metas

Si nada cambia, nada va a cambiar

By | Aceptar la realidad, Autoestima, Cuidarse a uno mismo, Locus de control, Rumiación, Solución de problemas | No Comments

Hacía tiempo que no leía un libro tan pequeño y tan útil como el de “No hay problemas, hay soluciones” de Virgile Stanislas Martin, os lo recomiendo.

Después de leerlo, he seleccionado varias partes y de ellas junto con mis reflexiones haré distintos artículos para el blog, espero que os gusten y os resulten tan útiles e interesantes como a mí.

“Cada uno se crea su propia realidad y luego se pasa el tiempo lamentándose de ella.

¿Te has dado cuenta de que si el bizcocho no sube siempre es culpa del horno?

Si es que somos, todos, víctimas inocentes”

 

En psicología, a esta forma de interpretar un suceso la llamamos locus de control externo, (Rotter, 1966), y hace referencia, a cuando una persona percibe que un evento externo ha ocurrido de forma independiente a su conducta. Este concepto, es importante desde el punto de vista de que si una persona piensa que lo que ocurre a su alrededor no depende de él/ella, es posible que no actúe para cambiarlo. La sensación de paralización y de indefensión que genera el sentir que no podemos controlar un evento, nos inhabilita para alcanzar nuestras metas.
A menudo, buscamos a alguien que nos resuelva el problema, “lo necesitamos”, ¿por qué no sube el bizcocho?, pero lo cierto es que el bizcocho ya no va a subir, nadie podrá hacerlo subir, nos quedará sólo aceptar la realidad del mejor modo posible y seguir buscando nuevas soluciones, o simplemente seguir, aceptando que hoy, no hay de merienda bizcocho a no ser que vayamos a comprar uno o hagamos de nuevo otro.
Cambiar la visión, salir del por qué, es lo que Virgile Stanislas llama crecer, o disolver el problema, a veces sólo nos queda esa opción para resolverlo, (el bizcocho, si no ha subido ya, no subirá, qué le vamos a hacer).

2307876
Virgile Stanislas hace uso de muchas metáforas maravillosas, hace un momento nombraba la del bizcocho, también hace un buen uso cuando compara el fuego de una chimenea, con la manera en que las personas interpretamos los problemas y les buscamos soluciones. Explica que las personas solemos caer en dos errores lógicos a la hora de resolver problemas:
1. Saber quién ha encendido el fuego y cómo lo ha hecho no nos ayudará a apagarlo.
2. Si el fuego continúa ardiendo, a veces durante años después de haberse encendido, es porque alguien le va echando leña, y esa persona… eres tú.
La conclusión de estos errores es que si nada cambia, nada va a cambiar: si sigues echando leña al fuego, el fuego no se va a apagar.
Cuando la realidad empieza a no gustarnos, lo primero que solemos hacer es preguntarnos por qué, usamos el primer error lógico.

Este tema suelo hablarlo en mi consulta de psicología, me sigue resultando curioso, pero es enormemente cierto, lo hacemos. Una de las frases más repetidas en los despachos de psicólogos es: ¿por qué?, no lo entiendo.

Cuando algo nos hace sentir mal, algo no nos ha gustado, o algo no ha salido como deseábamos o esperábamos solemos buscar la causa del problema, pensamos que así lo entenderemos mejor y eso nos ayudará a encontrar la solución. Virgile Stanislas explica como la escuela ha influido en ese aprendizaje, en esa manera de hacer que todos tenemos, en matemáticas o en física nos enseñaron que al entender el problema lo resolvíamos, pero amig@s, la vida no es ni física ni matemáticas, no responde a leyes exactas, no siempre sigue el mismo patrón.
Cuando un problema sólo depende de nosotros mismos, (hacer régimen o deporte por ejemplo), cuando sólo nos necesitamos a nosotros mismos para buscar una solución el tema no es tan complicado, ahora bien, cuando hablamos de problemas humanos, de problemas relacionales el tema ya se complica. Nos relacionamos con otras personas, y eso hace que un problema pueda tener repercusiones en otros, o que necesitemos de la aportación de otros para resolverlo.
Virgile Stanislas nos dice que en esos casos, hay que pasar de la lógica analítica y causal a la lógica sistémica e interactiva, o lo que es lo mismo, de nada sirve ir hasta el origen del problema, (quién encendió el fuego y cómo lo hizo), lo importante es preguntarse quién lo mantiene encendido ahora (quién sigue echando leña al fuego) y cómo resolver el tema (cómo apagarlo).2307879
Hace una distinción entre problemas complejos y complicados. Complejos quiere decir compuesto por múltiples elementos, y complicados de difícil resolución.
Virgile Stanislas, nos invita a imaginarnos a una persona que está en mitad de un río, con el agua por las rodillas, y comenta que de nada le va a servir ponerse a reflexionar sobre si el agua sube, si se está hundiendo o si el cauce aumenta. Lo urgente es llegar a la otra orilla, recular no le va a servir de nada. Con este ejemplo nos lleva a otra metáfora: los problemas son como transiciones que nos llevan de una orilla a otra (salvo que el miedo o las dudas nos inmovilicen).
El primer error lógico, (saber quién ha encendido el fuego y cómo lo ha hecho no nos ayudará a apagarlo), nos provoca una parálisis mental: cuanto más intento comprender un problema, menos consigo resolverlo.
La segunda respuesta que solemos tener cuando detectamos un problema es la de buscar un culpable, así no tenemos que responsabilizarnos de nuestra vida, mejor hacemos responsable a otro de los errores, (volviendo al locus de control externo). Aquí entra en juego el etiquetado de la víctima: “¡Yo no he sido!, ¡ha sido él!”, y problema resuelto, que otro se encargue, de este modo, nuestro ego queda bastante intacto, ahora bien, nuestro aprendizaje… limitado. Hay personas que por medio de responsabilizar (o más bien culpar) a otros de sus problemas no los resuelven, (lo/a dejaría, pero… por mis hijos/as, cambiaría de trabajo, pero por mi madre/padre/compañeros de trabajo, etc.), no olvidemos que nuestra vida es nuestra, y si nuestros problemas son humanos, sí o sí tendremos una parte de responsabilidad y una parte por lo tanto en la que poder ejercer cambios.
De nuevo, Virgile Stanislas nos regala otra metáfora para referirse al segundo error lógico, en este caso se trata de la metáfora de la flecha de Buda:
Un hombre es herido por una flecha envenenada. Sus amigos y parientes lo llevan a un cirujano pero el hombre dice: “no dejaré que me quiten la flecha hasta que no sepa quién me ha herido, cuál es su casta, cuál es su nombre, quién es su familia, cuánto mide, de dónde es, con qué clase de arco me ha disparado, qué cuerda y qué pluma usa y de qué manera está hecha la flecha”.
No diremos cómo terminó el hombre… bueno sí, sin respuesta a todas sus preguntas y sin vida, quitar la flecha y curar la herida era la mejor y más útil solución, pero él quiso priorizar otras soluciones
Este segundo error crea un nuevo problema: Cuanto más acuso a los demás, menos acepto la responsabilidad actual de cambiar.

La profecía autocumplida o efecto pigmalión

By | Autoestima, Confianza en uno mimso, Efecto pigmalión, Profecía autocumplida, Seguridad en uno mismo | No Comments

Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, en ambos casos tienes razón. (Henry Ford).

 

Aprovechando que estos días muchas personas hablan del efecto pigmalión por un anuncio de la televisión, hoy, hablaremos de ello.

¿En qué consiste en realidad este efecto?

Cuando hablamos en psicología, sociología o pedagogía de efecto pigmalión o profecía autocumplida, estamos haciendo referencia a las expectativas, a los prejuicios, a la confianza en uno mismo y en los otros, y al éxito a la hora de lograr aquello que nos proponemos o que es importante para nosotros.

Este efecto, tiene su origen en un mito griego, un escultor llamado Pigmalión, se enamoró de Galatea, una de sus creaciones. La admiración era tan fuerte que empezó a tratar a la escultura como si de una mujer real se tratase. Como podéis imaginar, al final, la escultura cobró vida durante un sueño de Pigmalión. Afrodita, al ver el amor que Pigmalión sentía por Galatea, la convirtió en mujer de carne y hueso.

De este modo, Pigmalión, no sólo logró lo que deseaba, sino que superó las expectativas que tenía en la estatua, quería tanto que representase a la mujer perfecta, que finalmente, la creó.

 

Lo haré bien porque mi profesor, padre, madre, amigo/a, jefe/a, psicólogo/a, cree que puedo hacerlo. 

Lo haré bien porque creo que puedo hacerlo.

A estas alturas, el ser humano  ya sabe que la confianza en sí mismo, sobre todo, la tiene que buscar en su interior, pero si bien es cierto, esa confianza en nosotros, también está formada por la imagen que los otros tienen de nosotros.

Muchas veces, cuando no nos sentimos bien, si nadie nos mira, nos dejamos llevar, nos hundimos, podemos no salir de casa en un fin de semana entero, y ni siquiera pasar por la ducha, pero, ¿somos capaces de hacerlo si otro nos mira?, en general no, o por lo menos no nos sentiremos tan cómodos, pensaríamos: ¿qué va a pensar de mi?

En muchos casos, los psicólogos recomendamos hacer públicas nuestras decisiones como dejar de fumar, ponerse a dieta, hacer deporte, etc., porque al decirlo a otros, ponemos en juego el que los demás puedan variar la imagen que tienen de nosotros, y eso ya nos condiciona más.

Al ser humano, le gusta agradar, le gusta que le reconozcan sus méritos, y por lo tanto, lo que piensen de él, influirá en sus acciones.

Además, aunque sin duda alguna la fuerza esté en nosotros, a veces no la encontramos, y si otro la ve, y puede hacer que la veamos, nos ayudará enormemente.

El efecto pigmalión por lo tanto, habla de cómo lo que otro pueda pensar de ti, puede influir en tu rendimiento.

Como imagino que ya debéis estar pensando, existen distintos tipos de efecto pigmalión, hay personas con capacidad para ser un pigmalión positivo, y otras para serlo en negativo.

Cuando hablamos de efecto pigmalión positivo, nos referimos a la capacidad que tiene una persona, de generar en otra, un aumento de la autoestima y de la confianza en él mismo, garantizando o fomentando que ésta, pueda llegar a llevar a cabo la tarea que se ha propuesto con éxito. Estas personas ven más allá, son capaces de ver capacidades en ti que tú ni siquiera has visto, pueden incluso hacerte creer que realmente la tienes, por lo tanto, te tratan como si ya las posees y depositan en ti una confianza que provoca lo que se llama la profecía autocumplida, si yo creo que tú eres capaz de lograr una meta, y te motivo, creo en ti y te lo hago saber, al final, tú podrás lograrlo, haré que saques todo tu potencial, y por lo tanto habré logrado que mi expectativa en ti se cumpla.

En cambio, el efecto pigmalión negativo, se refiere a la persona que contribuye en fomentar en el otro una bajada de autoestima y de confianza en él mismo para poder lograr un objetivo concreto. Es más, uno puede impactar tanto en el otro que éste, ni siquiera llegue a plantearse que esa tarea pueda desempeñarla con éxito. 

Cuando esperas cosas buenas de las personas les muestras esa confianza en ellos, y por lo tanto al final, con mayor probabilidad te responden de forma positiva.

Este fenómeno es muy importante debido a que tiene repercusiones en muchos ámbitos, podemos verlo en el educativo, el laboral, el social, el familiar o el de la pareja. Alumnos que abandonan el carnet de conducir o un deporte por un mal profesor, brillantes empleados que abandonan su puesto de trabajo por un mal jefe, hijos que no se creen capaces de lograr ciertas cosas porque así se lo hacen sentir sus padres, parejas que terminan la relación porque se convencen de que el otro no puede ofrecerle lo que busca o porque terminan sintiéndose poco válidos por los constantes ataques y reproches.

¡Cuidado! Todos nos posicionamos en ambos lados en algún momento o ante determinadas personas, la clave está en trabajar nuestros prejuicios, éstos serán los que nos condicionen el trato hacia el otro y los responsables de convertirnos en pigmaliones positivos o negativos.

Tenemos que trabajar nuestro foco atencional, ampliarlo, ver a las personas en conjunto, aprendiendo a mirar en ellas no solamente sus fallos, sino también sus aciertos, así, podemos colaborar en que el otro crezca.

Ser pigmalión positivo es genial, pero seamos realistas, no lo seamos si la meta es inalcanzable, recordemos que el objetivo es fomentar la autoestima y lograr la meta, pero valoremos previamente si se puede o no lograr antes de incitar a los otros a desempeñarla.

RECORDAR QUE NUESTRO LENGUAJE INTERNO PUEDE SER NUESTRO MEJOR PIGMALIÓN POSITIVO O NEGATIVO, NO NOS OLVIDEMOS DE ÉL.

pigmalión_web