Procrastinar se refiere a dejar para el último momento, aplazar una y otra vez o incluso no hacer aquello que sabemos que sí o sí debemos realizar.
Es curioso porque en principio aunque el posponerlo o incluso no hacerlo supone la evitación de algo que en este momento nos pesa, al final, esa evitación al contrario de lo que pueda esperarse no nos da calma sino que termina generándonos un problema mayor.
Los psicólogos entendemos este fenómeno, la evitación está en la base de muchos de los problemas psicológicos. La persona se engaña creyendo que ya lo hará o que no es tan importante, o que si no lo hace no pasa nada, o que incluso ve imposible el realizarlo y al final busca las estrategias para evitar enfrentarse a aquello que teme, una vez las tiene siente calma, pero a la larga no puede escaparse, todo lo que no resuelves vuelve a ti.
Aunque pueda parecer que la procrastinación está relacionada con las personas perezosas o con aquellas que se despistan y pierden el tiempo, en realidad se refiere más a aquellos casos en los que por alguna razón la persona quiere posponer o evitar esa acción.
Aunque sólo escuchamos o leemos que la procrastinación es algo negativo que hay que evitar, lo cierto es que no siempre tiene por qué ser negativa, a veces en la calma de las acciones y/o decisiones encontramos la solución a nuestros problemas y a la tendencia extendida de ser impulsivos y responder de manera automática. A veces tomarse un tiempo para decidir y valorar qué hacer, cómo y cuándo no es negativo en absoluto, pero claro, siempre que sea eso lo que hagamos, valorar y no evitar trabajar en ello de algún modo. Lo negativo lo encontramos en aquellos casos en los que la procrastinación se convierte en un hábito o costumbre de la persona a posponer aquellas tareas que debe atender en un determinado momento.
La procrastinación puede deberse a diferentes factores:
- Evasión: Aquellos casos en los que la persona tiene miedo de enfrentarse a esa situación y salir beneficiado, teme no hacerlo bien, fracasar, equivocarse, etc.
- Indecisión: Aquellos casos en los que la persona tiene dificultades para tomar decisiones porque no sabe, por miedo a equivocarse o por temor a sobrellevar las consecuencias de su decisión. En ocasiones la procrastinación puede estar relacionada con un problema de autoestima de base, en el que la persona no confía demasiado en ella, en su potencial para llevar una tarea a acabo, en su capacidad de decidir correctamente, etc.
- Falta de organización en la gestión del tiempo: Aquellos casos en los que la persona es incapaz de planificarse, de priorizar las tareas, de darles el tiempo adecuado y de activarse en ellas. Esas personas que realmente se despistan, pierden el tiempo en otras tareas no prioritarias y que su propio caos personal y externo hace que sus tareas no se lleven a cabo todo lo rápido que se deberían.
La procrastinación puede estar presente en diferentes áreas y en todo tipo de persona a cualquier edad. La vemos en estudiantes que posponen el estudio para el día de antes del examen, en personas que posponen el hábito de fumar, en otras que constantemente dicen: empiezo el régimen el lunes, en los que saben que han de tomar una decisión con miedo o con tristeza pero que da sentido a sus vidas y que constantemente la posponen “ahora no estoy preparado para tomar esa decisión”, etc. La procrastinación forma parte de la vida de todos nosotros, o en algún momento ha formado o formará parte, el kit de la cuestión está en que no se convierta en un hábito que impere en nuestra vida.
Hay muchos aspectos que pueden estar relacionados con la procrastinación, el miedo, la inseguridad en un mismo, la falta de autoestima, la baja tolerancia a la frustración, la ansiedad, la tendencia a ponerse en lo peor o a creer que seguro que será todo peor, etc. También las consecuencias que pueden derivarse de su práctica son muy variadas, pero como decía antes, en un primer momento sentimos alivio y posteriormente nuestros problemas aumentan. Procrastinar impide que explotemos nuestro potencial y nos aleja de la consecución de nuestras metas, lo que nos genera malestar con nosotros mismos y con la vida.
Muchas veces acudir a un psicólogo si sentimos que ésta tendencia gobierna nuestra vida no sería mala idea, pero si es algo ocasional hay algunas estrategias que pueden sernos útiles para combatirla o por lo menos para reducirla.
En el siguiente post hablaré de esas estrategias.
¡Feliz fin de semana!