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La infidelidad y sus consecuencias

By | Amor, Infidelidad, pareja, Perdón, Terapia de pareja | No Comments

Y no sólo es importante el hecho de que traicionas su confianza, o el que la otra persona con la que seas infiel se convierta o no en la persona de tu vida, también hay que tener en cuenta que a tu pareja le dañas de más, es comprensible que el amor pueda acabarse en una relación de pareja, puede entenderse que uno ya no sienta que está dónde quiere estar, pero lo cierto es que podemos terminar con la relación de pareja sin hacerle sentir al otro que no nos importa el daño que podamos causarle, que no nos importa lo mal que se pueda sentir y el dolor que ese hecho puede conllevarle. 2016-05-27 12.20.29

Hay personas que cuentan con niveles muy bajos de empatía, otras, en cambio, sí que saben qué es, pero en ciertos momentos deciden que no la quieren tener en cuenta, prefieren actuar de forma más impulsiva, sin valorar las dramáticas consecuencias que se derivan de las elecciones de sus actos.

Lo más curioso es que luego les pesa la culpa, y es normal, porque sabían qué estaban haciendo y que nada bueno saldría de ahí y aún así, decidieron no pensar más allá, decidieron dejarse llevar.

A menudo, luego vuelven rogando perdón, no saben qué hacer con tantos sentimientos negativos, pero suele ser tarde, no han valorado a quién tenían al lado, ni la historia compartida ni la que les quedaba por compartir, a veces sí que realmente la historia había acabado, pero en otros casos uno mismo precipita su fin con sus decisiones.

La vida les acaba de dar una lección, lo novedoso atrae, sin duda, pero uno puede dar novedad a lo que ya tiene y entender qué los vínculos que se generan con el tiempo en una relación de pareja larga, nos reportan otras sensaciones que también hay que saber apreciar y agradecer.
La vida les está enseñando que no hace falta perder a alguien para valorar lo que realmente tenías al lado, y que la empatía hay que escucharla porque cuando no lo haces, ignoras tu parte humana.

Con este post no quiero «machacar» a todas las personas que han sido infieles en sus relaciones de pareja, sus motivos tendrían, o sus herramientas que les llevaron a tomar esa decisión, al fin y al cabo, el ser humano se equivoca, hay que aceptarlo y vivir con ello, ahora bien, es interesante reflexionar sobre nuestras acciones pasadas para aprender de ellas y tratar de no repetir los mismos errores. Además, este post puede ser «algo útil» para aquellos que en algún momento han pensado que no pasaría nada si se dejasen llevar.

Hay relaciones de pareja en las que tener encuentros íntimos con otra persona fuera de la relación está permitido, en esos casos, no hablaríamos de engaño ni tampoco de infidelidad, y es completamente respetable, cada uno decide las normas que quiere que imperen en su vida y en sus relaciones de pareja, pero cuando la infidelidad no entra dentro de los principios establecidos en tu relación, si la permites, tendrás que pensar que quizás las consecuencias de tu decisión pasen por finalizar tu relación y quizás durante un tiempo, o incluso siempre más, tengas que soportar el desprecio o la indiferencia de la persona que te quería y compartía contigo la vida.

Sin duda también hay parejas que lo perdonan, que deciden pasar por alto la infidelidad y que la superan, y que siguen adelante con la relación aprendiendo de lo que pasó, es otra opción, y también es respetable y admirable.

Hay casos en los que al que le fueron infiel, perdona al otro, muy sabiamente entiende que bastante tiene con recuperarse del dolor, del duelo y de la decepción como para además vivir con el odio y el rencor dentro. Le perdona, pero ya no le admira, ya no le ve como el mejor compañero de viaje y por lo tanto no quiere seguir estando donde estaba, quiere cambiar, aunque le pese, aunque sea duro y aunque implique mucha incertidumbre.

Ánimo para todas aquellas personas que no esperaban que las engañases, todo pasa, sin duda siempre pasa, la calma vuelve, tarde o temprano llega a nuestra de vida de nuevo. Y el amor, sigue teniendo sentido, y no todas las personas con las que te cruzarás volverán a hacerte sentir así, muchas apreciaran quién eres y no querrán jugar a perderte.

Deja que el tiempo pase, que tus sentimientos se asienten y que la ilusión de nuevo se apodere de ti. No tengas prisa, todo llega, lo bueno siempre llega a las personas buenas.

Hazlo, en realidad van a criticarte igualmente

By | ansiedad, Autoestima | No Comments

Es curioso cuántas cosas haríamos y no hacemos por el qué dirán, cuántas personas hay que no fluyen por lo que otros puedan pensar de ellas, cuántos de nosotros quisiéramos decir cosas que no decimos y que quizás nunca diremos por lo que otros, desconocidos o no, puedan interpretar de nosotros. Nos da miedo que nos juzguen, que analicen si están bien o mal nuestros pensamientos, emociones o conductas.

Sin duda no está del todo mal pensar en los otros, lo cierto es que podemos aprender de ellos y con ellos, no hay ningún problema tampoco en que en ciertas ocasiones adaptemos nuestra conducta en base a quién tenemos delante, no es lo mismo estar con un amigo o con nuestra pareja que en una entrevista o con un jefe, pero en cualquier caso, lo cierto es que no estamos en la mente de los otros, no podemos controlar lo que pueden llegar a pensar, y nunca llueve a gusto de todos, es poco probable ser perfecto para todas las personas, que a todos gustemos y que siempre acertemos en nuestras elecciones.

En nuestra consulta de psicología se ven muchos casos de fobia social, muchas personas con miedos en las relaciones sociales, con inseguridades o con una autoestima inestable. La fobia social es, después de la agorafobia-pánico, el segundo trastorno de ansiedad más frecuente.

La fobia social es un miedo irracional y desproporcionado a distintas situaciones que implican interacción social. Las personas que lo padecen están convencidas de que su conducta será inadecuada o ridícula. Cuando tienen estos pensamientos, surgen distintas respuestas fisiológicas que les desagradan, sienten calor, rubor, tensión, temblor, sensaciones en el estómago, mareo, ganas de orinar, etc., su nivel de ansiedad cada vez es mayor.

Puesto que afrontar una situación con esos pensamientos y esas sensaciones no resulta ni fácil ni agradable, a menudo empiezan a intentar controlarlas a toda costa, piensan antes de acudir qué dirán o qué harán, dónde se sentirán más cómodos y dónde no, qué ponerse para que el sudor no se note, etc., a estas estrategias se las llama conductas de seguridad, y sirven «aparentemente» para que los demás no sean conscientes de lo que está pasando realmente por su mente o su cuerpo.

Made with Square InstaPicSi tienen alguna experiencia negativa incluso con conductas de seguridad, o simplemente ellos así lo perciben, comienzan a evitar exponerse a las situaciones sociales a toda costa, cuando dicen no, sienten calma, y eso les hace sentir bien, al menos en el momento presente. El problema está en que con el tiempo, cada vez evitan más situaciones y sus miedos van en aumento, además, cada vez consideran más ciertos sus pensamientos irracionales, cada vez tienen mayor credibilidad y su sentimiento de indefensión a la hora de poder controlar esas situaciones aumenta, sienten que hagan lo que hagan, irá mal, pensarán mal de ellos.

Hay casos de ansiedad social en los que la persona ha vivido alguna experiencia negativa previa en la que alguien ha juzgado sus pensamientos o sus acciones, pero también los hay que no han vivido ninguna situación incómoda, a veces es sólo que siempre han sido tímidos o en casa les han inculcado lo importante que es el «qué dirán», o han comenzado a pensar en lo terrible que sería si alguien pudiese pensar de ellos de forma negativa porque su conducta fuese inadecuada, lo han pensado una y otra vez, han comenzado a evaluar su conducta en las interacciones sociales, a enjuiciarla y criticarla, y al final, realmente sienten que lo que temen que ocurra, terminará sucediendo. A menudo, piensan que no sabrán que decir, que lo que dirán estará mal expresado, que no les entenderán, que se quedarán en blanco, que tartamudearán, que pensarán que son «raritos» o un «coñazo», que nadie hablará con ellos, que lo que digan no interesará, etc.

Los problemas de ansiedad social tienen gran impacto en el bienestar de las personas que la padecen, por una parte, soportan altos niveles de ansiedad, viven estresados por lo que pasó, o puede llegar a pasar.

Además, al sentirse poco o nada capaces de enfrentarse a las situaciones que temen, sus pensamientos devaluativos sobre ellos mismos aumentan, con lo que su autoestima se ve muy afectada, piensan que son aburridos, débiles, inseguros, inútiles, etc. Hay casos en los que padecer este problema durante un largo periodo de tiempo puede provocarnos depresión, también hay casos en los que la depresión nos lleva a tener ansiedad social, puesto que nosotros pensamos mal de nosotros mismos, entendemos que los demás pensarán lo mismo.

Cuando nuestra autoestima empieza a disminuir o a ser muy inestable, empiezan los problemas de estado de ánimo, cada vez tenemos menos ganas de hacer cosas, y nuestro nivel de disfrute puede verse afectado. En muchos casos, hemos de ser conscientes de que una parte de su autoestima la construyen en base a lo que otros hacen y ellos no son capaces de hacer, (o creen no ser capaces de hacer), hemos de recordar que la autoestima no es comparativa, (o por lo menos no debería serlo), la autoestima tiene que ver con uno mismo independientemente de los demás.

Los principales tipos de pensamientos en fobia social son los siguientes:

  • Sobre la propia actuación: No sabré qué decir, no me entenderán, no podré construir una sola frase con sentido, etc.
  • Sobre la percepción de los demás de nuestra actuación: se darán cuenta, daré la nota, sabrán que lo estoy pasando fatal, etc.
  • Sobre el juicio negativo de los demás: Pensarán que no tengo ni idea, que hago el ridículo, que cómo se me ocurre, etc.
  • Sobre ser rechazado: Empezarán a evitarme, no me tendrán en cuenta, dejarán de contar conmigo, me despedirán, etc.
  • Sobre autodesprecio: Lo mío no tiene nombre, qué ridículo soy, esto no se me va a pasar nunca, no sirvo para nada, etc.
  • Sobre reacciones de ansiedad visibles: se nota que tiemblo, ¡qué vergüenza cada vez sudo más!, mi pulso me delata, no podré disimular el rojo de la cara, etc.

Las personas que sufren fobia social empiezan a llenarse de pensamientos anticipatorios sobre lo que sucederá, a criticarse por lo que deberían haber hecho y no hicieron y a limitar sus interacciones sociales, cada vez reducen más su círculo. Convivir con tanto pensamiento negativo, sin duda afecta a nuestro estado de ánimo y a nuestra visión del futuro.

El tratamiento de la fobia social tiene muy buenos resultados y las personas que se enfrentan a sus miedos abandonan el problema y lo eliminan de sus vidas, si te sientes así, no dudes en acudir a un psicólogo para que te ayude con ello.

Lo cierto es que personas que vayan a criticar nuestra conducta siempre van a existir, personas a las que no vayamos a gustarles también, así que, haz lo que quieras hacer, independientemente de ellos, no puedes controlar lo que pensarán, pero si lo que tú pensarás.

Cómo ser más empáticos

By | Empatía | No Comments

En cuanto a terapias concretas en el ámbito clínico, no existe prácticamente literatura para el desarrollo de la empatía. En la década de los noventa, Sweet y Johnson, dos psicoterapeutas desarrollaron un programa llamado «Entrenamiento en meditación para la mejora de la empatía». Existe mucha investigación de la meditación, hoy se la conoce más por Mindfulness, y se conocen muchos de los beneficios que se deriva de su práctica para desarrollar muchas capacidades mentales y físicas en las personas, entre  algunas de ellas se encuentra la empatía. El Mindfulness nos enseña, (entre otras muchas cosas), a mantener la atención centrada en un objeto durante un tiempo. Consiste en estar centrado en el presente, con una actitud abierta, promoviendo la aceptación y la curiosidad. A grandes rasgos, los principios básicos del Mindfulness son: abandonar los prejuicios, estar abierto a la novedad y conocerse a uno mismo, y esos principios son esenciales para que tenga lugar la empatía.

También se ha estudiado la relación que existe entre la empatía y ciertas actitudes o habilidades como por ejemplo la asertividad, la aceptación por la diversidad y el respeto, y la tolerancia. En cuanto a la asertividad, su práctica implica una comunicación más directa, clara y empática, consiste en expresarse con honestidad y respeto, de forma directa, diciendo lo que queremos decir pero sin agredir a los demás, respetando sus opiniones y derechos y los nuestros al mismo tiempo.

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La empatía puede desarrollarse desde la infancia, existen estudios que muestran que hablar con los niños de por qué unas conductas son adecuadas o no, y preguntarles cómo se habrían sentido ellos en determinada situación promueve la empatía.

Otra habilidad que nos ayuda a aumentar nuestro nivel de empatía es la práctica de la escucha activa, y es que no es lo mismo escuchar, que escuchar activamente. Para ser empáticos necesitamos conectar con quién nos habla, con lo que nos trata de comunicar, y eso sólo podemos hacerlo si lo escuchamos de verdad, alejados de nuestro diálogo interno, tratando de centrarnos en el mensaje del otro sin que intervengan otros filtros. Para ser empáticos, y para poder llevar a cabo una escucha activa necesitamos indudablemente liberarnos de los prejuicios, si no lo hacemos, de forma consciente o inconsciente le juzgaremos, y haciéndolo no podremos conectar con él.

Una cualidad que nos hace más empáticos para los otros y que nos invita a aumentar nuestras relaciones interpersonales es sonreír. Cuando vamos por la vida con una sonrisa en la cara, ese gesto nos hace más atrayentes y además predispone a los demás a que quieran compartir sus pensamientos y emociones con nosotros.

Para ser más empáticos también resulta útil fluir por la vida con una actitud de ánimo y apertura, ir contagiando ánimo, consuelo y comprensión a la hora de conversar con los demás nos hace resultar más agradables, y de paso nos anima a nosotros también.

La empatía puede desarrollarse desde la infancia, pero si no ha sido así, también puede aprenderse y ampliarse en la adultez, existen distintas formas de hacerlo, y resulta muy beneficioso tanto para uno mismo, como para las personas que nos rodean. La clave la encontramos en estar abiertos de mente, tener una actitud de apertura, entendiendo que existen otros puntos de vista, otros esquemas mentales, y otras formas de entender el mundo y las relaciones, escuchando lo que otros nos transmiten, sin dar por hecho que nuestro mapa mental es el único y el mejor, ¿quién puede asegurar que está en lo cierto?

Hay que entender la importancia que tiene saber valorar lo que otros pueden aportarnos, porque lo cierto es que de todo y de todos, podemos aprender, y resulta muy interesante que estemos predispuestos a ello.paciencia-tolerancia

Juzgar a los demás por una primera impresión es algo muy sencillo, todos podemos hacerlo, no se necesitan grandes aprendizajes, comparamos a las personas que vamos conociendo con las que tenemos registradas en nuestra mente por nuestra experiencia y sacamos juicios sobre ellas. Podemos hacer eso, sin duda, pero muy probablemente podamos equivocarnos por extraer un juicio rápido y sesgado.

Cuando nos hablan, a menudo interpretamos en base a nosotros mismos, hacerlo pensando en quién es el otro no es una tarea sencilla, soy consciente de ello, pero si no lo intentamos, en ningún caso estaremos siendo empáticos, sólo en los casos en los que la otra persona sea y piense y sienta exactamente como tú.

Para ser más empáticos, lo primero es escuchar al otro con la mente abierta, sin juzgar. Escuchar al otro de verdad, sólo prestando atención plena a lo que nos dice, a cómo nos lo dice y a qué hace, sin interrumpirle. Para ser empáticos deberemos mostrar interés real, genuino por lo que nos está transmitiendo, podemos incluso preguntarle cómo se siente y entenderemos quién es o en qué momento se encuentra. Deberemos ser pacientes y tolerantes, respetando las diferencias individuales. Una vez nos exponga su problema o preocupación no será necesario hacerle saber cuáles son nuestras conclusiones al respecto, de nuevo estaríamos hablando de nosotros mismos, (eso no es empatía), se trata de que simplemente le preguntemos si necesita algo de nosotros, si hay algo que pudiésemos hacer para que se sintiese mejor.