¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

¿Por qué no soy feliz o no me siento en paz?

¿Por qué siento que no doy valor a lo realmente importante?

 ¿Por qué doy mucho valor a aspectos que realmente no lo tienen?

¿Qué me está impidiendo ser feliz?

¿Puedo hacer algo para serlo?

Algunas de estas preguntas obtienen su respuesta cuando trabajamos nuestro sentido de vida y conectamos con él.
¿Cómo afecta a la psique humana el no saber cuál es el sentido de su vida, o el saberlo y no darle el valor que realmente merece?
Una vez hemos reflexionado y detectado el sentido que tiene amar la vida, uno decide entonces, si quiere evolucionar con ese aprendizaje, amar para lograr su felicidad, su calma y su paz, o no. Aquí viene algo realmente importante, empezamos a hablar de una decisión personal y consciente, de una actitud, o decides cambiar y ayudarte a caminar consecuentemente con tu sentido de vida y tienes una actitud orientada al respeto por uno mismo, o estarás de nuevo ignorando lo que realmente es importante para ti, y dándole ese valor, a aspectos que no lo tienen.

Cuando no colaboras en tu propio bienestar, sientes desgaste de energía vital, te sientes triste, decepcionado, frustrado, impaciente, furioso, depresivo, poco válido, incapaz, ansioso, etc. y por lo tanto, muy lejos de sentirte en paz y feliz.
Tener un propósito en la vida, proyectarnos al futuro es buenísimo, uno necesita a veces saber hacia dónde va, pero, centrarse sólo en el futuro, en «cuando tenga esto», «cuando consiga aquello…» nos hace olvidarnos de que hoy, también podemos hacer cosas que nos dan felicidad, el presente no puede ser exclusivamente un medio para un fin. La vida, de momento, es hoy.
La atención cada vez la ponemos más lejos de nuestro interior. Somos nuestros propios desconocidos, hasta que un día, el alma nos hace “toc toc” y no sabemos interpretar quién nos llama.
Yo hablo siempre de nuestras responsabilidades en la vida, de ser consciente de que tenemos un papel protagonista en ella, hay personas que esto aún no lo han integrado. Si yo elijo sentirme bien, deberé actuar consecuentemente, tendré que dar sentido a mi sentido, tendré que integrar en él lo que verdaderamente es importante, crearlo, mejorarlo, transmitirlo. Tengo una responsabilidad enorme conmigo mismo, puedo garantizarme el tratarme bien, independientemente de lo que ocurra a mi alrededor, yo puedo seguir cuidándome y deseándome lo mejor, entonces, ¿por qué no hacerlo?

En ocasiones resulta útil hacer un cambio en los valores, no basarlos tanto en aspectos materiales y superficiales de la vida como pueden ser tener trabajo, dinero, una gran casa, éxito, una cara sin arrugas, un cuerpo perfecto, etc. Sino en aspectos más importantes, más sensitivos.

Personalmente, como este tema me apasiona, lo suelo trabajar en consulta, al final del tratamiento, es mi regalo para los pacientes, les invito a que hagan esa reflexión. Cuando lo trabajo, temas que suscitaban conflicto durante la terapia con uno mismo, o con sus relaciones personales, dejan de provocarlo. Por ejemplo, si discuto mucho con mi pareja por el dinero, por la limpieza, o por quién se acerca antes para resolver un problema, si esos detalles no están incluidos en mi sentido de vida, me hago consciente de que en realidad, les estoy dando un valor que realmente no tienen y que eso, hace que se lo reste a otras cosas que quizá sí que son muy importantes para mí, por lo tanto, aspectos que hasta ahora nos generaban malestar ya no nos lo generan, o por lo menos, ya no con la misma intensidad.

El sentido de vida se ha investigado mucho observando y aprendiendo de experiencias cercanas a la muerte y en moribundos, y es que hay tener en cuenta que la vida es finita, y que por lo tanto, si hoy tienes la suerte de vivir, quizás deberías pensar en lo que es realmente importante y hacer que esos aspectos adquieran la importancia que de verdad han de tener en nuestra vida.

No hay que tener miedo a la muerte, pero hay que ser consciente de que la vida es limitada, y que la muerte puede ser inminente, por lo tanto, vale la pena plantearse: ¿qué es importante para mí? y dedicarnos a cumplirlo, o por lo menos tratar de garantizarlo.

Alguna vez en consulta he preguntado: ¿qué querrías que recordasen de ti cuando mueras? ¿cómo te gustaría que te definieran?, esas cualidades que desearías que recordasen al pensar en ti, deben estar presentes en la actualidad, y si no es así, hay que empezar a crearlas en nosotros. En cambio, las que no queramos que relacionen con nosotros, hay que trabajarlas para que no lo estén, vuelvo a recordar que somos libres para decidir, y por lo tanto somos responsables de nuestras decisiones.

El sentido de la vida es escucharse a uno mismo, hacerse caso, cuidarse, amarse y amar bien a todas las cosas/personas que se ama, sentirse en paz con uno mismo. Es saber quién eres, qué cualidades humanas te parece que son necesarias de cultivar. Una vez detectadas, tengo que buscar cómo crearlas, y no sólo conmigo mismo, sino también con las personas que componen mi sentido de vida.
Para lograrlo, lo importante es aprender a amar, a amarnos, a amar a la vida, a las personas, a la naturaleza, etc., y una vez lo hemos aprendido, hemos de colaborar en mantenerlo y ser consecuentes con ese aprendizaje.
Finalmente, el sentido de la vida, para mí se resume en sentirme en paz, sentirme bien conmigo misma, aceptar que todo y que pueda tener problemas, la vida es una maravilla y es mía, la vivo yo, la puedo elegir, la puedo cambiar y puedo escoger también cómo sentirla.

Para ti, ¿en qué se resume tu sentido de vida? ¿colaboras con él? ¿qué te lo impide?

 

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