevar por el malestar o la inercia que de él se deriva, hemos sido más o menos conscientes de que con las conductas que escogíamos no nos estábamos ayudando, pero, lo cierto es que la autoestima va construyéndose con el tiempo, y hemos de tratar de cultivarla para garantizarnos una autoestima positiva, si lo hacemos, nos estaremos responsabilizando de nosotros mismos, y eso hará que la aumentemos.
Todos nos merecemos tener una autoestima sana y una vida plena, todos, pero hemos de ser conscientes de que es un trabajo, a veces no tenemos ganas de luchar contra las adversidades y nos dejamos llevar, pero hemos de recordar que nadie puede salvarnos, nosotros somos los responsables de nuestra vida y de nuestro bienestar.

¡A por ella!

(Este es el primero de los artículos de autoestima para el blog, empecemos por definirla, otro día más aspectos relacionados con ella)

Para sanar una herida, hay que dejar de tocarla

By | Amor, Autoestima, Rumiación | No Comments

Para sanar una herida, hay que dejar de tocarla. Así es, ¿no?

Resulta complejo, todos sabemos que cuando algo nos hace daño, dejar de pensar en ello no es tarea fácil.

Somos conscientes de que para poder salir del bucle en el que estamos inmersos, necesitamos incluir otros pensamientos, hacer otras cosas, salir, activarse, sentirnos mejor al fin y al cabo, pero… ¡RESULTA TAN COMPLICADO!

Los pacientes dicen: la teoría me la sé, pero…

Sí, para poder sanar una herida, hay que dejar de tocarla, necesariamente.

Made with Square InstaPic¿Cómo empezamos a hacer eso? Aceptando la realidad, nos guste más o menos, la realidad es que es esa, no es otra. Aceptarla siendo realistas, no negativos, sino realistas, sinceros, ¿te duele? Sí, ¿Pero… es grave? No, ¡Ah!, ¿entonces sólo necesitas tiempo, no?, sí, supongo que si…

Si tenemos la clave para poder curarla, ¿por qué la infectamos? no tiene mucho sentido, ¿no?

Lo hacemos porque no es fácil, lo sé, (los psicólogos también vivimos experiencias que no son de nuestro agrado, ¿creíais que no?, pues sí, no estamos exentos de ellas).

Sabemos que en ocasiones pedimos cosas que resultan complicadas, pero, sabemos porque las pedimos, sabemos que son útiles, sabemos que curan, y nos encanta curar. Esa es nuestra devoción.

Para sentirse bien, uno tiene que tener la percepción y/o la convicción de que se quiere, se cuida, o por lo menos lo intenta, pero si tenemos una herida y la solución para ella, y no la empleamos, ¿creéis que sentimos que nos estamos cuidando bien?, la verdad es que no.

Aceptar una herida, implica muchas cosas, quizás perdonar a otro, o a nosotros mismos, aceptar que nuestros deseos no van a ocurrir, aceptar un final, llorar, enfadarse, despedirse, etc. No es fácil, lo sé, pero… y seguir tocándola, ¿lo es? no.

No podemos escapar de las desgracias, de las tragedias, de las heridas o de las malas experiencias, forman parte de la vida, pero lo cierto, es que las alegrías, el amor, las personas, las aventuras, los sueños, las ilusiones o los planes, también forman parte de la vida. Cuando algo nos duele, no somos conscientes de esas cosas, además es como que no queremos ni verlas, ni creer en ellas, pero están, la vida también las contiene, y aunque tengas una herida, tienes motivos para levantarte, para agradecer, para reilusionarte y para seguir fluyendo.

Toca las heridas que tengas, no las ignores, si no tampoco las estarás curando, dales tiempo, dátelo a ti también, todo pasa, SIEMPRE, pero no solo las toques a ellas, toca también otras cosas, observa otras fuentes, las partes sanas, seguro que las tienes, búscalas.

Si lo que quieres es que tu herida se cure, permíteselo, deja de tocarla y de infectarla, no la hagas más grande, airéala, sal a la calle, pide consejo, o trata de olvidarte de ella algunos momentos. Cambia tu foco de atención, préstaselo a otras cosas.

Mira al futuro con curiosidad, convéncete de que te curarás, de que en la actualidad, hay cosas en tu vida que son más importantes que esa herida, recuérdate que aparecerán de nuevo más aventuras maravillosas, se justo, no sólo observes el dolor, te  mientes cuando haces eso, se menos duro contigo mismo y con tu experiencia.

Necesitamos aprender que la vida no es un mar en calma, en ocasiones aparece el oleaje, y tenemos remos, no han desaparecido, podemos mantenernos a flote hasta que vuelva la calma, podemos y debemos, así que:  ¡adelante!

La mejor mercromina para las heridas del alma, es una autoestima sana, es encontrar el sentido de las experiencias que vivimos, es darse cuenta de que aunque acumulemos muchas, el sentido de la vida sigue siendo vivirla y que nosotros nos garanticemos vivirla bien.

¡Ánimo!

 

 

 

Si nada cambia, nada va a cambiar

By | Aceptar la realidad, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, Locus de control, Rumiación, Solución de problemas | No Comments

Hacía tiempo que no leía un libro tan pequeño y tan útil como el de “No hay problemas, hay soluciones” de Virgile Stanislas Martin, os lo recomiendo.

Después de leerlo, he seleccionado varias partes y de ellas junto con mis reflexiones haré distintos artículos para el blog, espero que os gusten y os resulten tan útiles e interesantes como a mí.

“Cada uno se crea su propia realidad y luego se pasa el tiempo lamentándose de ella.

¿Te has dado cuenta de que si el bizcocho no sube siempre es culpa del horno?

Si es que somos, todos, víctimas inocentes”

 

En psicología, a esta forma de interpretar un suceso la llamamos locus de control externo, (Rotter, 1966), y hace referencia, a cuando una persona percibe que un evento externo ha ocurrido de forma independiente a su conducta. Este concepto, es importante desde el punto de vista de que si una persona piensa que lo que ocurre a su alrededor no depende de él/ella, es posible que no actúe para cambiarlo. La sensación de paralización y de indefensión que genera el sentir que no podemos controlar un evento, nos inhabilita para alcanzar nuestras metas.
A menudo, buscamos a alguien que nos resuelva el problema, “lo necesitamos”, ¿por qué no sube el bizcocho?, pero lo cierto es que el bizcocho ya no va a subir, nadie podrá hacerlo subir, nos quedará sólo aceptar la realidad del mejor modo posible y seguir buscando nuevas soluciones, o simplemente seguir, aceptando que hoy, no hay de merienda bizcocho a no ser que vayamos a comprar uno o hagamos de nuevo otro.
Cambiar la visión, salir del por qué, es lo que Virgile Stanislas llama crecer, o disolver el problema, a veces sólo nos queda esa opción para resolverlo, (el bizcocho, si no ha subido ya, no subirá, qué le vamos a hacer).

2307876
Virgile Stanislas hace uso de muchas metáforas maravillosas, hace un momento nombraba la del bizcocho, también hace un buen uso cuando compara el fuego de una chimenea, con la manera en que las personas interpretamos los problemas y les buscamos soluciones. Explica que las personas solemos caer en dos errores lógicos a la hora de resolver problemas:
1. Saber quién ha encendido el fuego y cómo lo ha hecho no nos ayudará a apagarlo.
2. Si el fuego continúa ardiendo, a veces durante años después de haberse encendido, es porque alguien le va echando leña, y esa persona… eres tú.
La conclusión de estos errores es que si nada cambia, nada va a cambiar: si sigues echando leña al fuego, el fuego no se va a apagar.
Cuando la realidad empieza a no gustarnos, lo primero que solemos hacer es preguntarnos por qué, usamos el primer error lógico.

Este tema suelo hablarlo en mi consulta de psicología, me sigue resultando curioso, pero es enormemente cierto, lo hacemos. Una de las frases más repetidas en los despachos de psicólogos es: ¿por qué?, no lo entiendo.

Cuando algo nos hace sentir mal, algo no nos ha gustado, o algo no ha salido como deseábamos o esperábamos solemos buscar la causa del problema, pensamos que así lo entenderemos mejor y eso nos ayudará a encontrar la solución. Virgile Stanislas explica como la escuela ha influido en ese aprendizaje, en esa manera de hacer que todos tenemos, en matemáticas o en física nos enseñaron que al entender el problema lo resolvíamos, pero amig@s, la vida no es ni física ni matemáticas, no responde a leyes exactas, no siempre sigue el mismo patrón.
Cuando un problema sólo depende de nosotros mismos, (hacer régimen o deporte por ejemplo), cuando sólo nos necesitamos a nosotros mismos para buscar una solución el tema no es tan complicado, ahora bien, cuando hablamos de problemas humanos, de problemas relacionales el tema ya se complica. Nos relacionamos con otras personas, y eso hace que un problema pueda tener repercusiones en otros, o que necesitemos de la aportación de otros para resolverlo.
Virgile Stanislas nos dice que en esos casos, hay que pasar de la lógica analítica y causal a la lógica sistémica e interactiva, o lo que es lo mismo, de nada sirve ir hasta el origen del problema, (quién encendió el fuego y cómo lo hizo), lo importante es preguntarse quién lo mantiene encendido ahora (quién sigue echando leña al fuego) y cómo resolver el tema (cómo apagarlo).2307879
Hace una distinción entre problemas complejos y complicados. Complejos quiere decir compuesto por múltiples elementos, y complicados de difícil resolución.
Virgile Stanislas, nos invita a imaginarnos a una persona que está en mitad de un río, con el agua por las rodillas, y comenta que de nada le va a servir ponerse a reflexionar sobre si el agua sube, si se está hundiendo o si el cauce aumenta. Lo urgente es llegar a la otra orilla, recular no le va a servir de nada. Con este ejemplo nos lleva a otra metáfora: los problemas son como transiciones que nos llevan de una orilla a otra (salvo que el miedo o las dudas nos inmovilicen).
El primer error lógico, (saber quién ha encendido el fuego y cómo lo ha hecho no nos ayudará a apagarlo), nos provoca una parálisis mental: cuanto más intento comprender un problema, menos consigo resolverlo.
La segunda respuesta que solemos tener cuando detectamos un problema es la de buscar un culpable, así no tenemos que responsabilizarnos de nuestra vida, mejor hacemos responsable a otro de los errores, (volviendo al locus de control externo). Aquí entra en juego el etiquetado de la víctima: “¡Yo no he sido!, ¡ha sido él!”, y problema resuelto, que otro se encargue, de este modo, nuestro ego queda bastante intacto, ahora bien, nuestro aprendizaje… limitado. Hay personas que por medio de responsabilizar (o más bien culpar) a otros de sus problemas no los resuelven, (lo/a dejaría, pero… por mis hijos/as, cambiaría de trabajo, pero por mi madre/padre/compañeros de trabajo, etc.), no olvidemos que nuestra vida es nuestra, y si nuestros problemas son humanos, sí o sí tendremos una parte de responsabilidad y una parte por lo tanto en la que poder ejercer cambios.
De nuevo, Virgile Stanislas nos regala otra metáfora para referirse al segundo error lógico, en este caso se trata de la metáfora de la flecha de Buda:
Un hombre es herido por una flecha envenenada. Sus amigos y parientes lo llevan a un cirujano pero el hombre dice: “no dejaré que me quiten la flecha hasta que no sepa quién me ha herido, cuál es su casta, cuál es su nombre, quién es su familia, cuánto mide, de dónde es, con qué clase de arco me ha disparado, qué cuerda y qué pluma usa y de qué manera está hecha la flecha”.
No diremos cómo terminó el hombre… bueno sí, sin respuesta a todas sus preguntas y sin vida, quitar la flecha y curar la herida era la mejor y más útil solución, pero él quiso priorizar otras soluciones
Este segundo error crea un nuevo problema: Cuanto más acuso a los demás, menos acepto la responsabilidad actual de cambiar.

Menos es más

By | Autoestima, Confianza en uno mimso, Cuidarse a uno mismo, terapia psicológica | No Comments

Menos es más, mis pacientes en la consulta de psicología saben que siempre insisto con «después del uno, el dos», «poco a poco».

Creo en ello, y es porque soy consciente de que en ocasiones no vemos camino, o creemos que en estos mome10659389_277273985816661_1442560409755659292_nntos no tenemos fuerzas para recorrerlo y llegar a nuestra meta, pero sin duda, parados seguro que no conseguiremos ni ver caminos, ni coger fuerzas para alcanzar lo que nos propongamos.

Así que como suelo decir en la consulta, las fuerzas no caen del cielo, tenemos que ser conscientes de que a lo largo de nuestro día, hacemos miles de cosas con ganas o sin ellas, sólo porque sabemos que hacerlas será bueno para nosotros.

Madrugamos, normalmente no por gusto, y menos en invierno, pero lo hacemos porque debemos ir a trabajar, o llevar a los niños al colegio, etc. Limpiamos la casa, normalmente no por gusto, sino porque si no lo hacemos se convertirá en un basurero, y no queremos vivir así. Lavamos la ropa, la tendemos y la recogemos del tendedero, y tampoco lo hacemos por gusto, pero no queremos ir manchados ni oler mal.

Hacemos cientos de cosas a lo largo de nuestra vida con ganas o sin ellas porque somos conscientes de que hacerlas es mejor para nosotros, ¿por qué no forzarnos a hacer cosas por mejorar nosotros aunque no tengamos ganas, sólo porque sabemos que será bueno para nosotros?

Sin prisa pero sin pausa, pensando en el largo plazo pero entendiendo que éste, se construye desde el aquí y ahora.
¡Ánimo chic@s, se puede!

Recordad: caminante no hay camino, se hace camino al andar.

La profecía autocumplida o efecto pigmalión

By | Autoestima, Confianza en uno mimso, Efecto pigmalión, Profecía autocumplida, Seguridad en uno mismo | No Comments

Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, en ambos casos tienes razón. (Henry Ford).

 

Aprovechando que estos días muchas personas hablan del efecto pigmalión por un anuncio de la televisión, hoy, hablaremos de ello.

¿En qué consiste en realidad este efecto?

Cuando hablamos en psicología, sociología o pedagogía de efecto pigmalión o profecía autocumplida, estamos haciendo referencia a las expectativas, a los prejuicios, a la confianza en uno mismo y en los otros, y al éxito a la hora de lograr aquello que nos proponemos o que es importante para nosotros.

Este efecto, tiene su origen en un mito griego, un escultor llamado Pigmalión, se enamoró de Galatea, una de sus creaciones. La admiración era tan fuerte que empezó a tratar a la escultura como si de una mujer real se tratase. Como podéis imaginar, al final, la escultura cobró vida durante un sueño de Pigmalión. Afrodita, al ver el amor que Pigmalión sentía por Galatea, la convirtió en mujer de carne y hueso.

De este modo, Pigmalión, no sólo logró lo que deseaba, sino que superó las expectativas que tenía en la estatua, quería tanto que representase a la mujer perfecta, que finalmente, la creó.

 

Lo haré bien porque mi profesor, padre, madre, amigo/a, jefe/a, psicólogo/a, cree que puedo hacerlo. 

Lo haré bien porque creo que puedo hacerlo.

A estas alturas, el ser humano  ya sabe que la confianza en sí mismo, sobre todo, la tiene que buscar en su interior, pero si bien es cierto, esa confianza en nosotros, también está formada por la imagen que los otros tienen de nosotros.

Muchas veces, cuando no nos sentimos bien, si nadie nos mira, nos dejamos llevar, nos hundimos, podemos no salir de casa en un fin de semana entero, y ni siquiera pasar por la ducha, pero, ¿somos capaces de hacerlo si otro nos mira?, en general no, o por lo menos no nos sentiremos tan cómodos, pensaríamos: ¿qué va a pensar de mi?

En muchos casos, los psicólogos recomendamos hacer públicas nuestras decisiones como dejar de fumar, ponerse a dieta, hacer deporte, etc., porque al decirlo a otros, ponemos en juego el que los demás puedan variar la imagen que tienen de nosotros, y eso ya nos condiciona más.

Al ser humano, le gusta agradar, le gusta que le reconozcan sus méritos, y por lo tanto, lo que piensen de él, influirá en sus acciones.

Además, aunque sin duda alguna la fuerza esté en nosotros, a veces no la encontramos, y si otro la ve, y puede hacer que la veamos, nos ayudará enormemente.

El efecto pigmalión por lo tanto, habla de cómo lo que otro pueda pensar de ti, puede influir en tu rendimiento.

Como imagino que ya debéis estar pensando, existen distintos tipos de efecto pigmalión, hay personas con capacidad para ser un pigmalión positivo, y otras para serlo en negativo.

Cuando hablamos de efecto pigmalión positivo, nos referimos a la capacidad que tiene una persona, de generar en otra, un aumento de la autoestima y de la confianza en él mismo, garantizando o fomentando que ésta, pueda llegar a llevar a cabo la tarea que se ha propuesto con éxito. Estas personas ven más allá, son capaces de ver capacidades en ti que tú ni siquiera has visto, pueden incluso hacerte creer que realmente la tienes, por lo tanto, te tratan como si ya las posees y depositan en ti una confianza que provoca lo que se llama la profecía autocumplida, si yo creo que tú eres capaz de lograr una meta, y te motivo, creo en ti y te lo hago saber, al final, tú podrás lograrlo, haré que saques todo tu potencial, y por lo tanto habré logrado que mi expectativa en ti se cumpla.

En cambio, el efecto pigmalión negativo, se refiere a la persona que contribuye en fomentar en el otro una bajada de autoestima y de confianza en él mismo para poder lograr un objetivo concreto. Es más, uno puede impactar tanto en el otro que éste, ni siquiera llegue a plantearse que esa tarea pueda desempeñarla con éxito. 

Cuando esperas cosas buenas de las personas les muestras esa confianza en ellos, y por lo tanto al final, con mayor probabilidad te responden de forma positiva.

Este fenómeno es muy importante debido a que tiene repercusiones en muchos ámbitos, podemos verlo en el educativo, el laboral, el social, el familiar o el de la pareja. Alumnos que abandonan el carnet de conducir o un deporte por un mal profesor, brillantes empleados que abandonan su puesto de trabajo por un mal jefe, hijos que no se creen capaces de lograr ciertas cosas porque así se lo hacen sentir sus padres, parejas que terminan la relación porque se convencen de que el otro no puede ofrecerle lo que busca o porque terminan sintiéndose poco válidos por los constantes ataques y reproches.

¡Cuidado! Todos nos posicionamos en ambos lados en algún momento o ante determinadas personas, la clave está en trabajar nuestros prejuicios, éstos serán los que nos condicionen el trato hacia el otro y los responsables de convertirnos en pigmaliones positivos o negativos.

Tenemos que trabajar nuestro foco atencional, ampliarlo, ver a las personas en conjunto, aprendiendo a mirar en ellas no solamente sus fallos, sino también sus aciertos, así, podemos colaborar en que el otro crezca.

Ser pigmalión positivo es genial, pero seamos realistas, no lo seamos si la meta es inalcanzable, recordemos que el objetivo es fomentar la autoestima y lograr la meta, pero valoremos previamente si se puede o no lograr antes de incitar a los otros a desempeñarla.

RECORDAR QUE NUESTRO LENGUAJE INTERNO PUEDE SER NUESTRO MEJOR PIGMALIÓN POSITIVO O NEGATIVO, NO NOS OLVIDEMOS DE ÉL.

pigmalión_web

 

 

Reaprender a caminar

By | aquí y ahora, Autoestima, Seguridad en uno mismo | No Comments

En ocasiones, para disfrutar de nuestro día a día y valorarlo, lo que realmente necesitamos no es cambiar de rumbo y buscar otros caminos, quizá, lo que más nos puede ayudar es reaprender a caminar, desarrollar nuestras potencialidades, y reducir nuestras debilidades para enfrentarnos a las piedras y disfrutar de los regalos de la vida.

Ese reaprender a caminar, puede que consista en aprender a valorar, a ver, a expresar, a solucionar, a dar y recibir.
¿Cuáles son tus debilidades?

11222790_387503241460401_4810215793291683566_n

¿Qué cosas concretas podrías hacer para solucionarlas?
¿Cuáles son tus potencialidades?
¿Qué podrías hacer para sacar mejores resultados de ellas?
Con este planteamiento me despido de vosotros este fin de semana, ¡Sacarle jugo!
¡Buen fin de semana, disfrutarlo!

La mente creadora de miedo

By | ansiedad, Autoestima, miedo, Rumiación | No Comments

Somos nosotros mismos los que damos mayor o menor valor y credibilidad a los pensamientos paralizantes de miedo e inseguridad que nos acompañan en el día a día.

11947663_386747978202594_1913709384291949481_n

Cuando nos damos cuenta, de que tenemos poder sobre nuestra mente dando realismo a nuestros pensamientos, comenzamos a mejorar nuestras interpretaciones de las cosas y por lo tanto nuestras emociones.
Nosotros somos nuestro mejor apoyo o nuestro mayor obstáculo, de nosotros dependerá escoger qué papel nos hará sentirnos mejor en el día a día.

En la actualidad, realmente hay pocas cosas que puedan suscitarnos miedo de verdad, la mayoría de éstos miedos son generados por nuestra mente, por nuestra forma de pensar y por el tiempo que le dedicamos a cada uno de nuestros pensamientos.

Cuando creemos que algo es peligroso nos asustamos, y cuando sentimos miedo evitamos el objeto temido, por lo tanto, al evitarlo le damos mayor credibilidad al pensamiento, llegamos incluso a darlo por válido cuando no tiene porque serlo en absoluto.

Valoremos entonces si aquello a lo que tememos realmente da o no da miedo, y si la respuesta es no, planteémonos: ¿por qué le temo? ¿por qué lo evito? y ¿por qué huyo si lo veo claro?.

Con más o menos miedo sería bueno que comenzásemos a actuar de un modo distinto, ayudándonos a que ese temor vaya perdiendo fuerza y poder sobre nosotros.

¡Ánimo!