Hay muchas personas que tienen la tendencia molesta de quejarse por cualquier cosa, personas a las que básicamente las escuchamos para decir algo malo que les ha pasado, algo malo que han visto o sentido, algo que les parece injusto, aquello en lo que justo no hemos acertado… la cuestión es la misma: quejarse por lo que sea. Pero, ¿por qué se quejan las personas?
Los principales motivos por los que las personas se quejan son los siguientes:
- Por insatisfacción. No logran disfrutar de la vida, lo ven casi todo feo, normal tirando a mal, insulso o criticable.
- Por intolerancia y/o falta de aceptación de la realidad. No aceptan que en la vida ocurren cosas que no nos agradan, y cuando eso ocurre lo viven muy mal.
- Por tener demasiados pensamientos de blanco o negro. Si pasa algo malo, la vida es mala. Si alguien hace algo mal, todo lo hace mal, etc.
- Por hábito. Por herencia, por imitación de los modelos familiares, o de la pareja o como aprendizaje posterior, han aprendido a enfocar más en lo negativo y a expresar lo que sienten en cada momento para «sentirse mejor».
- Por envidia. Tienden a compararse con los que sienten que ganan, con los que son más guapos, los que tienen mejores relaciones sociales, mejor pareja, mejor trabajo, mejor familia, mejor lo que sea. El resultado: ellos siempre están por debajo, la vida sigue tratándolas mal.
- Por egocentrismo y falta de empatía. Yo, yo, yo…. Los demás sí pueden sufrir pero, ¿yo? ¿por qué yo?.
- Como mecanismo de manipulación. Al quejarme obtengo atención, y/o logro hacer sentir culpable a otro y salir ganando de la situación.
- Por escasez de agradecimiento. Conectan con lo malo, se enfocan en todo lo que no les agrada, pero al mismo tiempo dedican poco tiempo o ninguno a agradecer aquello que les agrada de la vida.
Sin duda todas las personas tenemos ciertos deseos, ciertas preferencias o expectativas, las tenemos, sabemos que no siempre nos ayudan y que muchas veces ellas son las causantes de que vivamos algunos líos, pero ahí están.
El problema está en que la vida no siempre coincide con lo que esperamos de ella, y cuando eso ocurre, entonces damos rienda suelta a la queja. Nos quejamos de la conducta de las personas, de nosotros mismos, de las cosas que vivimos que no nos agradan o que nos parecen injustas, nos quejamos de la vida, nos enfadamos y por supuesto lo verbalizamos.
Muchas personas sienten constantemente que la vida no es justa con ellas, ven la vida desde un punto de vista negativo y evidentemente se comportan en base a esas creencias, (la vida no me parece justa y lo digo, me quejo, lo extraño sería que hiciesen otra cosa). Normalmente se quejan con el fin de buscar en los demás la compasión y la validación emocional, quieren (consciente o inconscientemente), que los demás reconozcan que efectivamente, la vida es injusta con ellos.
Las personas que suelen quejarse en exceso tienden a percibir la vida plagada de dificultades, y puede ser cierto en algunos casos, pero también ocurre que en muchos otros, esa percepción es más subjetiva que real. Es cierto que la mayoría de las veces las personas que se quejan no son conscientes de ello, los que lo notan son los que lo viven a diario, que además suelen encontrarse en la difícil situación de que si lo dicen, si manifiestan su desagrado por el continuo quejido entonces la persona «afectada» de nuevo afianza ese sentimiento de incomprensión y de que la vida no es justa para ellos, (no me entienden, y además si me quejo me critican…).
También es verdad que aunque al principio las quejas eran por «motivos justificados», con el tiempo el que descubre en la queja un método de obtener atención lo usa cada vez más por cosas triviales, llegando a destacar el aspecto negativo en casi todo lo que le rodea. Además, también suele darse la coincidencia de que las personas con «menos suerte» en la vida, muchas veces no se quejan prácticamente, suele ser porque han entendido que el quejarse no les ayuda a resolver el problema sino más bien al contrario, esas personas al final han aprendido que quejarse no está relacionado con el problema en sí, sino más bien con su forma de relacionarse con aquello que les desagrada y con lo que de un modo u otro no les hace sentir bien.
Hay que tener cuidado con las quejas porque conllevan distintos aspectos negativos:
- Empeora nuestro estado de ánimo.
- Dificulta el buen fluir de nuestras relaciones.
- Paralizan. Nos generan sentimiento de indefensión cuando en realidad muchas veces tenemos mucho que poder hacer para que las cosas no sean como son, (aunque sólo sea cambiar nuestra actitud ya tenemos algo que poder hacer).
- Desgastan. Nos dejan sin energía.
- Nos llevan al problema y no a las soluciones.
Lo cierto es que a parte de un desahogo momentáneo no le veo demasiados aspectos positivos a las quejas, por lo tanto, cuando vayamos a quejarnos, antes de hacerlo quizás sería bueno que nos cuestionásemos para qué lo haremos, si realmente tenemos motivos para quejarnos y/o qué esconde esa queja que muy probablemente sería bueno que trabajásemos, (intolerancia, insatisfacción personal o con la vida, etc).
Tenemos pendiente aún llevar a la vida con mucho más ímpetu el arte del agradecimiento. Si nos centrásemos más en agradecer nos quejaríamos menos. Comprueba a ver si puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo.