Muchas personas se cuestionan qué hacer para que alguien vuelva a su lado, es evidente que en algunos casos la persona que se ha alejado de nuestra vida puede que lo haya hecho porque en su día nosotros no la estábamos valorando como merecía, en esos casos, entiendo que uno/a se plantee en un momento inicial qué hacer para intentar remediar ese despiste del pasado. Lo entiendo, y hay maneras de intentar rectificar, y tiene sentido tratar de llevarlas a cabo. Aunque también es verdad que eso debemos hacerlo si a día de hoy tiene sentido para nosotros intentarlo, no sería lógico mantener a alguien a nuestro lado sólo por no sentirnos solos o perdidos.
Una vez puestas en marcha todas nuestras armas para intentar recuperar esa relación, si la persona no accede a nuestras propuestas no nos tocará nada más que aceptarlo y seguir hacia adelante con nuestra vida, aprender de la experiencia y perdonarnos, tener compasión y no culparnos por los errores del pasado.
Ese es un caso en concreto, pero hay otros, en los que la persona quiere recuperar una relación en la que la otra persona no la valoraba lo suficiente, casos en los que la persona que se aleja lo hace no por cómo se ha comportado o dejado de comportar la otra persona sino simplemente porque quién es no le llena lo que espera para mantener una relación. En esos casos aunque nosotros hayamos dado lo mejor de nosotros no somos lo que la otra persona espera.
Hay veces en las que por mucho que podamos ser maravillosos no despertamos en alguien los sentimientos necesarios para que nos elijan, nos agrade o no, lo compartamos o no, nos haga daño o no ocurre. A veces somos la persona no elegida y otras veces somos nosotros quienes rechazamos la compañía de alguien. Como siempre digo, en la vida a veces somos cuchillo y otras herida, hay que aceptarlo como parte de la experiencia vital.
Cuando nos toca ser la herida, cuando somos nosotros los que vivimos ese rechazo nos guste más o menos nos toca trabajar en la aceptación, seguir con nuestra vida y enfocar nuestras energías en el día a día, en cuidarnos y en darnos el tiempo necesario pero sin parar de caminar hacia delante.
Muchas veces en ese caso la persona sólo se centra en cómo hacer para recuperar a la persona que ha decidido libre, voluntaria y conscientemente marcharse y, lo lamento, pero su propósito no parece tener mucho sentido, por no hablar del daño que esa meta puede ocasionarle.
Si nos dejan necesitamos trabajar más que nunca nuestra autoestima, no creer que somos poco valiosos porque alguien ha elegido seguir sus pasos sin nosotros como acompañante. Necesitamos valorarnos, desearnos lo mejor, confiar en nosotros, en la vida y en el tiempo y mirar hacia delante. Dicen que si te vas y no te detienen tienes que seguir caminando porque es evidente que has tomado una buena decisión. Perder a alguien duele, lo sé, a los psicólogos también nos pasa, pero sin duda duele mucho más perderse a uno mismo por querer recuperar a alguien que ha decidido irse.
Hay que quererse hasta que no cualquier compañía nos sirva. Quererse hasta que mendigar amor no entre en absoluto en nuestros planes.
Quererse hasta que sólo queramos compartir nuestro amor con aquellas personas que nos eligen porque no dudan de nuestro potencial.
Si sigues anclado/a a quién se fue, ¿a qué esperas para trabajar tu autoestima?