emociones expresadas

También hay que aprender a agradecer lo que no fue

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Nos cuesta bastante agradecer lo que no es como habíamos imaginado, lo que no resulta como esperábamos o deseábamos. Pero lo cierto es que lo que no está destinado a ser es bueno que no sea, y con el tiempo y una actitud optimista siempre terminamos haciéndonos conscientes de que la vida nos hacía un favor cuando sentíamos que era de lo más injusta y cruel.
Sin duda cuando las cosas no salen como esperábamos nos sentimos mal en un primer momento, y hay que dar espacio a ese malestar, no es bueno impedirnos sentir lo que sentimos, las emociones hay que dejarlas fluir, tener su espacio de expresión, pero al poco tiempo, aunque aún duela la experiencia también hay que comenzar a dar lugar al optimismo, a la esperanza y al agradecimiento, lo que no tenia que ser, si no es, mejor.
Además, ya sabemos que todo pasa, si miramos atrás en nuestra vida lo vemos claro, aquellos que están en nuestro pasado están dónde deben estar, dejándonos más tiempo para añadir nuevas experiencias.
Dar gracias y tener esperanza y confianza es vital, nos ayuda enormemente a sobrellevar los cambios de la vida sin «morir en el intento».

Empatía, perdón y resiliencia

By | Empatía, Perdón, Resiliencia | No Comments

Hoy vuelvo con el tema de la empatía, gran parte del contenido de este artículo ha sido extraída del libro “La empatía. Entenderla para entender a los demás” de Luis Moya Albiol.
¡De nuevo, lo recomiendo!
Al analizar la actividad cerebral, algunos estudios han demostrado que tanto la empatía como el perdón activan zonas del lóbulo frontal. La corteza prefrontal y temporal, la amígdala y otras partes del sistema límbico desempeñan un papel principal en la empatía. En general, las personas más empáticas tienen mayor capacidad de perdonar, lo que implica un gran beneficio para ellas mismas. Se vive mejor liberados de enfados y rencores, soltando las emociones negativas, desprendiéndonos de cargas tan pesadas. La capacidad de perdonar, por lo tanto, está relacionada con la empatía.
Las personas muy rencorosas se ven muchas veces desbordadas de pensamientos negativos con respecto al tema que les genera ese rencor y hacia las personas que “creen” que se lo generan, esos pensamientos les provocan unas emociones negativas que las hacen vivir el día a día llenas de malestar.
Aprender a perdonar tiene enormes beneficios para el que se libera de esa carga y de las emociones negativas que de ellas se derivan. Nos permite gozar de mejor salud mental y física, nos ayuda a ser más felices y a vivir el presente con menor ansiedad.
El perdón, implica ser conscientes de las heridas que sentimos y percibimos, empatía hacia nosotros mismos, hacia los otros y hacia la situación, necesita de nosotros comprensión.
Perdonar, conlleva cambiar los pensamientos que tenemos con respecto a la persona objeto de perdón, requiere trabajar en ellos para poder cambiarlos de negativos a neutros o al menos a más positivos, también deberemos ocuparnos de las emociones y hacer cambios en nuestras acciones. Si nada cambiamos, nada cambia, no podemos pretender sentirnos bien con respecto a otro y actuar de forma adecuada si pensamos que es un ser despreciable o culpable de generarnos dolor, o nos liberamos de esos pensamientos, o las emociones que de ellos se derivarán no nos permitirán desligarnos del rencor y del malestar que nos causa.
Perdonar implica hacer un cambio emocional, cambios es todo lo que influye en nuestras emociones negativas, reducir la magnitud de la emoción, disminuir la carga y reinterpretarlas.
Por otra parte, otro concepto muy relacionado con el perdón es la resiliencia. Término que deriva del latín (del verbo resilio, “saltar hacia atrás, rebotar”). Con él, nos referimos a volver a nuestro estado anterior o natural, a antes del acontecimiento traumático o doloroso. La resiliencia hace referencia a la capacidad que tenemos de afrontar la adversidad, hacer frente a nuestros problemas, superar obstáculos y no resignarse a la presión saliendo fortalecidos de ello. El fin que se pretende es lograr un estado de equilibrio y bienestar.
Para poder liberarnos del dolor y poder fluir por la vida exentos de cargas pesadas, deberemos desarrollar nuestra capacidad de empatía y de resiliencia. Entender más a las personas con las que nos relacionamos y que el ser humano se equivoca, incluido nosotros mismos, hemos de ser más benevolentes, tanto con los otros, como con nosotros mismos.

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Hay que tener en cuenta, que todo y que una situación pueda habernos generado mucho dolor, nuestro bienestar es vital, y nosotros mismos somos los responsables de garantizárnoslo. Así, nos hemos de desprender del rencor, de la ira, de la tristeza y de cualquiera de las emociones “negativas” que nos haya podido generar una situación, y lo debemos hacer por nosotros mismos.

El perdón no es un acto de fe hacia otro, sino que es un regalo que nos hacemos ante todo a nosotros mismos, perdonar contribuye enormemente a nuestra autoestima, así que siempre vale la pena practicarlo.

Podemos enfadarnos, es más, tenemos derecho, y seguro que hay cosas que nos disgustan en la vida, pero… ¿hasta qué punto?, ¿cuántos días?, ¿con que fin?, ¿vais a acostaros enfadados?, ¿podréis dormir?, yo no puedo, bueno, en realidad, seguro que podría, pero hace tiempo que decidí que no me quiero hacer esos regalos, ni tampoco quiero hacérselos a las personas a las que quiero. Me gusta dormir en paz, y quiero que ellos hagan los mismo, al menos si de mí depende.  Es bastante probable, que si os planteáis si realmente es tan grave, descubráis que no lo es.

Es cierto que los seres humanos estamos llenos de expectativas, cada uno de nosotros tenemos unas ideas muy claras de cómo deberían ser las cosas o cómo deberían comportarse los otros en determinadas situaciones, ¿quién no ha dicho alguna vez: «Pues yo lo que habría hecho es…, pero bueno…, cada uno…»?, pero lo cierto es que aunque decimos que cada uno actúa a su manera, seguimos pensando que la nuestra era la buena, y no, ésta es una de las grandes verdades de la vida adulta, cada uno procesa la información a su manera, y existen tantas formas de reaccionar a una misma situación como personas en el mundo. Seguro que la tuya, no siempre es la mejor.

Además, ¿imagináis que aburrida podría ser la vida si los otros siempre reaccionaran como esperamos? Nos olvidamos de lo maravilloso que puede llegar a ser el factor sorpresa.

 

 

¡Si no lloras te inundas!

By | Autoestima, expresar emociones negativas, Sin categoría | No Comments

Dicen que: «emociones expresadas, emociones superadas«, si no soltamos lo que nos pesa, al final ese cúmulo se convierte en una carga que nos acompaña y que terminamos por no entender, no aceptar y por tanto no saber cómo enfrentar y resolver.
Si vamos añadiendo peso a nuestra mochila y nunca vamos liberando terminaremos encontrando dificultades para expresar, cada vez nos resultará más complejo: ¿por dónde podría empezar?, ¡nadie me va a entender!, ¿será que yo soy exagerado/a?, etc.
Ventilar siempre será una buena decisión, quedarnos con dolor en nuestro interior impedirá que logremos la ansiada y necesaria calma y nos hará más vulnerables al sufrimiento.

Hay veces, en las que necesitamos descargar todo lo que hemos retenido en nuestro interior, una paciente de la clínica decía que llorar es como darse una ducha, que limpia, y tenía y tiene toda la razón, a veces, ese llanto es el que nos libera, el que nos permite conectar con el dolor para hacer algo con él.
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¡Suelta! Ahora bien, no olvidemos tener en cuenta que cuando nos expresamos con mucha carga emocional, solemos hacerlo peor que cuando estamos más calmados. Piensa en cuándo es el mejor momento tanto para ti como para el receptor.

¿Por qué nuestra pareja no tiene una bola de cristal para leernos la mente?

By | Amor, comunicación, pareja, Solución de problemas | No Comments

Casi en el 100% de las terapias de pareja que se tratan en consulta desde la psicología, vemos que en algún momento los miembros de la pareja incluyen entre sus quejas algún comentario que hace referencia a ese poder de adivinar que le atribuimos al otro.

Las parejas nos hablan a los psicólogos de problemas de los que se englobarían dentro del hecho de pensar que nuestra pareja, por la cantidad de tiempo que nos conoce, tiene que poder leernos la mente.

Es bastante común ver como en pareja, damos por sentado que él o ella, que nos conoce a la perfección, tiene capacidades suficientes como para adivinar cosas como: lo que realmente necesitamos, lo que esperamos de él/ella, lo que queremos que pase, cómo debería comportarse el otro en determinadas situaciones, qué estoy pensando, cómo me siento, qué deseo escuchar, etc. Nuestra pareja parece que tiene la bola de cristal, puede conectar con nuestra mente al instante que quiera, y satisfacer nuestras necesidades en cada momento, y ésto puede hacerlo sin que nosotros le comuniquemos lo que nos está pasando.

10290668_268193253391401_7978371864630714771_n¿Dónde está el problema ahí?, hasta el momento, aún no se me ha presentado ninguna pareja en la que uno de los dos fuera adivino, quizás un día la tengo, quién sabe, sería alucinante, pero de momento, incluso si pienso en todas las personas que conozco a nivel personal, ninguna tiene ese poder, ¿y vosotros, conocéis a alguna?, si la respuesta es no, ¿por qué pensamos que nuestra pareja es una excepción?

¿Y si aceptamos que ni nosotros ni nuestra pareja somos adivinos?, ¿y si aceptamos que de momento si tenemos una bola de cristal, muy probablemente sólo sirve como pisapapeles o como decoración? ¿Y si comenzamos a aceptar que si queremos que el otro sepa algo quizás es bueno hacérselo llegar, comunicárselo?.

Bien, aceptado, nosotros no somos adivinos, ni nuestras parejas, ni nuestros amigos, ni nuestros familiares, por lo tanto, si tengo una necesidad que requiere de la intervención del otro, ¿por qué no la comunicamos?, ¿por qué no decirle al otro qué es lo que nos pasa, o cómo nos sentimos?. 

Si en algo insisto siempre, tanto en terapia como en mi vida personal, es en que nos debemos comunicar, pero comunicar no es simplemente hablar, es hablar con un fin, y tratar de lograr que ese fin se cumpla, contemplar qué queremos decir, cómo lo vamos a decir, cuándo, por qué vía de comunicación, etc. Comunicar tiene que tener un objetivo claro o varios, no es un simple hablar por hablar. 

En pareja, la comunicación puede tener el fin de expresar emociones positivas o negativas, de resolver un problema, de pedir ayuda, de cambiar algo, etc., sea cuál sea el fin que pretendemos, en todos los casos será necesario que nos expresemos con libertad y calma. 

Si el fin de la comunicación es solucionar un problema, propón soluciones, si comenzamos a hablar con nuestra pareja pensando en que realmente, como es adivino, si no hace lo que debería hacer entonces es porque realmente le da igual, en vez de porque no lo sabe, o porque no nos entiende, de nuevo estaremos lejos de alcanzar nuestro objetivo inicial.

Así que, ¡comuniquémonos!, pero recordar cuál es vuestro objetivo y adaptar el lenguaje y el tono, tener en cuenta la situación en la que se produce esa comunicación, cuantas más cosas sean favorables, mejor.